La subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) de los 735 a los 900 euros que plantea el Gobierno de Pedro Sánchez suscita posiciones encontradas. Los hay que creen que es una medida que llega tarde tras varios años de recuperación económica y también están los que piensan que esta subida puede destruir mucho empleo. Los expertos, para colmo, tampoco se acaban de poner de acuerdo en ciertos puntos aunque sí en lo general: reducirá en sentido amplio la desigualdad y tendrá un efecto, mayor o menor, en el empleo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha respaldado la “necesaria” subida del SMI. “Los salarios de España necesitaban una actualización para ponerse a la altura de la UE en términos de porcentaje sobre el sueldo medio. El SMI es un mínimo de protección social y sirve para evitar que haya empleos de extrema precariedad”, ha dicho el secretario general, Ángel Gurría. “No es que vaya a encarecer enormemente la cuenta de los que tienen que pagar los salarios, sino que el ajuste era necesario y razonable”, ha dicho.
El director de Coyuntura y Economía Internacional de Funcas, Raymond Torres, entiende que el actual SMI de España “es más bajo en términos absolutos y relativamente más bajo con respecto a la mediana salarial” del resto de Europa. En el continente, el ratio del SMI es del 55% de la mediana salarial, mientras que en España actualmente no llega al 40%, según Torres, que incide igualmente en que su cobertura en España es baja.
De acuerdo con este experto, la subida del SMI tendrá un impacto en el empleo que será “perfectamente asumible a largo plazo”. En la misma línea, puntualiza que ha habido países como Alemania que no tenían SMI y han pasado a tenerlo sin que ello tuviera un impacto negativo en el empleo. Italia, por ejemplo, no tiene un salario mínimo interprofesional y aún así ese país “no obtiene buenos resultados en materia laboral. Influyen muchas cosas”.
Torres matiza, en cualquier caso, que “el gradualismo en los ajustes es importante. Es mejor ajustes escalonados para evitar choques y golpes a los colectivos vulnerables, los jóvenes y las personas poco cualificadas”, especialmente en un país como España, con mucho paro juvenil.
En el caso de Alemania, recuerda Torres, “hubo un tiempo de gestación y negociación. No se hizo de un día para otro”. Se desarrolló de hecho un programa específico para los jóvenes y los colectivos vulnerables, algo “muy interesante” para España atendiendo a su estructura productiva. Paralelamente, Florentino Felgueroso, de Fedea, apunta que “Alemania no es del todo una referencia, ya que allí había un vacío legal. Había que compensar a los trabajadores que no estaban cubiertos por los convenios colectivos al deber estar afiliados a un sindicato para hacerlo”.
“En EEUU, en los estados que aumentaron muy de golpe el SMI, se detectaron efectos negativos”, matiza Torres. En cualquier caso, este experto considera que el impacto “suele ser pequeño a nivel de empleo”, y “a nivel salarial no es tan grande como pensamos”. Así, advierte de que la subida “impulsa los salarios inmediatamente superiores al SMI, pero la remuneración media no aumenta necesariamente tanto”.
Frente a la sospecha de que una subida del SMI aumenta el empleo informal o “sumergido”, Torres esgrime que eso ha sucedido en países emergentes, donde la subida del SMI “ha incitado a familias a trabajar muchas horas, produciéndose desplazamientos a otros tipos de empleos, al tiempo que los jóvenes, obligados a pagarse sus estudios, también se abocan al empleo informal”. En países desarrollados como los europeos, insiste Torres, la situación es distinta.
“Existen incentivos para la economía sumergida allá donde hay un paro elevado y baja productividad”, apunta por su parte el economista jefe de BBVA Research, Miguel Cardoso. Este experto remarca que la situación de España “es muy heterogénea”, según qué comunidades. Especialmente las del sur y también las del centro, dice Cardoso, presentan ratios muy superiores de población con un contrato ligado al SMI).
“Pensamos que puede haber un problema con colectivos vulnerables y que están mas expuestos al SMI: los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes. Se podrían perder hasta un 10% de los empleos cuyos contratos están ligados al SMI. Estamos hablando de entre 50.000 y 80.000 puestos de trabajo a medio y largo plazo”, estima Cardoso. Felgueroso añade que, si bien la cobertura del SMI en España es baja en comparación a otros países de Europa - está en el grupo intermedio en este sentido -, “en algunas comunidades autónomas, como Canarias, Extremadura o Andalucía, llegaría a casi el 20%”.
La subida del SMI puede tener también efectos indirectos. Desde la EAE Business School han alertado de un riesgo de inflación basándose en datos de la AIReF, según los cuales la subida del SMI elevará en 1.700 millones la renta disponible de 1,2 millones de trabajadores, el 8% del total. La misma AIReF ha estimado que unos 40.000 empleos podrían dejar de crearse.
“Puede suceder que haya algunos que acaben viendo un efecto negativo en sus condiciones laborales”, dice Felgueroso. Remarca, en suma, que con la subida, “aumenta la probabilidad de que los empleos de ciertos colectivos o sus condiciones laborales se puedan ver amenazados. No lo garantizamos, pero decimos que la probabilidad es alta. Hay más informes que dicen que el efecto será más negativo que positivo”.
Este experto recuerda el aumento del paro que se dio en España cuando se fijó el SMI juvenil a principios de la década del 90, aunque desmarca la actual situación de lo que ocurrió en el posterior gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. “Durante el Gobierno de Zapatero, el SMI aumentó casi un 20%, pero era una época de mucha inflación. Todos los salarios aumentaban, mucho más que el salario mínimo”, puntualiza Felgueroso.
En términos de comparaciones, el Banco de España (BdE) ya realizó en 2017 una estimación del impacto de la subida del SMI. En ese caso, analizó la repercusión de un incremento hasta 950 euros. Así, la medida afectaría al 12% de los trabajadores. De ellos, el 11% perdería su empleo, lo que equivale a algo más del 1% deI total: la productividad de los trabajadores suele superar su salario en esta horquilla.
Según esta estimación, la subida del SMI afectaría más negativamente a determinados colectivos vulnerables. Es el caso sobre todo de los jóvenes. Casi un tercio de los que tienen entre 16 y 25 años y están trabajando, tienen un salario inferior a 950 euros mensuales. En torno a un 17,5% perdería su puesto de trabajo, lo que equivale a casi un 6% del total del empleo juvenil.
También los trabajadores de más edad se verían afectados por esta medida. En su caso, son menos del 8% quienes cobran menos de 950 euros al mes. Sin embargo, muchos de ellos acabarían en la calle, ya que ocupan puestos de baja productividad. En total, más del 20% de ellos perdería su empleo.
Cardoso, en cualquier caso, señala que la subida del SMI puede también tener efectos positivos y contribuir a la reducción de la desigualdad salarial por la vía de beneficiar a aquellos colectivos, personas y sectores que tuvieran un elevado poder de negociación con las empresas. Esto es, aquellos sectores donde la recuperación llevara un tramo elevado y donde hubiera un desajuste entre el nivel de productividad y su salario.
La subida del SMI no tendría un gran impacto en la reducción de la desigualdad en términos agregados, sino en ciertos tramos de edad. La desigualdad aumentaría entre los trabajadores más jóvenes y los de más edad, debido a que más de los primeros perderían su empleo. Es en el grupo de trabajadores de entre 25 y 46 años donde se vería reducida la desigualdad, según el informe del BdE.
Las empresas serán quienes financien esta subida del SMI, de modo que afectará especialmente a las compañías de productividad más baja. Esto significa que influirá de un modo más importante en las pymes, más cuanto más pequeñas sean, y en las de sectores de bajo valor añadido, como el turismo o la construcción, estima el economista del BBVA.
“El aumento del salario no va a afectar negativamente a la capacidad de las empresas. En todo caso, nos parece que hay un riesgo. Es probable que tenga un efecto negativo en la desigualdad de rentas por los puestos de trabajo que pueden dejar de crearse”, enuncia Cardoso. Insiste en que el impacto puede ser “tan importante en las capas bajas que lo que recomendaríamos es ir poco a poco. Ahora mismo, en España, la principal causa de desigualdad es la falta de puestos de trabajo. El impacto va a ser muy heterogéneo. Hay empresas y regiones que son muy productivas, pero hay regiones donde se va a producir un desajuste”, recalca Cardoso.
Los expertos coinciden de todas formas en que el SMI carece de un efecto decisivo como reductor de la pobreza: su principal causante no es el salario por hora, sino el número de horas trabajadas. La proliferación del empleo temporal y parcial provoca que cada vez más trabajadores no alcancen los 735 euros al final de mes - uno de cada cuatro contratos firmados en octubre, por ejemplo, duró menos de una semana-, lo que explica también por qué España está entre los países con menor cobertura del SMI.
Reportaje publicado en el número de diciembre de 2018 de la Revista Capital.