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Opinión

Carolina Hernández
Carolina Hernández
CEO de Identidad Organizacional

Del micromanagement a la delegación supervisada

“El líder debe brindar suficiente autonomía al colaborador para que pueda sentirse empoderado” 

El micromanagement, también conocido como ‘microgestión’, es un estilo de gestión en el que quien ejerce el liderazgo se involucra excesivamente en el trabajo y en las tareas diarias de sus colaboradores, controlando y supervisando cada pequeño detalle de sus acciones. Este tipo de gestión se caracteriza por una supervisión extremadamente detallada y una falta de confianza en la capacidad de los empleados para tomar decisiones y realizar sus tareas de manera autónoma. 

El micromanagement tiene como efecto una supervisión constante por parte de las personas responsables, que no dejan respirar a los miembros del equipo, y esto provoca una gran falta de autonomía en esas personas. Además, es muy normal que ante esta situación de control excesivo se produzca una importante duplicación de los esfuerzos, puesto que los gerentes micromanagers revisarán todo el trabajo que ha sido realizado ya por el equipo. Y esta supervisión constante provocará desmotivación y frustración por parte de los colaboradores, que sentirán cómo no se confía en su juicio. 

El micromanagement es peligroso y tiene varios efectos negativos que pueden afectar tanto a los colaboradores como a la organización en general. Por un lado, se van a producir reducciones en la productividad por la pérdida de tiempo y recursos que supone la supervisión excesiva. De igual manera, el desarrollo de las habilidades de los miembros del equipo será limitado, puesto que se les veta la oportunidad de tomar decisiones y de afrontar desafíos. 

Los aspectos anteriores generan, además, falta de creatividad e innovación, porque se producirá una desmotivación de las personas que les frenará a la hora de proponer nuevas ideas. Este ambiente de apatía puede conllevar estrés y agotamiento que influye, directamente, en la desconfianza o la baja moral de las personas, y puede acarrear, también, altos niveles de rotación en la empresa. 

Pero quizá lo más importante de todo sea la falta de enfoque en aspectos estratégicos que provoca el micromanagement. Al concentrarse en detalles minuciosos, los gerentes micromanagers pueden perder de vista los aspectos estratégicos y de largo plazo del negocio, lo que puede afectar la dirección general de la organización. 

Como se puede intuir, esta no es la mejor forma de hacer crecer y evolucionar las empresas y, sin embargo, hay muchas (muchísimas) que funcionan bajo este control férreo. 

¿Qué hacer, entonces, para permitir avanzar a la organización? 

La respuesta se encuentra en el desarrollo de un estilo de delegación por parte de estos gerentes micromanagers. La delegación supervisada es un enfoque de delegación de tareas o responsabilidades en el que la persona que ejerce el liderazgo otorga a un colaborador la autoridad para llevar a cabo una tarea específica o un conjunto de tareas, pero sigue proporcionando supervisión y seguimiento para garantizar que el trabajo se realice de manera adecuada y satisfactoria. 

A diferencia del micromanagement, donde quien ejerce el liderazgo pone el foco en los detalles y en cada paso del proceso, en la delegación supervisada, el líder permite que cada colaborador tome decisiones y ejecute las tareas, pero está disponible para brindar apoyo, resolver dudas, proporcionar orientación y asegurarse de que se alcancen los objetivos deseados. 

La delegación supervisada puede ser especialmente útil en situaciones donde el empleado aún está desarrollando ciertas habilidades o cuando la tarea es crítica y necesita ser monitorizada de cerca para asegurarse de que se realice correctamente. También puede ser aplicada cuando un líder quiere ayudar a un colaborador a ganar experiencia y confianza en ciertas áreas, preparándolo para asumir más responsabilidades en el futuro. 

Es importante encontrar un equilibrio en la delegación supervisada. Por un lado, el líder debe brindar suficiente autonomía al colaborador para que pueda sentirse empoderado y aprender a tomar decisiones. Por otro lado, el líder debe estar disponible para intervenir si surge un problema o para proporcionar orientación adicional según sea necesario. 

Poner en marcha sistemas de delegación supervisada busca equilibrar la autonomía del colaborador con el apoyo y la supervisión del líder para garantizar un trabajo exitoso. 

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