"Mucho se está hablando de la reforma laboral. Más allá del marco legal, me temo que las empresas necesitan reformarse a sí mismas en materia de talento" Por Berta Merelles, Senior Director en BTS
El teléfono de Antonio no para de sonar. Otro cazatalentos le ofrece una nueva posibilidad profesional en una multinacional que busca un desarrollador con su perfil. Antonio no tenía intención de cambiar de trabajo, porque ya lo hizo hace unos meses (casi le duplicaron el sueldo), pero le han insistido tanto que se detiene a escuchar. Es la tercera oferta que recibe este mes.
Las empresas de headhunting y las áreas de recursos humanos lo tienen difícil para retener y atraer talento. Amplían cada vez más las condiciones de las ofertas; y cuando el salario no da para más, se apela al propósito, al salario emocional, al teletrabajo, a la retribución flexible, etc.
Esto genera la obligación de sostener en el tiempo una promesa elevada al empleado, que no se construye de un día para otro, y no suele funcionar si no se basa en creencias firmes y pilares estratégicos sólidos. A menudo, la urgencia puede a la planificación.
Esta “burbuja del talento” sucede desde hace años en el ámbito tecnológico, pero ahora es un desafío en prácticamente cualquier industria. Incluso el transporte tiene un serio déficit de profesionales. Y no sólo en nuestro país, sino en toda Europa.
¿Por qué esta carencia generalizada de talento? Confluyen varios elementos para crear una suerte de “tormenta perfecta”. En primer lugar, hay un desequilibrio de conocimientos como consecuencia de la velocidad de digitalización que exige la pandemia, muy superior a la que conllevaría la adquisición de estas habilidades en circunstancias normales.
En segundo lugar, las compañías han tardado en darse cuenta de que se han roto las reglas tradicionales del mercado laboral y ahora las prioridades son otras, generalmente entre los más jóvenes. La conexión emocional, la flexibilidad, el bienestar, o la sensación de satisfacción y realización personal y profesional pesan tanto o más que el salario.
El talento joven se ha fraguado en la cultura de lo inmediato y el pago por uso. Cuesta más pensar a largo plazo, entre otras cosas, por la incertidumbre asociada al futuro. Les extraña oír que sus padres o abuelos desarrollaron 30 años de vida laboral en la misma empresa, o que su horario era de 8 de la mañana a 8 de la tarde. Sus expectativas de bienestar son altas, y aunque no ahorren para comprar vivienda, sí lo hacen para viajar por el mundo o comer en un restaurante el fin de semana, lo que implica un trabajo que proporcione cierto tiempo libre.
“Deberíamos erradicar de los directivos la mentalidad de compensación e introducir en su lugar la de crear y crecer”
Este desencuentro entre trabajadores y empleos apunta al corazón del liderazgo. Es necesaria una nueva manera de aproximarse al talento para escucharlo, gestionarlo, y motivarlo. Deberíamos erradicar de los directivos la mentalidad de compensación, como si proporcionasen algo en respuesta al mal que generan. En su lugar hay que introducir mentalidad de crear y crecer.
Más que una reforma laboral
Aquí juega un papel importante el propósito, en el que el empleado debe sentirse involucrado haciéndole ver su papel y dándole cierta autonomía para conseguirlo. Esto nos lleva a un modelo de dirección colaborativo, que exige cumplir objetivos, pero hace al equipo más dueño de su tiempo, responsable y consciente. Cuidado con formular un propósito demasiado ambicioso, ya que debe funcionar como guía y obligar a los líderes a tomar decisiones difíciles.
La pregunta es: ¿bastará con alinear propósitos? ¿la situación se reequilibrará con el tiempo? Parece que hay una parte que llega para quedarse: la del cambio en la velocidad del desarrollo tecnológico. El nuevo líder debe sentirse absolutamente cómodo con una transformación permanente.
Lo que antes era un proceso lineal con una meta determinada, ahora se reformula sobre la marcha. Esta volatilidad genera un impacto indudable en la estrategia y el negocio, pero es aún más notoria en el plano emocional. Por eso, destacarán las personas capaces de disfrutar de los imprevistos del viaje; así como los líderes que enseñarán a su talento a convivir con esta realidad.
Mucho se está hablando de la reforma laboral. Más allá del marco legal, me temo que las empresas necesitan reformarse a sí mismas en materia de talento, y más concretamente, reformar sus mentalidades. Es momento de entender y aceptar un cambio constante en el que las personas son la clave de la consecución de la estrategia.