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Revista Capital

Óscar Hormigos, director de Desarrollo de Colección SOLO: “El arte que nos interesa es ese que no tienes por qué...

Por Redacción Capital

Colección SOLO es la nueva exposición de arte contemporáneo de la capital ubicada en la Plaza de la Independencia, en pleno centro. La exhibición cuenta con todo tipo de arte internacional e incluye piezas con Inteligencia Artificial, arte sonoro y obras de los nuevos medios. Capital habla con Óscar Hormigos, director de desarrollo Colección SOLO, sobre la posible incomprensión del arte de hoy y sobre cómo el arte digital está irrumpiendo en la sociedad. Detalla cómo funciona la Colección SOLO desde dentro y la relación que tienen con sus artistas. 

Colección SOLO es un proyecto artístico internacional que tiene como objetivo fomentar, apoyar y compartir la obra de arte de hoy. ¿Cree que los artistas de hoy están infravalorados? 

No, creo que el arte forma parte de nuestras vidas y algunas veces no somos conscientes. Lidero una parte de la Colección SOLO que está dedicada a impulsar y fomentar el arte de los nuevos medios, lo cual es un buen ejemplo de que el arte forma parte de nuestras vidas. Uno de nuestros artistas viene del GIF animado y su verdadero museo es Instagram, aunque suene inhóspito. Vemos cosas que podrían estar en un museo.

Es un lenguaje único creado por lo digital. Los artistas llegan a tener vídeos en YouTube de más de cuatro millones de reproducciones. Estamos rodeados de piezas artísticas únicas. Gracias a los nuevos medios y pantallas, estamos más expuestos que nunca al arte y estamos rodeados de arte digital contemporáneo. El arte en nuestro tiempo es el arte de hacer un storie, un GIF animado o la Inteligencia Artificial. 

¿El arte contemporáneo puede ser incomprendido por el público a veces? Cuentan con arte sonoro, de los nuevos medios y el arte de la IA, ¿hay público que todavía le cuesta apreciar este tipo de arte como arte? 

Estamos en un momento de una explosión de lo digital. Ha llegado la tecnología “blockchain” que ha ayudado a crear un mercado del arte que no existía antes. Ahora los artistas y coleccionistas pueden tener relación directa a través de los NFTs. Aparecen proyectos que han ayudado a cambiar paradigmas y a replantear convenciones de cómo se compraba y vendía. Sigue pasando todavía que la gente no comprende cómo una imagen o vídeo que todo el mundo puede ver y tener alguien está dispuesto a pagar 68 millones de dólares. Es la diferencia entre el disfrute de la obra y la posesión de la misma. 

El digital ha dado ese salto de que ahora es posible que tú seas el dueño. Solo una persona puede autentificar la propiedad de algo, hay un mercado en el que el propietario puede identificarse como único dueño. Mucha gente no acaba de entenderlo, y esto es el objeto del arte de nuestro tiempo, abrir estos límites que tenemos construidos sobre lo que es y lo que no es. Nuestro interés no es exponer algo que la gente entienda, sino sorprender y llevarlos a lugares donde no hayan estado. Que un visitante no lo entienda no implica que no vaya a gustarle. Esta disociación de que hay que entender para ver arte aquí no existe. El arte que nos interesa es ese que no tienes por qué entender. 

La exposición cuenta con artistas de todo el mundo, ¿atrae este hecho al público extranjero ahora que el turismo se ha ido reactivando por la vacunación? 

La vocación de esta colección es internacional. Muchos de los artistas están aquí por relato, porque no miramos la nacionalidad. Se crea una diversidad natural, no es pensada. Normalmente, nuestro ecosistema es muy internacional. Casi todos los artistas avisan de que cuando vengan a Madrid visiten Colección SOLO. Estamos mirando todo el rato hacia fuera, nuestro mundo es así. 

¿El hecho de que muchos sean artistas emergentes hace que asista más el público joven a la exposición? 

Este espacio es más vulnerable en el sentido de que no está siempre abierto al público y hay que registrarse. No tenemos mucha masa de gente, porque la idea es que sea una visita muy íntima de grupos pequeños. Sin embargo, estrenamos una exposición con obras de la Colección SOLO abierto al público en el Matadero y mi sensación personal y lo que nos cuenta la directora artística del Matadero es que interesa mucho a los jóvenes. Es muy agradecido ver a tanta gente joven. 

Un artista me comentaba que amigos suyos habían asistido y el feedback en redes sociales era grande, que es garantía de que mucho público joven está acudiendo a la exposición. Te diría que sí interesa a la gente joven, también por el peso digital que conecta muy bien con ellos. 

¿Cómo puede un artista formar parte de Colección SOLO?, ¿qué tienen en común todas sus obras y estos artistas para darles una oportunidad? 

La idea nace de dos empresarios españoles, Ana Gervás y David Cantolla, y todo ha evolucionado de manera orgánica. No ha nacido con una finalidad y unas bases. No somos un proyecto finalista en el que decimos “esto es lo que queremos”, simplemente nos hemos ido encontrando con obras y situaciones. Descubrí que la Inteligencia Artificial empezaba a ser una realidad y que las máquinas como herramientas para el humano podían convertirse en nuevas formas de creación y lenguaje. 

Tenemos un aparato que crea arte en tiempo real, de donde nació una relación con el artista que surge paso a paso. Es un plan de mecenazgo y apoyo fruto de una conversación de manera personal, de lo fácil a lo difícil. Intentamos hacer cosas pequeñas al principio y vamos creciendo con el artista, sin criterios definidos. 

El porcentaje de mujeres artistas, en general, suele ser inferior al de hombres, ¿reciben muchas obras de mujeres artistas? 

Ese es un gran tema. La respuesta es muy clara. El mercado del arte es el que es y se está tomando más consciencia de eso. La realidad es que muchas de las obras que nos llegan están filtradas ya por lo que es el arte. Lo que sí puedo decir es que la manera en la que David y Ana han estado coleccionando ha sido desde el corazón, no desde la información. 

No se preguntan qué sexo tiene, nacionalidad o edad, eso es algo absolutamente secundario. Ellos han comprado arte por amor. Somos muy consciente de que hay que poner el mayor apoyo posible a que, si hay oportunidad, dársela. Hemos realizado charlas y conferencias porque hay diferentes maneras de ayudar, no solo comprando un cuadro. En esa misión trabajamos todos poniendo cariño, atención y mirada. 

¿A usted, personalmente, qué obras de la Colección le transmiten más? 

Estoy muy condicionado porque vengo del mundo digital, pero personalmente hay piezas que me tocan más. Ahora, más allá del entorno digital, una pieza del japonés Keiichi Tanaami me fascina también por la historia del artista. Tiene esa capacidad creativa, de expresión y fuerza, no tengo que entenderlo para que me llene de energía, lo veo y no me canso de mirarlo.

Es curioso, porque yo pensaba que al trabajar en un museo y estar tan expuesto a arte llegaría un momento en el que dejarías de ver, pero no me pasa. Encuentro todo el rato una nueva manera de mirarlo, el arte es un gimnasio para mi mente. 

La obra de David Altmejd también está en un territorio que a mí me parece fascinante, porque al principio te tienes que enfrentar a la pieza y ahora es de mis artistas favoritos. Los impresionistas en su época eran los vanguardistas de entonces, pero el paso del tiempo ha hecho que todo eso esté dentro de lo convencional. La gente que trabajamos en el arte seguimos ampliando esos límites y fronteras. 

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