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Opinión

Borja Carrascosa

Un tractor sorprendente y el ejemplo de Portugal

“Los que pedimos la moderación del ritmo de gasto de la Administración miramos con envidia a Portugal, su superávit primario y su menor endeudamiento”

El efecto tractor de los incrementos de gasto público y del aumento del consumo tras la pandemia parece haberse agotado y la desaceleración es un hecho. No obstante, la capacidad de resistencia de la economía española en los últimos años es francamente sorprendente, como lo es la enésima revisión de las cifras de PIB realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pese a los posibles retrocesos trimestrales que se registren en tasa interanual, nuestro país seguirá creciendo, aunque a un ritmo menor del registrado hasta la fecha. 

Recordemos que España fue una de las economías más perjudicadas por el impacto de la pandemia, que ha sufrido en los últimos años -y todo indica que seguirá sufriendo- múltiples subidas de impuestos que han reducido la capacidad de inversión y de consumo del sector privado, y que la inflación, sumada a la subida de tipos, han dinamitado el recurso de la financiación bancaria. La presión sobre los precios y las altas tasas de interés se mantendrán tanto el año que viene, como el siguiente, lo que impactará negativamente en los niveles de ahorro de las familias, según el Banco de España. 

Este difícil contexto, del que no se ‘escapa’ ninguna gran economía desarrollada, se traslada al mercado secundario de deuda soberana. El interés del bono español a 10 años ha superado el 4% durante el mes de octubre, un nivel desconocido desde hace justo una década, en 2013. Como se suele decir, ‘mal de muchos, consuelo de tontos’, y ahí están países como Estados Unidos o Italia, más endeudados que España, con cupones que rondan o superan el 5%. 

Traducido en cifras, concretamente, de gasto público, este incremento doble del endeudamiento (en volumen, por el déficit, y en coste, por los altos intereses) obligará al Estado a desembolsar más de 40.000 millones de euros este año solo por el denominado como ‘servicio de la deuda’. Esto no es otra cosa que retribuir a los inversores que le prestan capital al Estado para que siga gastando, y entre los acreedores también figura en posición dominante el propio Banco Central Europeo (BCE), que impidió la quiebra del euro comprando bonos de todos los países en apuros. Españoles también, por supuesto. 

En este contexto, el Plan Presupuestario del Gobierno en funciones se ha elaborado con una previsión de tipo de interés del bono a 10 años del 3,7% para el año que viene, lo que parece, a todas luces, excesivamente optimista. El coste de la deuda lleva tres años creciendo sin parar y, para que se revirtiera esta tendencia, tendría que darse, principalmente, alguna de estas dos hipótesis. 

La primera es que el nivel de déficit descendiera por debajo del nivel de crecimiento de la economía española, lo que, a su vez, reduciría la tasa de endeudamiento público del país. Los registros de la gestión pública en España en los últimos 15 años, sin un solo ejercicio de superávit, obliga a desechar esta posibilidad, por la adicción que muestran nuestros gestores por el gasto sin control. Y, en periodos de inestabilidad política como el actual, mucho más. 

La segunda posibilidad de reducción del interés de la deuda la vivimos también hace 10 años y la hemos citado anteriormente: que el BCE retome la compra de bonos en el mercado, aumentando la demanda y, por tanto, reduciendo los cupones del pasivo soberano. Es decir, el retorno del ‘rescate silencioso’ a la zona euro en un escenario de quiebra técnica. La delicada situación de las finanzas públicas de Italia podría provocar esta reacción. 

Mientras tanto, los que reclamamos desde hace años una moderación del ritmo de gasto de la Administración miramos con envidia a Portugal. La economía lusa, también rescatada, ha logrado hasta un ligero superávit primario en sus cuentas públicas, lo que le ha permitido reducir sus niveles de endeudamiento (ratio sobre PIB) en los últimos diez años. ¿Y cuánto paga el bono portugués a diez años? Al cierre de esta edición, alrededor de un 3,5%, un 12% menos que España.  

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