Philippe Jiménez es director general de Regus en España.
Las compañías modernas aspiran no solo a ser flexible, pero también ágiles. Pero, ¿cuál es la diferencia entre ambos términos? Y sobre todo, ¿por qué es importante?
“La medida de la inteligencia es la habilidad de cambiar” dijo Einstein, y este es de hecho un concepto ampliamente aceptado por las empresas hoy en día, cuando se habla de flexibilidad y agilidad. Pero, aunque estos términos se utilizan muchas veces como sinónimos, se refieren a dos capacidades empresariales muy diferentes.
La agilidad se refiere a la “habilidad para moverse de forma rápida y sencilla”, mientras que la flexibilidad indica la “habilidad de cambiar”. Para alcanzar el éxito a largo plazo, las compañías y los negocios deberían estar preparados para ambos.
Los recientes acontecimientos políticos en el Reino Unido, Estados Unidos y otros mercados globales clave, como estamos viviendo propiamente en España, han demostrado que el entorno sociopolítico es cada vez más impredecible. Es evidente que los eventos en mercados clave tienen repercusiones en las empresas de todo el mundo, y esto ha llevado a que muchos desarrollen planes de contingencia que incluyen cambios significativos, como la migración de las oficinas centrales o las plantas de fabricación clave. Otros apuestan por una visión a más largo plazo, revisando todo su modelo de negocios para asegurarse de que esté preparado para resistir los desafíos actuales en la mesa y cualquier cambio que pueda seguir. En otras palabras, aspiran no solo a ser negocios flexibles, sino también ágiles.
Entonces, ¿cuál es el beneficio de adoptar un enfoque más ágil? La respuesta: la precisión. Tal y como ya saben los empresarios y los líderes empresariales, cuándo y cómo actuar puede ser la diferencia entre el éxito y el fracaso. La habilidad de un hombre de negocios para leer el mercado, leer la sala y calcular el momento óptimo para lanzar una marca, un producto o una propuesta es esencial para el éxito.
La flexibilidad es igual de importante, ya que es inevitable que las empresas giren y modifiquen los procesos a medida que avanzan, y esto es inevitable. Pero al tener una estructura ágil, los negocios están preparados para el futuro porque están estableciendo un modelo que está construido para cambiar. Las compañías que se basan en estructuras rígidas, procesos y una comprensión fija del mundo tardan el doble de tiempo en reaccionar y adaptarse, lo que les hace perder el tiempo y los pone directamente detrás de la competencia.
En los próximos años, no hay duda de que las empresas tendrán que adaptarse a cambios imprevisibles y desafiantes en nuestra sociedad. El informe de abril del Fondo Monetario Internacional se refirió a la desaceleración de la actividad económica solo en ese mes, debido a una serie de factores que afectan a las principales economías. Por mencionar solo algunos: China enfrenta una creciente regulación y tensiones comerciales con los EE. UU., Europa está lidiando con una demanda débil de consumidores y empresas, y Japón ha tenido que manejar desastres naturales. Con un entorno cada vez más impredecible, parece obvio que, si una empresa no acepta la agilidad, fracasará. Pero, ¿cómo se convierte un negocio estático en un negocio ágil?
Un paso hacia la agilidad es dar a los empleados la posibilidad de elegir cómo y dónde trabajan. Según una investigación de IWG, esto no solo puede reducir el CapEx y el OpEx asociados con un espacio de oficina fijo, sino que también aumenta la velocidad de comercialización y ayuda a las empresas a consolidar las carteras.
El trabajo flexible también ayuda a las empresas a atraer y retener talento, lo que, según Deloitte, puede costar a las empresas de decenas de miles de dólares (entre 1.5 y 2 veces el salario anual del empleado). Este estudio también muestra que las empresas ágiles son más productivas: el 85% cree que un enfoque más flexible ha aumentado la productividad en sus negocios.
No es sorprendente, pues, que los líderes ágiles también hagan negocios ágiles. Steve Jobs dijo una vez: “A veces, cuando innovas, cometes errores. Lo mejor es admitirlos rápidamente y seguir mejorando sus otras innovaciones ". La historia del propio éxito de Steve Jobs es evidencia de que esta afirmación es cierta. Gracias al valor y la determinación de Jobs para adaptar continuamente su modelo de negocio, convirtió a Apple en una compañía mundialmente famosa.