“El sector de la construcción necesita colaboración público-privada y una política fiscal y administrativa que atraiga la inversión”
Llevamos viviendo desde el año 2020 un constante clima de tensión política que irremediablemente ha sido trasladado a la sociedad. Asistimos a hechos nunca vistos en nuestra democracia, permanecemos incrédulos e impertérritos frente a ellos, con un asombro que a veces nos ruboriza. Estamos convencidos de que este poder ejecutivo no tiene fin y, sin duda, está quebrantando las bases de una democracia creada y fundada bajo el prisma del respeto a las instituciones y la empatía ideológica.
Estamos comprobando cómo ideologías tradicionales como el socialismo son incapaces de ofrecer soluciones a los ciudadanos. Comprobamos cómo el modelo liberal implantado en la Comunidad de Madrid se opone al auge de los populismos y nacionalismos, ofreciendo un apoyo y solución a las verdaderas necesidades de la sociedad.
Seguimos comprobando atónitos cómo se señala con el dedo ideológico del Gobierno a empresas y empresarios y cómo se les acusa de la obtención de elevadas ratios de beneficios, sin reparar en las consecuencias derivadas sobre la ‘marca España’ empresarial ni en los increíbles esfuerzos que desde el mundo empresarial se realiza para crecer, seguir siendo el motor económico del país y continuar construyendo el tejido empresarial español a través de la activación de pequeñas y medianas empresas.
No se tiene en cuenta, desde la utopía ideológica del reparto de la riqueza, que nuestras empresas son lideres internacionales en múltiples actividades. Se intenta que la población, como si fuera un ente sin decisión, asocie esta relación: empresario, corrupción y explotación, potenciando el claim de los ‘empresarios fascistas y explotadores’. Este no es el camino, y no es admisible que desde determinadas partes del Gobierno se sigan lanzando este tipo de ideas fútiles, arcaicas y que golpean directamente el corazón empresarial del país.
Desde 2020 se ha golpeado y castigado duramente al sector bancario, al energético y, sin duda, al sector de la construcción. Este último ha sufrido duros ataques desde la crisis financiera del 2008 y los datos acaban con el relato.
Para mantener la estabilidad económica de España e impulsar su desarrollo económico y social, se debe dar prioridad a los sectores que generan bienestar social y valor económico. La industria de la construcción conjuga todos estos factores. En España, la construcción es uno de los principales motores del crecimiento nacional, aportando en 2022 el 5,7% del PIB y dinamizando a más de una decena de subsectores de la economía gracias a su efecto multiplicador.
Sin embargo, lo más importante es lo que representa para millones de familias, su bienestar social le permite ser la fuente de ingresos para más de un millón de personas que trabajan en el sector de la construcción. Si bien dichas cifras ya son relevantes por sí mismas, todavía cobran más importancia al sumar el efecto que, como sector tractor, tiene en un amplio conjunto de subsectores y actividades industriales y de servicios que dependen directa e indirectamente de la construcción.
Si estos datos no fueran suficientes para el lector, el sector de la construcción mejora día a día la calidad de vida de los ciudadanos/as a través del diseño y ejecución de las infraestructuras. Proyectos como el metro, las autovías, la infraestructura de Alta Velocidad, los hospitales, los museos… Son sin duda el pilar fundamental de la calidad de vida de un país, nos posicionan internacionalmente como referencia en movilidad, cultura, sanidad y potencian sectores económicos a través del desarrollo de este tipo de infraestructuras.
Para continuar potenciando este sector y dado el contexto disruptivo que vivimos en la actualidad, es necesario diseñar una política fiscal y administrativa que atraiga la inversión y los proyectos de colaboración pública-privada.
Debemos apostar por infraestructuras relacionadas con las energías renovables, la digitalización y el transporte. Los modelos de colaboración público-privada aceleran el crecimiento del país, pero, para ello, necesitan instrumentos legales adecuados para atraer la inversión y permitir su desarrollo en proyectos concretos. Estamos ante una oportunidad única si somos capaces de anteponer la técnica al relato.