Domingo, 30 de Marzo de 2025

Opinión

E-commerce y plataformas de pagos por la inclusión financiera global
Vicente Nogales
Experto en Movilidad y Medios de Pago

La revolución cultural de la movilidad autónoma

Uno de los mayores cambios que ocurrirán en nuestras vidas será pasar de conducir a ‘ser conducido’ gracias a la movilidad autónoma. Pero la idea de que un coche autónomo circule por nuestras ciudades genera expectación e incertidumbre a partes iguales. Los grandes inversores esperan que se produzca una transformación en sectores como el transporte, la agricultura o servicios urbanos. La movilidad autónoma puede aplicarse a autobuses, taxis, camiones, furgonetas u opciones de micromovilidad.

Existen cinco niveles de conducción autónoma. Del 0 al 2, requieren supervisión constante del conductor; el nivel 3 automatiza parcialmente, pero aún demanda intervención ocasional de un conductor; el nivel 4, con una alta automatización no requiere intervención del conductor en entornos acotados y es la fase en la que se encuentran ya muchas empresas. El nivel 5 es la automatización total.

Grandes tecnológicas y fabricantes de coches quieren estar presentes en la revolución de la conducción autónoma. EE. UU y China concentran las principales empresas, pruebas y operaciones comerciales, mientras que Europa, debido a su estricta regulación, mantiene una presencia limitada con escasos proyectos.

Waymo, filial de Google, después de años de pruebas piloto, opera comercialmente en tres ciudades donde realiza 150.000 viajes semanales con robotaxis sin conductor. Zoox, propiedad de Amazon, iniciará sus operaciones comerciales este año en Las Vegas con su vehículo autónomo que carece de volante y pedales.

Baidu, el Google chino, cuenta con 1.800 patentes mundiales de conducción autónoma a través de su plataforma Apollo, con la que opera robotaxis en 5 ciudades de China. Sin embargo, a pesar del fuerte apoyo gubernamental a la tecnología autónoma en China, Baidu enfrenta una dura competencia de otras empresas nacionales como Pony.ai, AutoX y WeRide. Esta última opera pilotos en 30 ciudades de 7 países, incluyendo China, EEUU y Singapur, siendo la primera empresa en obtener permisos de prueba en estos tres países.

Didi, el equivalente chino de Uber, además de operar robotaxis, ha comenzado a producir un SUV autónomo de nivel 4 en colaboración con el fabricante de coches eléctricos GAC Aion.

“Conducir se convertirá en un lujo y será como montar a caballo hoy en día: lo harás, por placer, no por necesidad”

Sin embargo, el desarrollo de vehículos autónomos es extremadamente costoso, con inversiones multimillonarias difíciles de asumir por una sola compañía y niveles de rentabilidad insuficientes. Esta situación ha llevado a empresas, como Cruise de General Motors o Apple, a cancelar sus programas de desarrollo. Otras, como Uber o Lyft, han modificado su estrategia: tras abandonar el desarrollo propio de vehículos autónomos, ahora operan servicios de robotaxi en colaboración con Waymo, Zoox o WeRide.

Tesla ha anunciado que en dos años tendrá una flota de robotaxis que promete redefinir por completo la industria del transporte. Actualmente, millones de Tesla están equipados con su tecnología Full Self-Driving (FSD), un sistema avanzado de asistencia al conductor, pero que no se considera completamente autónomo según las regulaciones actuales, ya que requiere supervisión activa del conductor. Tesla ha recopilado datos de más de mil millones de kilómetros recorridos con FSD, mapeando y aprendiendo de entornos reales, lo que podría otorgarle una ventaja competitiva al perfeccionar su tecnología para futuras propuestas de conducción autónoma.

La movilidad autónoma enfrenta varios desafíos clave para su adopción masiva. Se requiere una cadena de valor intersectorial coordinada entre actores públicos y privados, además de una normativa uniforme que hoy escasea, bien porque no existe o porque dentro de un mismo país cada estado tiene una distinta, como en EEUU.

Por otro lado, las tensiones geopolíticas, como las restricciones de uso de tecnología entre China y EE. UU, también frenan su progreso. Finalmente, debe encontrarse el equilibrio entre hacer el servicio asequible para los usuarios y rentable para las empresas, un desafío que pone a prueba la viabilidad económica del sector.

La tecnología autónoma cambiará la forma en que nos movemos, cómo planificamos nuestras ciudades y gestionamos nuestros recursos. Fomentará la movilidad compartida con robotaxis y soluciones de micromovilidad y reducirá la cantidad de vehículos en propiedad, tanto de particulares como de empresas.

En este nuevo paradigma, conducir se convertirá en un lujo, un ‘hobby. En el futuro si quieres disfrutar conduciendo, será como montar a caballo hoy en día: lo harás, por placer, no por necesidad.

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