“El salario flexible mejora la liquidez de los empleados y su compromiso con la empresa, que reduce sus niveles de rotación y absentismo”
La gestión de personas ha evolucionado mucho en los últimos años, espoleada por los cambios sociales que hemos vivido tras la pandemia. En gran parte, debido al empuje de la digitalización, que nos ha permitido transformar casi todas las facetas de la gestión de personas Desde la selección, en la que los procesos se gestionan en muchos casos totalmente online mediante videoconferencias, test, pruebas web y firma digital de contratos laborales, hasta la formación, con tantas plataformas y coaches online que mejoran las capacidades y conocimientos de nuestros colaboradores.
Incluso los beneficios sociales tradicionales, como los famosos ‘cheques restaurante’, que han desaparecido en favor de las tarjetas prepago, o la retribución flexible a la carta, son fruto de dicha digitalización. Sin embargo, hay una faceta fundamental de la gestión de personas a la que la digitalización hasta hace poco se resistía a llegar, y es una de las más importantes para los empleados: el salario.
La manera en la que los trabajadores cobran su salario ha variado muy poco o nada desde hace casi 50 años, cuando se terminó de generalizar el pago mensual en nuestro país y se comenzaron a abonar los salarios por transferencia bancaria en lugar de en metálico o cheques. Afortunadamente la tecnología actual nos permite mejorar y desarrollar enormemente la manera en que el salario, que es el principal beneficio que los empleados reciben por su labor en la empresa, es cobrado.
Hoy es posible, e incluso relativamente sencillo, que las personas puedan recibir su salario o parte del mismo cuando lo deseen, una vez lo hayan devengado, es decir, una vez que lo hayan ganado según van trabajando días durante el periodo mensual. Esto es lo que se conoce como salario flexible, y hoy es una realidad cada día más presente en nuestras organizaciones, que permite que los trabajadores pueden realizar una gestión mucho más satisfactoria, sencilla y eficaz de sus ingresos y sus gastos. Alineando su principal ingreso, que es el salario, a la realidad de sus gastos, pues no todos se generan a la vez una vez al mes, sino que se van generando gradualmente durante el periodo mensual.
El salario flexible, que nació en 2018 como concepto en Estados Unidos y hoy en día está presente además de en España en la mayor parte de los países desarrollados, ha llegado para quedarse, si bien aún no es algo mayoritario entre las grandes empresas de nuestro país. Las estimaciones más conservadoras hablan de que más de medio millón de trabajadores disfrutan de este beneficio social en nuestro país, siendo uno de los países a la cabeza de Europa en su extensión. Sólo por detrás de Reino Unido, donde se calcula que más de cuatro millones de empleados gozan de este servicio.
Las ventajas del salario flexible para los empleados son muchas, más allá de la flexibilidad que proporciona, pues permite mejorar la liquidez y afrontar gastos imprevistos sin tener que recurrir a préstamos personales, tarjetas de crédito, descubiertos, etc. Esto, en los tiempos actuales -inflación desbocada y tipos de interés en aumento- es fundamental para mantener una buena salud financiera.
El salario flexible también genera ventajas para la empresa. Tanto cualitativas -como es el caso de un mayor engagement (sentimiento de pertenencia), compromiso y satisfacción de los empleados, que se sienten más y mejor cuidados por su empleador, especialmente en lo referente a su salud financiera-, como cuantitativas -mejora de la retención y reducción de la rotación; reducción del absentismo y mejora de la productividad e, incluso, una mayor atracción de talento-.
A todo lo anterior se suman las ventajas en cuanto a reducción de costes empresariales que todo ello implica. Se trata de un beneficio que, siendo novedoso y no tan conocido cómo otros, una vez que se da a conocer a los empleados es el que mejor acogida tiene y valoración consigue.