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Revista Capital

Biden, un presidente para rescatar a Estados Unidos de la pandemia... y de Donald Trump

Por Redacción Capital

Estados Unidos ha comenzado el 2021 estrenando de forma convulsa una nueva administración, esta vez en manos de los demócratas. El nuevo presidente de Estados Unidos, Joseph R. Biden Jr., que sustituye al polémico Donald Trump, ya ha empezado a desmontar el legado del republicano, convirtiéndose en el presidente que más decretos (órdenes presidenciales) ha firmado en su primer día en el cargo.

Algunas de ellas tenían un fuerte calado ideológico, como la vuelta a la Organización Mundial de la Salud (OMS) o al Acuerdo de París sobre el cambio climático, dentro de los planes demócratas de desmontar los elementos que consideraban más lesivos del legado de Trump.

El ya ex presidente republicano tuvo uno de sus puntos fuertes en su gestión económica, más allá de sus diatribas en Twitter y polémicas como no reconocer los resultados y alentar el asalto al Congreso, que ha conmocionado y dividido al país como nunca.

Hasta la pandemia mundial, Trump, podía presumir de desempleo en mínimos históricos. En febrero del 2020 estaba en el 3,6 %, mientras que en septiembre del 2019 llegó a bajar hasta el 3,5%.

El crecimiento de la economía durante la gestión del dirigente republicano estuvo por encima de las cifras de la era Obama. Si en 2016 Estados Unidos creció un 1,6%, en 2017 lo hizo un 2,3%, en el 2018, un 2,9%, y en el 2019, un 2,3%. Unas cifras muy superiores a las del resto de países industrializados. La pandemia llevó a la recesión a la economía americana ya en el primer trimestre del 2020.

Biden aseguró durante la transición que tomaría “medidas audaces para abordar las desigualdades en nuestra economía y brindar alivio a quienes luchan durante la pandemia de Covid-19”. Para ello, ha diseñado un plan que suponga reconstruir la economía desde la pandemia y “crear millones de puestos de trabajo fortaleciendo a las pequeñas empresas e invirtiendo en los puestos de trabajo del futuro”.

Pero las principales decisiones tienen solo dos caminos: acabar con la pandemia y recuperar una economía devastada por el coronavirus, como ha sucedido en los principales países occidentales.

La preferencia del ‘Made in America’

Una de las primeras decisiones del mandatario estadounidense ha sido firmar la ‘Made in America Executive Order’, en la que insta a las agencias federales de Estados Unidos a dar preferencia en la contratación de empresas del país. En realidad, esto supone una continuidad de las políticas de Donald Trump, impulsadas bajo el lema ‘America First’, en la que se buscaba reforzar al sector industrial estadounidense. De hecho, una de las últimas decisiones de Trump como presidente fue fijar una regla para aumentar el porcentaje de contenido fabricado en EE UU que debe contener un producto final para ser calificado como ‘Buy American’.

La política de ‘Buy American’ en los gobiernos norteamericanos se remonta a la década de los años 30, con diversas reformas bajo los distintos presidentes y administraciones. La decisión de Biden ya ha levantado suspicacias en el entorno comercial, en particular de sus socios y vecinos de México y Canadá, que esperan que no afecte a las exportaciones en la zona de libre comercio. En datos, las empresas estadounidenses obtienen más del 9 % de los contratos federales canadienses, mientras que los proveedores canadienses obtienen solo el 0,15 % de los contratos federales estadounidenses, según Canadá.

La Administración Joe Biden-Kamala Harris justifica la nueva decisión con el fin de “garantizar que nuestro futuro se haga en América por todos los trabajadores estadounidenses”. Para ello la orden limita las lagunas que permitían a empresas norteamericanas ganar contratos, pero que éstos se ejecutaran por filiales en terceros países.

La medida de Biden choca, sin embargo, con la realidad de los datos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos y la propia Casa Blanca. Apenas un 3% de la contratación de las agencias federales del país recae sobre empresas extranjeras, aunque en los últimos años ha pasado de 6.000 millones de dólares de 2016 a 7.600 millones en el año fiscal del 2019. Según la Cámara de Comercio norteamericana, el endurecimiento de las reglas de compra de producto de EE UU raramente tiene efecto, porque suelen ser “un incentivo insuficiente para mover una cadena de suministro”.

Este es un extracto de uno de los temas que encontrarás en el número de febrero de la Revista Capital, ya disponible en tu kiosco o en Zinio.

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