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Opinión

Redacción Capital

Reformas en busca de la prosperidad

Tras seis años de recuperación, la economía española se encuentra en un doble impás. En lo político, tras cuatro elecciones en los últimos cuatro años no se sabe todavía si habrá gobierno y con qué respaldo contará para aprobar nuevos presupuestos generales e iniciativas legislativas que proporcionen un nuevo impulso reformador. En lo económico, el PIB se ha desacelerdo, acercándose a su crecimiento potencial. Tras crecer en el segundo y tercer trimestre de 2019 a una tasa trimestral de cuatro décimas, las previsiones de BBVA Research indican idéntico crecimiento en el cuarto trimestre, y que en 2020 se sitúe en el 1,6% anual. A pesar de este crecimiento, en los dos últimos trimestres la tasa de desempleo ha aumentado tres décimas hasta el 14,4%. Para poner este nivel en contexto, desde 1980 hasta 2018 la tasa de desempleo media fue del 15,7%. La decepcionante evolución del desempleo en 2019 muestra las dificultades de reducir el paro de manera sostenible y equilibrada, por debajo de su promedio histórico. Sin reducciones significativas del paro, la desigualdad se reducirá lentamente a corto plazo, puesto que el desempleo es su principal causa. Aunque la tasa de temporalidad es del 26,1%, 7 puntos por debajo del promedio anterior a la crisis, sigue estando muy por encima de otros países europeos. Las mejoras de productividad durante la crisis y los primeros años de la recuperación han ido languideciendo, a medida que los factores de oferta han sido sustituidos por los de demanda como fuente del crecimiento. El ajuste estructural del déficit público es insuficiente, como ha señalado la Comisión Europea, de manera que la deuda pública sobre PIB disminuye tan lentamente que apenas ganamos margen de maniobra para afrontar futuras crisis.

Hace cuatro años publiqué con Javier Andrés el libro En Busca de la Prosperidad, los Retos de la Economía Española en la Economía Global del Siglo XXI. Desde entonces, las reformas estructurales han sido escasas. Es cierto que nuestro crecimiento es ahora mucho más equilibrado y sostenible, gracias al desapalancamiento del sector privado, a la mejora de competitividad de muchas de nuestras empresas, al menor déficit por cuenta corriente o al crecimiento de los costes laborales unitarios en línea con los países de la eurozona. Pero los retos a medio y largo plazo siguen siendo enormes para afrontar con éxito la disrupción digital, la globalización, el envejecimiento o la sostenibilidad medioambiental. En lugar de retroceder al mercado de trabajo ineficiente y poco equitativo que agravó las consecuencias de la crisis (basta comparar el comportamiento de la tasa de paro con Irlanda, donde las burbujas inmobiliaria, financiera y fiscal fueron mayores), hay que avanzar con nuevas reformas, con una visión integral y coherente, que reduzcan la tasa de paro estructural, la temporalidad y el desempleo de larga duración, y conduzcan a un mercado de trabajo más flexible y, al mismo tiempo, más seguro y menos dual y precario.

La sostenibilidad de las cuentas públicas exige abordar la reforma del sistema de pensiones, de la financiación autonómica y de la mejora de la eficiencia del gasto, de la estructura tributaria y de los servicios de administraciones públicas digitales, como condiciones necesarias antes de plantear nuevas subidas de impuestos y evitar sus efectos negativos sobre el empleo, la inversión y la innovación. El fracaso escolar y el abandono temprano del sistema educativo siguen siendo los más elevados en la UE. Hay un enorme margen de mejora del talento y del capital humano, de la formación profesional dual y continua, y de la calidad del sistema educativo. Las regulaciones de los mercados deben aumentar la competencia, reducir costes administrativos y barreras al crecimiento de las empresas, facilitar el ecosistema emprendedor y la transformación y digitalización de las pymes, y apostar por una unidad de mercado efectiva. El impulso a la I+D+i requiere además la mejora del entorno regulatorio y de clima de negocios, más financiación y mejor colaboración público-privada.

El potencial que tenemos por delante para aumentar las tasas de empleo, la productividad y la igualdad de oportunidades es enorme, con las políticas adecuadas y si se evita generar incertidumbre sobre medidas que desincentiven la inversión y la innovación, o dificulten atraer talento. Además de acierto y certidumbre, es necesario alcanzar amplios consensos que garanticen la estabilidad en el tiempo, el compromiso y el sentimiento de propiedad de las reformas por parte del nuevo y de futuros gobiernos.

Rafael Domenech es responsable de Análisis Económico en BBVA Research.

Columna publicada en el número de diciembre de 2019 de la Revista Capital.

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