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La belleza de la segunda carrera profesional

“Lo que estemos haciendo a los 50 años será lo que se espere de nosotros en adelante, y, si hemos sabido aprender, tendremos muchos activos que ofrecer”  Soy de los que piensa que, en los últimos años, algunos paradigmas sobre el trabajo a partir de los 50 años están cambiando. Hasta hace no mucho tiempo, en nuestro país, a las personas que superaban esa edad se les consideraba amortizados, lo que sin duda no tenía mucho de socialmente responsable, ni de sostenible (como ahora estamos viendo con la financiación de las pensiones), y partía de premisas equivocadas.  Son muchos los casos en los que, en la última etapa de la carrera profesional, los resultados han sido los mejores. Clint Eastwood nos ha regalado sus mejores obras en su madurez. Amancio Ortega construyó su imperio en la segunda etapa de su vida. Rosalía Portela fue capaz de darle la vuelta a ONO y llevarla de pérdidas a la venta a Vodafone por 7.200 millones de euros en la misma etapa. Son solo algunos ejemplos de lo que podemos hacer en lo que se supone es nuestro último tramo de carrera.   Todo apunta a que la esperanza de vida camina hacia los 100 años. Pues bien, como yo lo veo, los primeros 25 son para prepararnos para la vida, de los 25 a los 50 es la etapa del desarrollo (la más intensa: hipoteca, hijos, demostrar al mundo lo que somos capaces de hacer…), y, a partir de los 50, llega la plenitud (si los deberes están hechos en lo financiero puede ser una etapa de máxima contribución y disfrute personal), una segunda juventud para algunos. Y llegados los 75, quizá es tiempo para agradecer lo vivido, dedicar el tiempo a los tuyos y hacer mucho por los demás.   Pero para que…