Perseverancia. Esta podría ser la palabra que defina la trayectoria de Sandra Sánchez, una mujer de Talavera de la Reina que fue contra la corriente hasta alcanzar la cima del karate. Hoy día es la reina del kata –rama de este deporte en el que se lucha contra adversarios invisibles o contra sí mismo– y en su breve pero intenso paso por el olimpismo ha culminado su hazaña logrando la medalla de oro en Tokio 2020. Aunque su trayectoria tiene muchos pasos por narrar.
El primero ocurrió en 1985, cuando, con sólo cuatro años, “apuntaron a mi hermano a clases de karate y a mí, a baile, pero no entendía por qué él podía hacer eso y yo no”, recuerda Sánchez en conversación con Capital como la punta de su iceberg profesional. “Yo quería estar con él aunque no sabía qué era eso de karate, hasta que conseguí que me apuntasen a mí también creyendo que si no me gustaba volvería al baile”.
Pero no lo hizo. “En seguida me apasionó, porque podía volver a practicarlo al acabar la clase y seguir mejorando. Así me enamoré del karate”. Tanto, que hasta en el único amago de abandono profesional siguió siendo una parte central de su vida.
Ocurrió por obligación en una de las etapas más duras de su vida. Su madre enfermó y esto le llevó a abandonar la alta competición para concentrarse en sus cuidados. A ello hay que sumar su marcha a Australia, un lugar donde creyó que “era el fin de mi carrera deportiva, pero no del karate” porque, como bien aprendió desde muy pequeña, “seguí entrenando para mí, aunque con la convicción de que no iba a volver a competir”.
“No quería volver a España, pero sí que tenía esa llamita de que podía hacer algo más de lo que había hecho hasta la fecha. Pero necesitaba a Jesús [su entrenador]. Él era quien podía entrenarme y sacar la parte que tenía que explotar”. Y aceptó. Sandra volvió a hacer las maletas para –esta vez sí– dirigirse hacia la última carrera de obstáculos que la alejaban de la cima de su carrera.
“Pico y pala” hasta alcanzar los objetivos
“Estuvimos pico y pala, pico y pala. Seguí insistiendo. Cuando empecé a entrenar con Jesús había estudiado Ciencias del Deporte y sabíamos que tenía unas cualidades que había que explotar. Por eso estuvimos en Japón aprendiendo con muchos maestros y creamos un sistema de entrenamiento para sacar lo mejor de mí”. Pero pese a los buenos resultados, la Selección Española no llamaba a su puerta.
“Seguían sin contar conmigo y nosotros seguimos trabajando porque disfrutábamos de estar creando y aprendiendo”. Así fue cómo “un club de Dubái me vio en un campeonato, me dijo que tenía posibilidades y me ofreció competir con ellos a nivel internacional”. Esa fue su entrada en el circuito mundial, el punto de inflexión necesario para terminar de profesionalizar todo lo que había trabajado hasta la fecha.
Para ese momento Sandra Sánchez y superaba la treintena y tuvo que enfrentarse a otro hándicap. “Muchos me dijeron que la edad podía ser un factor en contra, pero creo que fue todo lo contrario. Ser más madura me permitió afrontar los problemas desde otra perspectiva y con más responsabilidad. Es lo que me ayudó a entender, afrontar y gestionar los sentimientos de frustración que podía tener”.
Por suerte, a su lado estaba Jesús del Moral, su entrenador y compañero, “mi conciencia las 24 horas”, “la persona que me ha hecho mejor”. Así, juntos, lograron explotar su fórmula y campeonato a campeonato escalar hasta el número uno. La clave, sentencia Sánchez, “la disciplina”.
“Es lo que te lleva a desarrollar todos los valores para afrontar la parte deportiva y personal, porque al final todo lo que desarrollas con el deporte tiene una transferencia directa a tu vida”. Por eso, recalca, “es importante enseñar que el objetivo no es la medalla, es que ese trabajo que realizas te ayude a seguir creciendo y a ser mejor karateca y persona”. Por eso considera que el éxito está “sobrevalorado”.
“Al final la sociedad ve una medalla y ve una persona con éxito, pero desde el Centro de Alto Rendimiento yo no veo medallas, veo personas con historias de superación muy valiosas que son lo verdaderamente importante. El trabajo, el sacrificio, el levantarte a las piedras que se ponen en el camino. Eso es lo que vale la pena ser visible”, destaca Sánchez, quien cree que “los resultados llegan, pero los resultados son el esfuerzo del entrenamiento y del trabajo en equipo. Porque yo sola no puedo lograr lo que he conseguido, ha sido gracias a trabajar con Jesús en equipo”.
Tokio 2020: una cima efímera de tiempo indefinido
Así llegaron los resultados. El más importante de su carrera: el oro logrado en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la única oportunidad del karate de vivir la cita deportiva más importante. El motivo no es otro que la inclusión de este deporte en la capital nipona, pero para los próximos JJ.OO. de París 2024 dejará de serlo. Una trayectoria fugaz por la que han luchado mucho estos deportistas que deja un sabor agridulce en el medallero.
“Sabíamos que podían ser las únicas y haber traído medalla de oro es algo increíble”, reconoce Sánchez, quien, a su vez, añade que “también tenemos un sentimiento de injusticia y tristeza, porque no tenemos razones reales para saber por qué estamos fuera, así que tampoco sabemos qué tenemos que hacer para volver a estar dentro”. Por suerte, ella lo ha vivido.
“Tokio 2020 Ha sido un sueño. Son emociones tan intensas que espero que mis compañeros de las próximas generaciones puedan vivir lo que yo he podido en Tokio. Porque ver que se les roba esa posibilidad de una manera injusta, ya que la decisión se tomó sin ninguna razón, nos genera una gran impotencia”. Por eso solicita que el Comité Internacional recapacite la determinación de dejar este deporte fuera del olimpismo, ya que estar dentro de esta cita es esencial para su desarrollo global.
“El ciclo olímpico nos ha ayudado mucho a visibilizar el karate. También las series y las películas. Si un niño está frente a la televisión y se habla de la práctica del karate es probable que se interese por ello, pero si no lo han visto, nunca se interesará. Por eso es muy importante este tipo de citas”, explica Sánchez. De hecho, actualmente la disciplina es seguida por 10 millones de afiliados y cuenta con 191 federaciones nacionales. Unas cifras que, expone, de seguir en el circuito olímpico, podrían crecer considerablemente.
A la protagonista de esta historia su trayectoria ya la ha llevado a convertirse en referente para muchos jóvenes, aunque todavía dice no ser “100% consciente”. “Me sorprende mucho los mensajes que recibo y cómo una frase o un gesto que digo puede motivar a una persona a hacer algo en su vida. Cuando me doy cuenta pienso en la responsabilidad que tengo”.
Por eso la campeona olímpica de los juegos de Tokio 2020 considera que es muy importante “cuidar lo que transmito y ser natural, porque no quiero vender algo que no soy. Sandra es la persona que es y por eso está donde está. Sólo quiero transmitir la felicidad con la que he afrontado los momentos difíciles, ese impulso, esas ganas por disfrutar de todo. Y si eso puede ayudar y motivar a alguien pues a mí me hará muy feliz”. Porque esa es su filosofía: ser feliz con lo que hace y trabajar duro para seguir creciendo. Sólo así ha llegado a convertirse –gracias al kata femenino– en la mejor karateka de la historia.