El modelo sanitario español vive uno de los momentos más críticos que se recuerdan y se enfrenta a diferentes enfermedades que ponen en la cuerda floja el Estado del bienestar. Todo ello, enmarcado en el eterno debate acerca de si la colaboración público-privada es o no el camino a seguir en nuestro país. Para conocer más sobre la situación sanitaria, Capital habla con el Dr. Juan Abarca Cidón, presidente de HM Hospitales y de la Fundación IDIS (Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad).
¿En qué punto se encuentra España en materia sanitaria? ¿Cuál es el estado de salud de España?
Nos encontramos en un momento crítico, por no decir previo al colapso, que, como no se afronte con celeridad, va a provocar una merma sustancial de nuestro Estado del bienestar y, por lo tanto, una fragmentación de la sociedad con consecuencias, hoy en día, incalculables.
Actualmente afrontamos un deterioro evidente y paulatino del ecosistema de atención sanitaria del sistema público, que es especialmente alarmante en las listas de espera quirúrgicas y de consultas, la atención primaria, o el acceso a la innovación. Todo ello, en un entorno caracterizado por la infrafinanciación o por la existencia de 17 modelos diferentes de atención sanitaria con poca coordinación.
Todos estos problemas, al final, acaban afectando directamente a la sanidad privada, que también se ve perjudicada por la masificación o el déficit de profesionales sanitarios, haciendo que nuestro modelo sanitario esté enfermo y necesite nuevos tratamientos, en forma de reformas, para recuperarse.
“Nuestro modelo sanitario está enfermo y necesita nuevos tratamientos”
La principal consecuencia de este deterioro recae sobre los pacientes, que sufren en primera persona estas carencias y esta decadencia en algo tan importante como el cuidado de su salud. Pero también afecta a los profesionales sanitarios, que ven como sus condiciones se deterioran. Pese a todo, es también necesario decir que, aunque hemos vivido épocas mejores, España sigue teniendo uno de los sistemas sanitarios más eficientes del mundo, lleno de grandes profesionales que es la base para poder sacarlo adelante con éxito.
¿Qué necesita para mejorar?
Muchas cosas, pero lo fundamental es un pacto de Estado que aglutine al mayor número de partidos políticos y agentes sociales posibles en el que se ponga de verdad por delante al paciente. Y esto implica financiación adecuada, modelos de gestión en los que primen criterios de eficiencia administrativa y económica, unificación de procesos, cambios en la gobernanza y, en cuestiones organizativas, incorporación de nuevas tecnologías y del dato sanitario. Y, según mi opinión, necesitamos una verdadera y eficaz colaboración público-privada que redunde en el beneficio de la salud de los pacientes.
El nuevo gabinete del Ministerio de Sanidad tiene, como principal objetivo, blindar la universalidad. ¿Es sostenible esto en un país como el nuestro?
Sinceramente, la universalidad no es un problema para la sostenibilidad del modelo y, al contrario, por una cuestión de salud pública, es necesario que todas las personas que viven en España tengan acceso a unos estándares de atención sanitaria esenciales y completos. Ya hemos vivido recientemente una terrible pandemia de la que todos debíamos sacar aprendizajes. Uno de ellos es que todos formamos parte de un todo y estamos conectados, por lo que es necesario que los cuidados y el control de la salud sean lo más universales posible.
¿Qué aporta la sanidad privada que no aporta la sanidad pública? ¿Y viceversa?
Ambas forman parte del Sistema Nacional de Salud (SNS) y se necesitan mutuamente. La sanidad pública ofrece una cobertura universal que garantiza a todos los ciudadanos una respuesta sanitaria adecuada. Del mismo modo, los más de 12 millones de españoles que optan por pagar un seguro de salud privado contribuyen a no aumentar la evidente masificación y contribuyen al ahorro de recursos al sistema sanitario público.
La sanidad pública y la privada se retroalimentan positivamente, porque la primera obliga a la segunda a tener que mirar más allá de los resultados económicos para poder competir en calidad, y la privada le aporta a la pública la competitividad necesaria para aumentar su productividad y ser más eficiente. En cualquier caso, dada la idiosincrasia de nuestro sistema sanitario, la coexistencia de ambas es tan necesaria como inevitable porque, de no ser así, al día siguiente se produciría un colapso del sistema.
¿Qué hace falta para acabar con las diferencias de las comunidades autónomas en esta materia y alcanzar la equidad?
El problema es complejo. Ahora, el gasto sanitario corre a cargo de las comunidades autónomas, se organiza cada una como quiere y en función del modelo más acorde a la línea ideológica de los gobernantes. Pero echo de menos un papel más protagonista del Ministerio de Sanidad en la organización sanitaria y, aunque algunos lo vean como un proceso de centralización, aspectos como la definición de los limites en las coberturas y prestaciones o la compra de tecnología y de fármacos serían fundamentales.
Esto hay que verlo como una mejora en los criterios de eficiencia, no como un ataque a las competencias de cada región. Luego los políticos de cada territorio harán su interpretación interesada, pero esta es la realidad: en materia sanitaria, los españoles no son iguales entre sí, y esto debería cambiar.
¿Considera que la sanidad está politizada en España?
Evidentemente sí. Todo en la vida es política y eso no es malo. Al contrario, el político, en un plano teórico, debe gestionar en beneficio de la sociedad, priorizando necesidades y ofreciendo soluciones. El problema está en el sectarismo, el populismo, la construcción de bloques o la ausencia de libertad.
Hay que romper con esa idea del enemigo permanente y generar espacios de convivencia y empatía, siempre bajo el imperio de la ley y el bien común. La sanidad es un bien precioso y nunca debería ser un arma arrojadiza entre bloques, porque ahí perdemos todos y, sobre todo, los pacientes.
A priori, la inversión pública en sanidad será del 6,7% del PIB en 2024, al igual que en 2023. ¿Cree que es suficiente esta cifra?
No, es absolutamente insuficiente. El SNS en los últimos años se ha podido actualizar y renovar, con la colaboración inestimable de la industria de tecnología sanitaria, a través de planes como Inveat o Minap alimentados por los cientos de millones de euros de los fondos ‘Next Generation’. Pero va a llegar un día en que esos fondos se acaben, y entonces volveremos a la ausencia de renovación tecnología y de inversiones con ese porcentaje de inversión del PIB. Si a esto le añadimos que, si no se introducen medidas que mejoren la eficiencia del sistema y se incremental las prestaciones, pues las cuentas no salen.
La ministra Mónica García defendió, antes de entrar en el Gobierno, que había que integrar a los mutualistas en la sanidad pública, lo que supondría dejar sin mutua a casi 2 millones de funcionarios. ¿Cree que esto puede llegar a ocurrir en España? ¿Con qué consecuencias?
Pues recientemente la ministra García expresó que no iba a abordar el modelo de las mutualidades -del que, legítimamente, está claramente en contra- al no considerarlo entre sus prioridades en este momento. Es totalmente cierto que el modelo de las mutualidades está en riesgo de muerte por inanición, dado que su infrafinanciación un 40% más baja que lo que cuesta la cápita anual de un ciudadano en la Sanidad pública, hace insoportable mantenerlo tanto para aseguradoras como hospitales si no se incrementa su financiación. Dicho esto, puede pasar cualquier cosa, tanto porque el Gobierno en algún momento decida no continuar, como que las empresas no les compense porque no lo puedan mantener.
Para la sanidad privada, supondría el cierre de decenas de centros hospitalarios, con sus consecuencias en el empleo y en la puesta a disposición de recursos sanitarios. Con respecto a la sanidad pública, casi dos millones más de usuarios entrarían en un SNS en situación de colapso.
En España hay aproximadamente 820.000 pacientes en lista de espera para ser operados. ¿Cómo puede la sanidad española mejorar la productividad?
Y hay otro millón y medio aproximadamente en el trámite entre las consultas con el especialista y la espera quirúrgica, en las pruebas diagnósticas. Las claves para afrontar las gigantescas listas de espera pasan por dos cuestiones esenciales: una mayor financiación, acompañada de planes de eficiencia en la gestión, que doten al SNS de las herramientas necesarias para aumentar profesionales y mejorar ratios, y la colaboración público-privada.
“No es de recibo que un hospital público de gestión privada no tenga apenas listas de espera y a 50 metros, uno público de gestión pública las tenga de manera casi insoportable”
No es de recibo que un hospital público de gestión privada no tenga apenas listas de espera, y a 50 metros uno público de gestión pública las tenga de manera casi insoportable. Este es un tema de voluntad política y de abandonar sectarismos en beneficio de los pacientes. Tenemos mucho que aportar en ese campo si la administración quiere.
La falta de profesionales es una de las aparentes debilidades del sistema sanitario español. ¿Cómo se puede solucionar este déficit de efectivos?
Ante todo, no hay que ser reduccionistas. Este es un problema estructural, multifactorial y de difícil solución a corto plazo. Bajo mi punto de vista, es fundamental cambiar el modelo actual del acceso a Medicina para no perder vocaciones, hacerlo más atractivo y pegado al paciente, y fomentar mejores condiciones laborales y de desarrollo de las carreras profesionales. Todos vemos el déficit de médicos de familia. Además, es preciso reevaluar las competencias profesionales actuales y valorar la incorporación de los nuevos perfiles que ofrecen las nuevas tecnologías.
¿Cuál es la apuesta de la Fundación IDIS para este 2024?
En IDIS tenemos una idea fija y no vamos a parar de promocionarla y defenderla. Queremos el mejor sistema sanitario posible para España. Y en nuestra opinión, esto pasa por fomentar la eficiencia en el sistema sanitario público y aumentar la cohesión y la participación de la sanidad privada para transformar el sistema.
Para ello, vamos a seguir insistiendo en fomentar y desarrollar el proyecto de interoperabilidad en la sanidad privada, con un ojo puesto en la evolución que haya en Europa en este campo y con el deseo de que la sanidad pública lo vea como un beneficio y una herramienta de eficiencia. También nos preocupa la ciberseguridad y queremos avanzar en la protección de nuestros sistemas.
En cuanto a HM Hospitales, ¿qué proyectos tiene el grupo?
El futuro se presenta de forma apasionante, aunque nuestro crecimiento siempre se cimenta sobre la previsión y el orden. En los próximos años, vamos a poner en marcha nuevos centros e instalaciones en la Comunidad de Madrid. Este 2024, si toda va bien, entrará en funcionamiento el Hospital Universitario Madrid Río y el nuevo Edificio de la Facultad HM de Ciencias de la Salud de la UCJC en el Hospital Universitario HM Montepríncipe.
En 2025, el Hospital de Día HM Nuevo Norte y el Hospital Universitario HM Tres Cantos también entrarán en funcionamiento. Con estas aperturas mantendremos nuestro papel protagonista en Madrid, donde somos líderes en el sector privado. Fuera de Madrid, estamos avanzando con un nuevo hospital en la localidad malagueña de Vélez Málaga. Apostamos muy fuerte por la docencia y la investigación y, sobre todo, en ofrecer la mejor asistencia sanitaria posible a nuestros pacientes.