Por Hasan Ali Yardimci, director general de Beko Iberia
Actualmente, el consumo eléctrico de los españoles está afrontando continuamente nuevos retos en la búsqueda del bienestar en sus hogares. Así, la higiene y la limpieza fueron los principales retos a los que se enfrentaron los hogares españoles durante el año pasado; mientras que este 2021, el protagonismo lo ha tomado la factura eléctrica. Por si fuera poco, la llegada del frío y la consiguiente caída de las temperaturas han agravado esta complicada situación.
No hace mucho que la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia (CNMC), en uno de sus informes mensuales sobre el sector eléctrico, estimó que cualquier familia con un consumo medio de 250 kilovatios por hora pagaría una factura de hasta 83,8 euros a final de mes, un 57,5% más caro que el año pasado. La pregunta es: ¿se puede compensar de alguna manera ese gasto? En parte, sí. Y la mejor herramienta para combatir ese desajuste es la apuesta por la eficiencia energética.
Por supuesto, la eficiencia energética va mucho más allá del etiquetado de los electrodomésticos. Desde hace varios años, el sector de los electrodomésticos desarrolla productos que cuentan con tecnologías e innovaciones mucho más eficientes y de calidad, que no solo permiten a los consumidores amortizar la compra inicial gracias a su fiabilidad y durabilidad; sino que, a largo plazo, consumen menos.
Sin embargo, la principal barrera de entrada que tiene la eficiencia para muchos consumidores es su elevado precio. Porque adquirir un electrodoméstico dotado de una tecnología capaz de regular el agua durante un programa de lavado suele incorporar prestaciones y tecnologías que lo hacen más costoso al adquirirlo frente a otras ofertas del mercado con unas funcionalidades estándar. El razonamiento, cuanto menos, resulta contradictorio.
Consumo eléctrico y sostenibilidad
Cuando hablamos de sostenibilidad, observamos por el contrario que hay un elevado número de usuarios que están dispuestos a pagar un precio más alto por cualquier producto, ya que valoran sus beneficios a medio y largo plazo. Según datos de GlobalWebindex, El 61% de los millennials, el 58% de la generación Z o el 55% de la generación X afirman estar dispuestos a desembolsar una mayor cantidad de dinero por un producto sostenible y ecológico. Y es que, cada año, somos más conscientes de que merece la pena adquirir un producto que contamina menos por un precio más alto. A la larga, la reducción de la huella de carbono ayuda y el planeta sale ganando.
Pues bien, con la eficiencia sucede algo parecido. A la larga, el planeta y los hogares salen ganando. Un electrodoméstico capaz de dosificar el detergente durante un mes es un producto que reduce el tiempo de lavado y, por lo tanto, el consumo eléctrico. Un electrodoméstico capaz de distribuir el calor de manera uniforme a la hora de cocinar cualquier plato es un producto que reduce las variaciones innecesarias de temperatura y, por lo tanto, el consumo eléctrico. Un electrodoméstico capaz de utilizar la cantidad precisa de agua para lavar la ropa es un producto que reduce la duración de los programas de lavado y, por lo tanto, el consumo eléctrico. A la larga, el consumidor sale ganando.
Como sucede con la sostenibilidad, el asunto de la eficiencia no es un escaparate diseñado por las compañías para vender más. Hablamos en realidad de algo que resulta necesario para todos, un enfoque que las empresas con propósito debemos seguir desarrollando para combatir el consumo eléctrico… y contribuir a crear un mundo mejor entre todos.