“No somos catastrofistas con el cambio climático, lo vemos como una oportunidad”
En plena oleada sostenible, emerge el concepto de ‘capital natural’ como la reserva global de recursos relacionados con la tierra, el aire, el agua y todos los organismos vivos. El Mediterráneo, por su diversidad, se convierte en el centro de pruebas de nuevas metodologías de inversión que buscan regenerar esta riqueza con inversiones públicas y privadas.
Analizamos este sector emergente con Joan Cabezas, CEO y cofundador de Nactiva, la plataforma de inversión sostenible que cuenta entre sus socios con Naturgy, CaixaBank, Celsa o Catalana Occidente, entre otras empresas.
Existe una especie de ‘carrera’ entre las empresas por la sostenibilidad. ¿No cree que hay mucha teoría y poca acción en torno a los criterios ESG?
Es una tendencia joven. En mi opinión, para que algo se convierta en un sector estratégico, primero tiene que ser una moda. Las empresas hacen ‘gestos’ ESG: pequeñas intervenciones, cambios organizativos, dotación de personas… Pero todavía con pocos recursos, los proyectos interesantes son pequeños. Se insiste mucho en la medición, pero menos en el contenido, en la transformación real de la empresa y de las comunidades.
Hay una primera fase, para que la gente se ‘sume al carro’, en la que hay menos profundidad en el contenido, pero se genera una cultura empresarial en la que ya se acepta que esto es imprescindible. Y a partir de ahí es cuando viene la sofisticación. Por poner un ejemplo, cuando empezamos con las energías renovables, había muchas pequeñas iniciativas, huertos solares por aquí y por allá. Hoy, sector es mucho más sofisticado y hay inversores muy profesionales. Esa es la evolución que vamos a ir viendo en los temas de sostenibilidad.
¿Los factores ESG, a la vez que sostenibles, pueden ser rentables? ¿De qué depende eso?
Tienen que ser rentables a la vez que beneficiosos a nivel medioambiental, social y económico. La inversión en ESG debe dar resultados financieros. La dicotomía entre ESG y no ESG, por decirlo así, se va a ir desvaneciendo, porque al final lo que importa es la inversión.
La humanidad está valorando las cosas de forma diferente. Y eso es un proceso cultural gradual. Los seres humanos convivíamos con toneladas de CO2 desde hace muchos años. Cuando nos damos cuenta de que eso tiene un impacto en nuestro clima, en nuestra naturaleza y en nuestras comunidades, y de que es una amenaza para nuestra calidad de vida y para las futuras generaciones, lo empezamos a valorar.
Es la necesidad de seguir estando vivos, incluso de la continuidad de la civilización humana tal como la conocemos.
¿Qué le pasa al Mediterráneo y por qué creen que hay que ‘salvarlo’?
Somos mediterráneos, queremos nuestra tierra y nuestros orígenes. Las economías del Mediterráneo dependen muchísimo más del capital natural que otras. El efecto de no mantener este capital es el cambio climático, los desastres naturales, el calentamiento…
Además, los ecosistemas mediterráneos son muy diversos. Las montañas, los valles, los ríos, las playas o la agricultura se sitúan en lugares muy concentrados y próximos de espacio. Actuar en esos ecosistemas es mucho más eficiente. Cada euro invertido en estos territorios se diversifica y tiene retorno en agricultura, en bosques, en biodiversidad marina, etc. Ese mismo euro, en el Midwest de Estados Unidos, por ejemplo, lo único que puede generar es un trigo de mejor calidad orgánico, pero no mucho más.
El tercer motivo es cultural, creo que en el Mediterráneo nuestra identidad está muy unida al paisaje. Eso refuerza el apoyo a la inversión en capital natural, que parte de una posición de liderazgo y va a ser muchísimo mayor que en otros lugares del mundo.
Las empresas que forman Nactiva son mayoritariamente catalanas. ¿Pretendéis incorporar socios de otras regiones del Mediterráneo? ¿Hay vocación de crecimiento global?
Los fundadores de Activa somos Palladium y Roman y queremos crecer fundamentalmente en el Mediterráneo. Somos muchos países, con mucha diversidad cultural, religiosa, e histórica, incluso con diferencias de niveles de desarrollo. Necesitamos empresas que estén vinculadas al territorio, y creemos que el ecosistema catalán de compañías está bastante diversificado y es sensible a estos temas.
Dentro del Mediterráneo, es uno de los que reúne estas características de alta montaña, de ciudades medianas y grandes, de zonas agrícolas, de grandes extensiones de bosques, de un litoral a preservar y a cuidar…
El modelo lo podremos aplicar en otras regiones y en otros países. A principios del 2024 ya deberíamos incorporar empresas de otras regiones de España, generalmente de Madrid, por su implicación en otras áreas de la costa Mediterránea, pero también de Valencia, de Baleares, etc.
El horizonte del proyecto es 2030, ¿por dónde empieza?
Hemos comenzado a financiar iniciativas en las cuatro áreas de bosque, naturaleza, tierra y agua y tenemos emprendedores interesados desde varias partes del Mediterráneo. Tenemos dos proyectos muy avanzados, Gestión Forestal y Cadena de Valor de la Proteína Vegetal, y esperamos movilizar inversiones por valor de entre cinco y siete millones de euros este primer año.
En 2024, tenemos que ver cómo esos proyectos se pueden ir extendiendo o replicando en la cuenca mediterránea española. En el mismo periodo, empezaremos a contactar con gente internacional para lanzar el plan de expansión a partir del 2025, con socios promotores o líderes en cada uno de los países.
¿Cómo equilibrarán la aportación de fondos públicos españoles y europeos con la parte privada?
Creemos mucho en el modelo mixto de inversión. Hay proyectos que son de bien común, de financiación fundamentalmente pública. En cambio, la inversión en una planta de biogás, por ejemplo, pues es más inversión privada. El sector privado ya ha aportado aproximadamente un millón de euros.
Para las fases iniciales del diseño, de impacto socioeconómico y empresarial, creo que es muy importante acudir a líneas de financiación y tanto a los fondos del Ministerio como de las administraciones autonómicas o locales y fondos europeos. Luego, cuando los proyectos se definen para ser invertibles, la gran mayoría deben ser financiados por iniciativa privada o por fondos privados, con ratios del 80%-20%.
¿Cómo se definen a sí mismos?
Nuestra ambición es ayudar a los países exportando las soluciones que estamos desarrollando en el Mediterráneo español. Este va a ser un sector estratégico de nuestra economía en los próximos 10 años y afectará a nuevas empresas, que todavía no conocemos, a nuevos proyectos y a nuevas entidades, pero también a las actuales, que virarán hacia un modelo de regeneración del capital natural. No somos catastrofistas con el clima, lo vemos como una oportunidad.
Nactiva se posiciona como una gran innovación, y esta innovación es doble. Creamos el sector del capital natural en el Mediterráneo, somos pioneros, y queremos ser el eje que hace que todo esto se desarrolle de una forma mucho más rápida y desde un punto de vista de plataforma abierta y colectiva.
La mayoría de los problemas del mundo se intentan solucionar con los instrumentos que teníamos antes, con un fondo de inversión, una empresa nueva… En este caso, no, somos una plataforma de colaboración, que cofinancia, busca eficiencias en los proyectos y maximiza su impacto. Lo que podemos hacer juntos no lo podemos hacer separados. Lo hacemos todo desde una profunda humildad, como una empresa social sin ánimo de lucro y que lo que queremos es que las cosas funcionen.
Somos una plataforma muy inclusiva, con diferentes perspectivas de cómo ver la naturaleza. Unas más ecologistas y otras más productivistas, que encuentran un espacio para trabajar juntos.
