Por Juan Serra Director General en Ayre Hoteles - Only YOU
Comenzamos a vislumbrar los primeros rayos de luz en la recuperación de la movilidad. La actividad del sector turístico en el año 2019 representó en nuestro país un relevante 12,5% de nuestro PIB y el 13% del empleo total.
Con la actual situación, todos participamos en la ecuación del turismo. Estamos tratando de entender y aprender cuáles serán los deseos y las principales demandas del nuevo viajero, tanto de ocio como de negocio, que saldrá cambiado de esta pandemia global.
Están sobre el tablero la seguridad y la salud, la más que acelerada digitalización, el acento en destinos más sostenibles y descongestionados o el turismo de cercanía. Pero sin olvidar estos factores, quiero hacer hincapié en un elemento intangible, pero igualmente crítico, si deseamos mantener nuestra posición de liderazgo turístico a nivel mundial: la calidad de la acogida.
En nuestra mano está ser auténticos anfitriones y el buen anfitrión es por naturaleza acogedor con aquellos que le visitan. La correcta acogida implica dar una cálida bienvenida, acompañar, promover el encuentro, entretener, orientar con conocimiento sobre el destino y regalar pequeños momentos de felicidad a quienes recibimos. Es una vuelta a los básicos de la buena educación y la cordialidad espontánea y auténtica, sin empalagos.
La tecnología y la ingente cantidad de datos nos permiten personalizar las experiencias del producto y del servicio, pero creo que es provechoso prestar atención a otra forma de personalización: la que tiene en cuenta el carácter único, la dignidad, la grandeza, la originalidad, el valor per se de cada ser humano y, por tanto, de cada persona que nos visita. Si somos capaces de abordar la personalización, sin duda seremos un país acogedor y un destino deseado, fruto de un acontecimiento global que nos ha hecho abrir los ojos a la necesidad de un nuevo y reforzado humanismo.