“La literatura y la poesía van a existir mientras haya un ser humano en la tierra”
Luis García Montero: “El libro es muy buen invento tecnológico”
El Instituto Cervantes es el organismo público creado en España en 1991 para promover universalmente el uso del español, su enseñanza y estudio y contribuye a la difusión de las culturas hispánicas en el exterior, además de atender al patrimonio lingüístico y cultural de la comunidad hispanohablante. Luis García Montero, reconocido poeta, ensayista y catedrático de Literatura Española, ocupa el cargo de director del Instituto Cervantes desde 2018.
Capital conversa con Montero sobre la misión y la función de la institución, el papel de la poesía y la literatura en nuestro país, cómo intervienen en la economía nacional y la convivencia actual entre el libro y las nuevas tecnologías.
¿Cómo contribuye el Instituto Cervantes a la difusión de las culturas hispánicas en el exterior y a promover el español?
Es una institución que lleva 30 años y es mucho más joven que instituciones europeas hermanas, pero que, a lo largo los años se ha ido extendiendo y consolidando. Cumple una doble labor: enseña español y las otras lenguas del Estado en los países que no tienen el español como lengua materna y sirve para mover la cultura en español, es decir, la cultura no solo de España, sino de los países que tienen el español como lengua materna.
De hecho, más de la mitad de nuestras actividades más importantes son en colaboración con las distintas embajadas. Hay 500 millones de hablantes de español como lengua nativa. Somos la segunda lengua después del chino mandarín y la segunda lengua de comunicación tras el inglés.
El Instituto Cervantes enseña español como lengua extranjera, certifica los conocimientos del español, la calidad de las academias y mueve la cultura con departamentos de música, el cine, la literatura o el arte. Creo que, con no mucho presupuesto en comparación con otras instituciones europeas, se ha hecho a lo largo de los años una labor importante.
El Instituto Cervantes atiende al patrimonio lingüístico y cultural que es común a los países hispanohablantes. ¿Qué tenemos en común con los países de Latinoamérica, aparte del idioma?
Tenemos en común una historia, porque hemos formado parte de una unidad política de muchos años. España no puede entenderse sin América Latina y viceversa. La filología, sobre todo a partir de Andrés Bello desde su Gramática del español para uso de americanos, la lengua ha sido una buena perspectiva para pensarnos y pensar en nuestra historia.
Andrés Bello, que era un independentista convencido, revindicó el derecho a la soberanía nacional de todos los estados y la riqueza que suponía una lengua que nos permitía entendernos a tantos. Se generó la dinámica que hoy funciona, que ha heredado la Academia Española y en la que trabajamos. El idioma no tiene centros y nos enriquece la diversidad porque nos ayuda a respetarnos y a mantener la unidad. La dinámica que nos gusta es diversidad y diferencia.
¿Llegará un momento en el que el ciudadano dejará de comprar libros impresos o que desaparezcan las librerías como las conocemos?
Pues parece que no. El estudio de la historia me ha enseñado que en el tema de lengua no hay que ser muy catastrofista. La lengua integra aquellas palabras que sirven para nombrar nuevas realidades, y las que no desparecen, como una moda. Ocurre lo mismo con los libros y la tecnología.
Hubo un momento en el que casi se anunció la pérdida del papel. El libro es muy buen invento tecnológico. A la gente de mi edad, por supuesto, nos gusta leer en papel, aunque también la tecnología. La convivencia entre lo útil de las tradiciones y lo útil del progreso acaba definiendo las mejores soluciones de la vida.
Llegó la pandemia y se puso el tiempo a disposición para nosotros mismos. La tecnología servía para el teletrabajo, pero, de pronto las editoriales y librerías vendían más libros que nunca. Es un pacto generacional porque otro problema es que hay viejos cascarrabias que creen que los jóvenes son tontos porque no viven según los valores que ellos han tenido; y jóvenes que creen que no tienen que aprender del pasado ni ninguna herencia que recibir.
Las experiencias conviene compartirlas porque salimos ganando. Digo esto porque es una imagen ilustrativa de lo que conviene vivir en comunidad y compartir experiencia.
¿La gente lee o consume menos poesía? ¿Piensa que es un género literario que puede gustar a cualquiera o no es “accesible” para todos?
Mi impresión es que la poesía no tiene un gran público, sino que tiene lectores, lectores que son leales y que les gusta la poesía, y dentro del número de lectores se está viviendo un muy buen momento para la poesía. Han salido un grupo de escritores muy jóvenes que tienen mucha repercusión, impacto y seguidores en las redes y publican libros.
Soy muy optimista, porque la poesía puede ocupar este espacio de pudor en las redes sin insultos ni frivolidad, sino reflexión del público de la propia intimidad, y veo muchos libros de escritores jóvenes que tienen mucha calidad literaria. Además, existe una poesía para todos los públicos que pueden ver los menores de edad que no escandaliza. Solo hay que encontrar el tono y el lenguaje para que un niño puede comprenderlo.
La poesía debe esforzarse en llegar a la gente. No creo en la poesía que se considera un lujo ni que considera que el lenguaje de los poetas es distinto al de la sociedad. No me gusta la poesía que huele a cerrada, tampoco la que le pierde el respeto al lenguaje porque hay una premisa que es la más seria: tratar con indignidad el lenguaje que es de todos.
Nos equivocaríamos si pensásemos que solo un grado alto de cultura te hace sensible a la poesía. Es verdad que otros géneros tienen otros agarres y argumentos de visualización y que no exige la imaginación de la integración poética. La poesía habla de las tres cosas importantes de la vida: el paso del tiempo, la muerte y el amor. Cualquier persona con sensibilidad puede entenderlo.
¿La cultura es un idioma universal o ciertas partes de la cultura solo se entienden en el lugar del que provienen?
La cultura tiene que ver con la identidad, es muy importante la conciencia de una identidad abierta que no considere lo otro como un muro, amenaza o enemigo. Yo defiendo el sentido de pertenencia, porque, si no, estamos condenados a la soledad. El saber pertenecer a alguna comunidad hace que nos cuidemos. Sin el sentido de pertenencia no te sientes comprometido y eres indiferente a lo que le ocurre a los demás. Es muy positivo cuando nos hace vivir junto a una identidad que no quiere ser supremacista ni quiere cerrase para no coexistir.
“Lo local se convierte en un peligro si se niega a reconocer un sentido de lo universal”
Los valores del ser humano son universales y las culturas tienen que dialogar entre sí. García Lorca decía: me siento muy español, pero me siento más cerca de un chino bueno que de un español malo, o de un chino listo que de un español tonto. Lo local se convierte en un peligro si se niega a reconocer un sentido de lo universal. Me gusta una cultura no nacionalista, una que comprende cuáles son sus códigos de valores para abrirse después a lo universal con los seres humanos.
Antes de empezar a escribir, ¿cómo sabe que ya tiene una historia? ¿Cuál es el primer paso?
Esto depende de la edad también. Cuando uno empieza a escribir, tiene prisa por encontrar su propio mundo. La papelera aquí es un buen amigo, porque escribes, rompes y vuelves a escribir. Cuando llevas tiempo escribiendo, la buena alianza casi siempre es con la lentitud y la paciencia, sino uno corre el peligro de repetir el mismo poema con el que has tenido éxito y convertir en un refrito.
Hay que tener el tiempo necesario para que llegue algo nuevo que decir que no sea repetición de lo anterior. Yo, por ejemplo, tengo casi siempre dos motivos para escribir: o tengo una idea en la cabeza que quiero y debo comunicar, un símbolo donde encargarla para comunicarla para pasar de la idea abstracta a la vida; o voy por la calle y de pronto ocurre algo y digo ¿a qué le puedo sacar partido? Puedo acabar escribiendo un poema sobre lo bien que está tener una conversación pacífica o lo bueno que es tener una revelación de algo.
¿Qué aportan la poesía y la literatura a la economía nacional?
La cultura y la industria del libro forman un 7-8% del PIB. La lengua es una buena aliada con las economías y los estudios han descubierto que las transacciones económicas en los países con el mismo idioma generan una confianza que multiplica por cuatro las relaciones comerciales y por siete las inversiones. La lengua en español es el segundo horizonte lingüístico internacional en el mundo, lo cual, para el currículum laboral, encontrar trabajo o el movimiento de las universidades es muy notable.
Yo entiendo la economía como una reflexión al servicio de la dignidad humana. Hay maneras de entender la economía: de qué manera saca más beneficios esta empresa o cómo una élite acumula riqueza y da igual que se empobrezcan las mayorías. La economía es de qué forma podemos organizarnos para producir riqueza y tener cada vez mejor calidad de vida. Con la cultura y la lengua pasa lo mismo. La lengua es entendimiento o puede convertirse en manipulación y opresión tremenda. Hay gente que a través de la lengua miente.
La lengua, como la economía, puede servir para dignificar la vida humana y salvarnos o para engañar y mentir. Todo progreso económico o científico en la conciencia humana es fundamental. Me parece que la cultura y las humanidades son esa raíz que genera una vinculación ética entre el progreso de la técnica y la economía con la dignidad humana. Hacemos mal cuando separamos las dos cosas.
Personalmente, ¿qué es lo mejor y lo que más presión le produce de ser el director de esta institución?
Lo mejor de estar en el Instituto Cervantes tiene relación con mi vocación. Yo me he dedicado al estudio de la literatura y la lengua, y el Instituto las defiende. Es una vocación que consolida un patriotismo muy claro que defiende nuestro idioma y sabe respetar. Es el patriotismo que defiende la cultura española con tradiciones maravillosas en euskera, catalán y gallego. La pluralidad y la diversidad es una riqueza. Esto es lo que más me ilusiona de poder dedicarme como servicio público a lo que me gusta.
Como siempre hay quien saca conclusiones caricaturescas, me gusta repetir que, en comparación con la empresa privada, los cargos públicos cobran poquito. La primera vez que a mí me salió a devolver la declaración de Hacienda fue cuando me hice cargo del Instituto Cervantes. Aparte de ser catedrático de literatura y de universidad, cobraba conferencias, colaboración en prensa y escribía y publicaba cosas con derechos de autor. Esto se ha reducido porque tengo menos tiempo para escribir y cuando colaboro en la prensa no cobro porque es incompatible con mi cargo.
Por supuesto, no me puedo quejar ni compararme con gente que no llega al salario mínimo, pero cuando la gente dice que uno se dedica a un cargo público para chupar del bote se equivoca. No obstante, es mi vocación y lo disfruto mucho.
¿Cuáles son los problemas? Que en este cargo público más que lo erótica del poder se tiene la impotencia del poder. Uno querría tener más presupuesto para invertir en cultura, que los profesores tuvieran un sueldo más digno, los colaboradores estuviesen mejor retribuidos y hubiese una legalidad que les asegurase su trabajo en los 47 países en los que estamos.
También, que se pudiera contratar a más gente para atender mejor al español y poder defenderlo con más fuerza en un momento en que la transformación tecnológica es de vértigo. Necesita gente muy conectada con el nuevo mundo para modernizar al Instituto y no se quede atrás en todo el proceso de tecnología. Tenemos solidaridad y ayuda y estamos mejor, pero las demandas siempre van por delante de los recursos que podemos utilizar.
¿Qué futuro le espera a la literatura y poesía española?
La literatura y la poesía van a existir mientras haya un ser humano en la tierra. Se te muere alguien y qué avance tecnológico te ayuda a entender la relación con tu pérdida, cuál te va a hacer comprender la emoción que hay a la hora de sentir la persona que se te ha muerto delante de tus ojos. O cuando te enamoras, qué tecnología negocia contigo ese sentimiento que te despierta, cómo me comporto con esa persona, cómo puedo ser leal con ella o establecer una relación digna.
Eso tiene que ver con la capacidad del ser humano para pensar en sí mismo, su imaginación y conciencia. La literatura y la poesía están hechas de eso. Mientras exista un ser humano, va a haber la necesidad, no solo de meditar estas cosas, sino de contarlas a alguien que sepa oírlas y las reciba como una experiencia humana que hay que compartir de generación en generación.
Fotografías: Santi Burgos