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Revista Capital

Ibán García del Blanco (eurodiputado): “La nueva ley de IA no resta ni un ápice a la competitividad europea” 

Por Mario Talavera

“Hemos intentado centrar la cuestión en la protección de determinados principios y derechos fundamentales, en el uso de la IA y no tanto en la tecnología” 

“El plazo general de puesta en marcha es 2026 porque la puesta en marcha requiere de una complejidad técnica muy grande” 

“Acelerar el proceso de adhesión de Ucrania sería injusto con otros candidatos que han hecho los deberes y llevan esperando en nuestra puerta mucho tiempo” 

Uno de los proyectos estrella de la Unión Europea es una normativa sobre Inteligencia Artificial (IA). El eurodiputado del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo, Ibán García del Blanco, cree que es un éxito de la democracia europea que, a menudo, tiene dificultades para llegar a acuerdos. En ese grupo, en el que se integra el PSOE en el Parlamento Europeo, García del Blanco desarrolla otras actividades y, de cara al futuro, observa cuestiones importantes a resolver, como el establecimiento de una Defensa común y el avance de la Unión Europea, más concretamente a nivel fiscal. 

Me gustaría ahondar en el día a día de un Eurodiputado. ¿Cuáles son sus responsabilidades? ¿Cómo es el día a día? 

Una actividad muy exigente en cuanto al tiempo y al esfuerzo. Hay que dosificar el nivel de su agenda conforme uno entiende que tiene que hacerlo. Mi base suele ser Bruselas, ir y venir a España según el mes con más o menos frecuencia. Y además tenemos luego que cumplir con otro tipo de actividad, tenemos invitaciones o encuentros en otros países de la Unión Europea, incluso representación a nivel exterior. Particularmente en América Latina, como es mi caso. He estado en varias ocasiones allí. 

Cuando estoy en Bruselas tenemos una agenda muy exigente con respecto a citas, encuentros relacionados con los expedientes que solemos llevar. Es muy importante tener un diálogo muy amplio con todo tipo de personas relacionadas con las piezas que llevamos. El trabajo se suele iniciar alrededor de las 8 y pico de la mañana y se suele terminar bastante tarde. A veces no sales hasta que llega la tarde-noche e incluso hacemos la comida aquí dentro. Pero, en resumen, depende de la actividad que tengamos diariamente y en el exterior. 

¿Cómo funciona la coordinación entre el nivel nacional y el europeo? 

Tenemos una delegación socialista española que está compuesta por veinte personas y tiene un comité de dirección. Normalmente se hace a través de ese organismo. Si hay alguna cuestión sectorial, podemos hablar con diferentes responsables ministeriales directamente o con la persona responsable del partido. Por ejemplo, en mi caso con la Inteligencia Artificial he tenido mucho contacto con las personas especialistas en esa materia que están especializada y concreta. La coordinación ordinaria la hace la dirección de la delegación. 

Entrando en el meollo del asunto, ¿cómo valora el acuerdo sobre la normativa de Inteligencia Artificial? ¿Se podrían haber introducido otras cuestiones? 

Es un tremendo éxito de la democracia europea. Pese a la complejidad que tiene la toma de decisiones somos capaces de llegar a grandes acuerdos. También con la diversidad que tienen los grupos negociadores, no solo en el Parlamento sino fuera. Era un reto porque teníamos que equilibrar varios intereses. En primer lugar, no restar ni un ápice a la competitividad europea, crear un verdadero espacio digital europeo y al mismo tiempo proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos e intereses desde el punto de vista colectivo-social. Era muy difícil llegar a puntos de equilibrio en un montón de materias y finalmente lo hemos conseguido. Para llegar hasta aquí, desde el comienzo del mandato, en 2019, ha llevado mucho trabajo. 

Lo mismo ha ocurrido en otras instituciones, ha sido muy laborioso llegar hasta aquí pero hemos puesto una pica en Flandes. No quiere decir que no haya regulaciones de otro tipo en otros lugares. Pero sentamos las bases, somos los primeros en llegar a un gran acuerdo, de una manera completa y horizontal. El siguiente paso será llegar a un gran acuerdo a nivel internacional. 

El acuerdo se basa en la percepción del riesgo de cada nivel. ¿Por qué se ha utilizado ese punto de vista para elaborar la norma? 

Lo que queríamos era evitar entrar a diseccionar tecnologías muy complejas y que están en constante evolución. Es difícil establecer parámetros que vayan más allá de seis meses. Hemos intentado centrar la cuestión en la protección de determinados principios y derechos fundamentales, en el uso de la IA y no tanto en la tecnología. Hay una excepción que son los sistemas generales y fundacionales que se entiende que necesitaban normas muy específicas.  

Se establecen varias categorías en aspectos que son inaceptables y chocan con nuestros derechos más básicos y además se establecen niveles de riesgo que nosotros entendemos que son altamente sensibles por la utilización de la tecnología, justicia, sanidad, educación. En ese aspecto, se establecen controles muy exhaustivos por los intereses que pueden estar en juego. 

Ha sido más hacia el uso que de establecer que esta tecnología tenga unos requisitos mayores o menores. 

¿Cree que al aproximarse al asunto de esta forma reduce el riesgo o evita que pueda convertirse en una ley obsoleta? 

Independientemente de la evolución tecnológica que pueda tener, al final el uso es lo importante, más allá de su potencia o de sus cualidades. Saber qué usos necesitan un control específico mayor o qué usos entrarían en la categoría de necesidades de transparencia. o qué usos directamente están prohibidos en la Unión Europea. Pensemos en manipulación subliminal, cuestiones de mediciones biométricas en tiempo real en espacios públicos… Son cuestiones que atentan con derechos que son inalienables. 

Hay diferentes plazos para que entre en vigor y se ponga en marcha esta ley. Me pregunto por qué y si tiene algo que ver la tramitación parlamentaria. 

El plazo general de puesta en marcha es 2026. La razón fundamental es que la puesta en marcha requiere de una complejidad técnica muy grande, requiere de la preparación y el entrenamiento de equipos completos. No olvidemos que son los estados nacionales los que tienen que hacer cumplir esta norma de forma ordinaria. Es decir, necesitamos desarrollar herramientas sobre una materia que es muy compleja. 

Entendemos que hay cuestiones que son más perentorias, relacionada con derechos fundamentales, cuestiones que atañen a los usos de alto riesgo o normas sobre los modelos fundacionales. Que se facilite información para un registro europeo con un plazo más corto. En este caso, hablamos de seis meses y el otro caso hablamos de un año. Pero sí, la puesta en marcha completa se prevé de aquí a dos años.  

Se han trasladado ciertos debates a nivel nacional a las instancias comunitarias, como puede ser el caso de la amnistía y, en general, han tenido que ver con la formación de gobierno. ¿Cómo se ve la situación española en Bruselas? 

La oposición recurrentemente ha traído cuestiones de política interior a organismos europeos. No solo a través del comité de peticiones, que está desbordado de cuestiones específicas de España, sino que también se ha traído a debates generales sobre el estado de Derecho en España mucho antes de que existiera el debate de la amnistía. Dejó muy perpleja a alguna gente en España que no hubiera una gran aceptación del debate sobre el estado de Derecho impulsado por el Partido Popular Europeo. No causó gran expectación, pero a quienes estamos aquí no nos extrañó porque la gente está un poco cansada de que las cuitas a nivel interno que se producen en España no se diriman en los organismos españoles, sino que se intenten dirimir muchos asuntos de ámbito nacional a nivel europeo, en espacios que no están pensados para eso.  

Otras cuestiones que tienen que ver con peligros reales sí se tratan aquí, si bien este no es el caso. 

¿Cómo se valora la presidencia española de turno? 

Extraordinariamente productiva. Existía esa expectativa de que sirviera de piedra de toque y que terminaran de culminarse reglas importantes. Se acordó hace tres días la ley de libertad de medios. También hace poco se trató la Ley de responsabilidad ética y deontológica de las empresas. Si no me falla la memoria se han aprobado y se están discutiendo más de 100 normas diferentes. Recomendaciones, directivas y reglamentos. 

Quizás lo más llamativo es la Ley de IA, pero hay muchas otras cosas que se han sacado adelante. Creo que podemos decir que ha sido muy productiva y que ha estado a la altura de las expectativas 

Teniendo en cuenta que las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina. En una visita reciente a Bruselas, los diferentes responsables comunitarios hablaban de preocupación por la irrupción en el Parlamento de movimientos euroescépticos. ¿Cuáles son las expectativas? 

Viendo las encuestas, parece existir este problema real. Bien es cierto que de donde vinieron más diputados de ese corte, sobre todo de países del Este, están empezando a cambiar las cosas. Así se ha visto en el caso de Polonia pero a la vez ejemplifica también lo difícil que es echar a los populistas que llegan al poder. Hay buenas noticias en el Este, pero viendo otras encuestas en Alemania, Italia o Francia da un poco de miedo. Más que entrar en terror, es importante que las fuerzas liberales y de valores democráticos nos paremos para ver qué objetivos tenemos que compartir y para valorar la defensa de los derechos, que no se antepongan relatos históricos semiinventados sobre lo que es la vida real.  

Nos tenemos que poner de acuerdo en cómo paramos de verdad a la extrema derecha en las instituciones. Del éxito del proyecto europeo se devenga la continuidad de nuestros sistemas democráticos y el peso de los países europeos en el mundo. Si no hacemos eso, es posible que el proyecto completo corra peligro y eso sería una catástrofe. 

¿Qué otros retos afronta la Unión Europea en el principio del año? 

Recientemente se ha acabado de sustanciar el pacto para ampliar la Unión. Eso marcará la agenda en los próximos tiempos. Hay que intentar resolver cuanto antes la agresión de Rusia en Ucrania en nuestra propia frontera. Hay una cuestión relacionada con la defensa y la seguridad común que se va a ir imponiendo. La necesidad de compartir mucho más la defensa de manera comunitaria. 

Por supuesto, hay que seguir desarrollando mucho más la Europa social como antídoto a la desesperanza que es el caldo de cultivo que genera la llegada de populistas y la extrema derecha a las instituciones. Tenemos que combatir eso con una Europa más social y que dé esperanza de cara al futuro. 

Por último, hay que seguir ahondando en la integración. En concreto, hablamos del tema fiscal. Tenemos que mirar con una perspectiva más amplia. Es la pata que queda, tenemos política monetaria compartida, tendremos avances en lo que respecta a la defensa, sanidad, y necesitamos financiar todo eso de manera compartida. 

En cuanto al asunto de Ucrania. ¿Qué consecuencias puede tener una adhesión de Ucrania? ¿Puede suponer un enfrentamiento mucho más directo con Rusia? 

No hay que tener prisa en esa cuestión y las normas están muy claras. Por más que se exprese una voluntad política, hay que cumplir unos requisitos para estar dentro de la Unión. Nos haríamos un flaco favor si acelerásemos eso. A nosotros y también a Ucrania. 

Eso no quiere decir que no podamos tener un sistema de colaboración privilegiada de forma que sea más fácil volcar nuestros esfuerzos en recuperar el país cuando acabe la guerra. 

Además, acelerar el proceso sería injusto con otros candidatos que han hecho los deberes y llevan esperando en nuestra puerta mucho tiempo. 

No hay que confundir la ayuda a Ucrania, el esfuerzo y ayuda a nivel político y moral, con una integración exprés. 

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