Las relaciones económicas entre España y Japón han experimentado un notable cambio en la última década. Las exportaciones españolas a Japón se duplicaron en ese periodo, hasta llegar a los 2.725 millones de euros en 2019, con una oferta de productos diversificada. Entre los más importantes, destacan los productos cárnicos (un 19% del total de exportaciones), vehículos y productos farmacéuticos (un 13% cada uno), seguidos de aceites, bebidas y prendas de vestir.
Por lo que respecta a nuestras importaciones desde Japón, no han dejado de crecer en el último quinquenio (+35%) hasta situarse en 4.356 millones de euros en 2019. En este apartado, cobran gran importancia los vehículos, que representan el 52% del total, seguido por maquinaria y aparatos mecánicos, con un 18%, y, con menor participación, los aparatos eléctricos y los ópticos.
Este buen comportamiento de ambos flujos refleja la buena imagen respectiva que cada país tiene sobre los productos del otro. Queda lejos la imagen de los consumidores japoneses sobre los productos españoles, que recogía una encuesta realizada en 2004 por el Instituto Cervantes. En ella, un 41% de los encuestados tenía una mala imagen de los productos españoles, y un 59% decía no estar satisfechos con ellos. El desarrollo de nuestras exportaciones, es la mejor prueba que aquella imagen ha cambiado, y que además la imagen de España como país agrícola exportador está evolucionando hacia una imagen de país con sectores tecnológicos competitivos, como son el sector de componentes de automoción, los productos farmacéuticos olas energías renovables, entre otros.
Las protagonistas de este cambio han sido las 9.244 empresas españolas que, en 2019, estaban exportando regularmente a Japón. Con paciencia, persistencia y visión a largo plazo, las empresas españolas se han ido introduciendo en un mercado difícil como el japonés, donde se valora la calidad, la organización, y la atención al cliente. La imagen de los productos japoneses en España sigue estando muy valorada por los consumidores españoles, gracias a su calidad, al alto valor añadido incorporado en los productos y a una potente imagen tecnológica que proyectan las empresas japonesas establecidas en España.
Durante estos dos últimos años, se han producido además, dos acontecimientos, que deberíamos subrayar por la influencia que van a tener en nuestras relaciones con Japón: Se han cumplido los dos años de la puesta en marcha del Acuerdo de Cooperación Económica (EPA en inglés) entre la UE y Japón. Sus efectos se empiezan a notar en el aumento de algunas exportaciones, como los vehículos y carne de vacuno desde Japón a España, o el vino y la carne de cerdo desde España a Japón.
Pero, en un futuro, las oportunidades aparecerán en otros sectores, y hemos de estar atentos. En el mes de noviembre del 2020 Japón firmó junto a China, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y los 10 países del ASEAN, el Tratado de Asociación Económica Integral Regional, que va a impulsar el desarrollo y cooperación en esa importante parte de Asia. Esto podría restar opciones en las relaciones con la UE, pero podría abrir muchas oportunidades para las empresas europeas y españolas, en aquella zona del mundo.
La evolución positiva de las relaciones económicas entre España y Japón, deben, sin embargo, ser puestas en perspectiva, para poder visualizar el camino a seguir. Nuestras exportaciones a Japón en 2019 representaban sólo el 4,5% del total de las realizadas por la UE a Japón, y nuestras importaciones desde Japón, eran el 7% de las de la UE. Siendo el peso de nuestro PIB dentro de la UE del 8,9%, parece que nuestro comercio bilateral tiene todavía mucho recorrido.
Lo mismo pasa con los flujos de inversiones en ambos países. La media anual, en los seis últimos años, de la inversión directa japonesa en España, ha sido del 1% de la realizada por Japón en la UE y el stock de capital español en Japón, en 2018, representaba sólo el 0,3% del stock de capital extranjero en Japón. De nuevo, el potencial de mejora está a nuestro alcance. Hay que seguir haciendo ejercicio.