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Revista Capital

La política monetaria recupera su poder ante la ralentización económica

El mercado descuenta un recorte de tipos por parte de la Fed, pero hay dudas sobre su magnitud, que podría ser de hasta 50 puntos básicos

La política monetaria recupera su poder ante la ralentización económica
Por Mario Talavera

La reunión de Jackson Hole, que se celebra anualmente el último fin de semana de agosto, suele dar pistas sobre la orientación de la política monetaria. En la conferencia de este año, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, adelantó que ha llegado el momento de virar la actual estrategia de tipos de interés.

Los organismos públicos tienen la capacidad de reaccionar frente a los vaivenes económicos, geopolíticos y prácticamente de toda índole. La política monetaria, cuyo principal exponente es la gestión de los tipos de interés (el precio del dinero), es uno de esos resortes que se pueden pulsar desde los Estados con la intención de que las cosas vayan en la dirección deseada. Dicha dirección cambia en cada momento, pero no suele alejarse del crecimiento económico, la estabilidad y el nivel adecuado de los precios, todas ellas cualidades deseadas por cualquier gobierno.

Lo que ocurre con los gobiernos y demás instituciones es que, en la práctica, el recurso con el que cuentan es el dinero. Si un país pasa por dificultades económicas, su capacidad de actuación se reduce. Tras eso, quedan otras pocas herramientas, entre las que destacan los tipos de interés, manejados por bancos centrales y, a priori, siguen criterios más concretos y se basan en los datos.

Este preámbulo viene a cuento de la situación actual, contrapuesta a las coyunturas recientes como la 'Gran Recesión' y la crisis del Covid-19. A partir de 2008, con el estallido de la burbuja inmobiliaria, las respuestas fueron diversas, pero la mayor parte de los Gobiernos no tuvo más remedio que aplicar medidas que amortiguaran la caída en las cifras de crecimiento y empleo y el aumento de los niveles de déficit público y deuda soberana.

A la vez que se protegió a los sectores económicos y a aquellos ciudadanos que lo necesitaron, se produjo un enorme incremento de la deuda, como sucedió en el caso de España. La falta de recursos elevó la deuda de España desde representar el 39,7% del PIB de 2008 hasta el 100% de 2013. Desde entonces, no ha dejado de crecer.

La actuación de los bancos centrales

Con la segunda sacudida de la crisis, que afectó precisamente a la deuda y a la sostenibilidad de algunos estados, el Banco Central Europeo (BCE) optó por sacar toda la artillería. Entre otras medidas, el célebre presidente italiano del organismo por entonces, Mario Draghi, redujo los tipos de interés como única alternativa para estimular la economía mientras aliviaba la deuda de varios países europeos.

“Haremos todo lo que sea necesario, y, créanme, será suficiente”, dijo en julio de 2012 el mandatario transalpino. Esas palabras de hace doce años lograron relajar la presión sobre los intereses de la deuda soberana y los mercados de valores reaccionaron al alza, anticipando una rebaja de tipos de interés que se produjo gradualmente hasta llevarlos al 0% en menos de tres años (marzo del 2016).

Tanto la actividad económica como las cuentas públicas resistieron, pero sin demasiados alardes. Ello provocó que el BCE se quedase sin margen para lo que llegó después: la pandemia de covid-19. Como la economía no terminaba de arrancar, el BCE mantuvo los tipos de interés en niveles bajos por más tiempo de lo que esperaba. Concretamente, seis años.

"La vista del banco central de EEUU se ha posado sobre el empleo, toda vez que los riesgos sobre la inflación se han reducido"

La respuesta volvió a depender de la política fiscal que, en el caso de España, supuso disparar la deuda desde el 98,2% del PIB en 2019 al 120,3% en 2020. Sin embargo, la actividad rebotó en 2021 y 2022, acompañada de la guerra de Ucrania, lo que resucitó la inflación en todo el mundo, primero en los precios de la energía y, poco después, en lo demás, sobre todo en productos alimentarios.

Dicha inflación obligó al BCE, por primera vez desde 2016, a subir los tipos de interés en julio de 2022. En Europa, dicha subida se hizo desde el citado 0%, por lo que se fueron ejecutando ajustes al alza en cada reunión, hasta septiembre de 2023, cuando tuvo lugar la última subida, por lo que los tipos quedaron en el 4,5%.

Por su parte, la Fed sí que había podido bajar los tipos para estimular la economía estadounidense durante la pandemia, dado que sus niveles no se encontraban tan bajos como en Europa, sino en el 1% justo antes de la expansión del covid-19. No obstante, al igual que el BCE, optó por ir subiendo el precio del dinero en 2022, pero no en julio, sino unos meses antes, en marzo. Al haber empezado antes, sus tipos llegaron hasta más arriba que los del euro, concretamente, hasta el 5,25%.

Draghi fue heterodoxo para tratar una situación extrema, algo que después pasó factura en 2020. Por el contrario, en EEUU se optó por la ortodoxia, lo que ahora tiene mayor margen de actuación. En todo caso, como en las situaciones anteriores, las circunstancias propias mandan.

Richard Clarida (Pimco): "La Fed confía en una prolongación de los avances logrados en su estrategia de desinflación"

Lo hicieron en Europa tras la segunda recesión, como también lo hacen ahora, cuando ciertas economías se han debilitado, con diferentes ritmos tanto en el Viejo Continente como en Estados Unidos. En una decisión que llevó a Christine Lagarde, presidenta del BCE, a tomar la iniciativa, el organismo redujo los tipos de interés en la pasada reunión de junio, si bien avanzó que, a partir de entonces, tomaría decisiones según los últimos datos disponibles.

Mientras, la Reserva Federal (Fed) decidió mantener las cosas como estaban, en vistas de que la actividad económica se mantenía sin cambios. No ocurre lo mismo ahora, con diferentes datos que apuntan a una ligera desaceleración. Uno de ellos fue el que se conoció en los últimos días de agosto, cuando crecieron en 4.000 personas el número de solicitantes de subsidios de desempleo.

“Ha llegado el momento de ajustar” la política monetaria

Tanto este como otros datos han empujado a Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed) a confirmar en Jackson Hole lo que el mercado venía anticipando en los últimos tiempos: "Ha llegado el momento de ajustar" la política monetaria. La inflación es otro de ellos, pues parece dar un respiro a la vez que la economía se estabiliza.

"La dirección del viaje es clara, y el momento y el ritmo de los recortes de tasas dependerán de los datos entrantes, la evolución de las perspectivas y el equilibrio de riesgos", incidió Powell en la reunión de los banqueros centrales que se celebró a finales de agosto. Además, cree que los riesgos para que la inflación vuelva a descontrolarse "han disminuido".

Por otro lado, se mostró confiado en la efectividad de la estrategia seguida hasta ahora, puesto que el nivel actual de los tipos de interés proporciona un "amplio margen" para poder afrontar posibles riesgos. Entre ellos, un enfriamiento del mercado laboral. Pese a dichos riesgos, Powell considera que la economía estadounidense goza de buena salud, que además ahora puede apoyarse en una "reducción adecuada" de la política monetaria.

Eso es lo que esperan los expertos para la reunión del próximo 18 de septiembre. Se da por supuesto el recorte, pero hay dudas sobre su magnitud, que podría ser de 25 puntos básicos, aunque podría llegar hasta los 50 puntos.

La opinión de los expertos

Eric Winograd, de Alliance-Bernstein, cree que el discurso de Powell "no aportó nada nuevo", en tanto que siguió por la senda esperada. Winograd apunta que la velocidad de los recortes dependerá de los datos que se conozcan en las próximas semanas. En opinión del portavoz de la gestora, la vista de la Fed se ha posado sobre el empleo, toda vez que los riesgos sobre la inflación se han reducido.

Desde la fintech Ebury coinciden en que se producirán bajadas de tipos de interés, empezando con la de septiembre, pero descartan que se vayan a producir cuatro, como "descuentan los mercados para antes de fin de año". Por otro lado, destacan que, aunque es menos probable, ha aumentado la posibilidad de que el recorte sea de 50 puntos básicos y no de 25 puntos.

Eric Winograd (Alliance Bernstein): "La vista de la Fed se ha posado sobre el empleo, toda vez que los riesgos sobre la inflación se han reducido"

Llama la atención que la decisión de Powell de reducir tipos de interés se haya hecho pública mientras la inflación permanece por encima del objetivo del 2%. Richard Clarida, de Pimco, subraya que "la Fed confía en que se han logrado suficientes avances en la desinflación y se espera que continúen". Con todo, si la Fed persiste en ese empeño, podría "alcanzar ese históricamente raro 'aterrizaje suave' en el que los altos tipos de interés reducen la inflación" sin desencadenar un aumento del desempleo.

Algo que también merece mención son las palabras de Powell refiriéndose a errores pasados. Christian Scherrmann, de DWS, se fija en la frase de cierre del presidente de la Fed: "Los límites de nuestro conocimiento exigen humildad y un espíritu cuestionador centrado en aprender lecciones del pasado y aplicarlas con flexibilidad a nuestros retos actuales". Scherrmann interpreta esto puede insinuar que la Fed puede ser más agresiva en sus decisiones "si las condiciones económicas lo justifican".

Desde eToro advierten que la dependencia de los datos para tomar decisiones de política monetaria hace "casi imposible" acertar. Bret Kenwell incide en que, “si la Fed se precipita, el resultado puede llevar a una mayor inflación, mientras que, si se deciden más tarde de lo debido, pueden arriesgarse a que el mercado laboral colapse”.

Bret Kenwell (eToro): "Si la Fed se precipita, el resultado puede llevar a una mayor inflación, pero si decide más tarde, hay riesgo de colapso en el mercado laboral"

El euro y la libra, a rebufo del dólar

Linterdependencia entre unos mercados y otros significa que, si hay inflación en Europa, pronto puede haberla en Estados Unidos. Y, por tanto, la respuesta de sus organismos acabará siendo similar. Lo que también ha sido una norma no escrita es que dicha respuesta se suele producir en los mismos tiempos o, en otras ocasiones, Estados Unidos lleva la batuta frente al resto.

Este 2024 ha sido la excepción, en tanto que la economía europea se encontraba debilitada y el BCE se ha visto obligado a actuar sin esperar a la Reserva Federal (Fed). No obstante, el emisor del euro sigue mirando de reojo al otro lado del Atlántico, puesto que los tipos de interés influyen en el cambio del euro con el dólar y las diferencias en las subidas o bajadas influyen en dicho cambio.

Por ello, la zona euro no puede ser ajena del todo a lo que ocurre en Estados Unidos, cosa que también ocurre en el caso del Reino Unido. Tras una primera bajada de tipos, el BCE cree que "la vuelta al objetivo aún no está asegurada", dijo el economista del organismo, Phillip Lane, en referencia al ansiado nivel del 2% de inflación.

En esa línea, durante su participación en Jackson Hole, Lane recordó que la estabilidad de precios es el mandato fundamental del BCE, más allá de contribuir o no al fortalecimiento de la economía: "La orientación monetaria tendrá que permanecer en territorio restrictivo el tiempo que sea necesario para conducir el proceso de desinflación hacia un retorno oportuno al objetivo".

A priori, la persistencia de la inflación es menor que hace unos meses, por lo que el BCE podría inclinarse por seguir reduciendo los tipos en su reunión del 12 de septiembre, al igual que lo hará la Fed.

Por su parte, el gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, coincide en ese diagnóstico en líneas generales, pero añade que "la situación es más matizada y cambiante que nunca". Aunque la inflación haya dado un respiro, plantea que "la incertidumbre sigue siendo un factor clave" al que los bancos centrales tendrán que prestar atención.

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