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Opinión

Francisco J. García Paramio

El pago y sus medios: ayer, hoy y siempre

La acción de pagar a cambio de algo es tan antigua como el ser humano y el paso del tiempo ha desarrollado los medios para realizarla. Desde el trueque hasta la criptomoneda, los diferentes soportes han ido naciendo y evolucionando sin que ninguno de ellos haya desaparecido. Vivimos en un ecosistema en el que conviven muy diversos métodos para equilibrar una prestación con su contraprestación.

El medio de pago sufrió su más drástica revolución cuando la tecnología comenzó a aplicarse a las transacciones monetarias. Hasta entonces, el pago se realizaba mediante trueque de bienes o mediante la entrega de documentos más o menos complejos: la moneda soportada por los países y sus reguladores, la letra de cambio, el cheque y el pagaré.

Fueron las entidades financieras las que desarrollaron mecanismos para llevar a cabo pagos mediante transacciones monetarias en tiempo real sin que interviniese la propia moneda en el acto. Incluso se desarrollaron transacciones a crédito y las tarjetas de débito y crédito se convirtieron en una herramienta en el bolsillo de ciudadanos y empresas.

Con pequeños índices de fraude, el mecanismo se sustentaba en procesadores de medios de pago de los bancos y en los grandes esquemas y marcas constituidas a nivel mundial como garantes del sistema: Servired, 4B, Euro6000, Sermepa, VISA y Mastercard, hoy concentrados en entes de gran peso y garantía en España: Redsys y Euro6000, junto a VISA y Mastercard, así como otras marcas como la china Unionpay.

La generalización del uso de estos medios provocó la necesidad de establecer garantías de seguridad en el uso y ejecución de transacciones. La tecnología evolucionó a la par que los instrumentos y las transacciones: de la firma en papel y plástico, a la emisión de tarjetas con bandas magnéticas o chips EMV (Europay, Mastercard y Visa) para soporte de la información clave y la encriptación.

Los avances nos trajeron las tecnologías contactless, para mayor seguridad, a la vez que avanzaban a velocidad imparable los terminales punto de venta (TPV) que captaban los pagos a débito o a crédito. Una auténtica revolución en un entorno de estándares y compatibilidades internacionales para la interoperabilidad de los sistemas.

En los últimos años, la tecnología y la demanda de servicios se ha desarrollado. La llegada de las fintech, compañías no bancarias ni ligadas a los esquemas y sistemas existentes, hizo mella en la banca. Los monstruos de la red (Google, Amazon, Meta, Microsoft) o de los dispositivos (Samsung o Apple) conseguían incorporar en smartphones, tabletas u ordenadores personales todas las funcionalidades para transaccionar.

"La sociedad ética no puede vivir sometida a inquisición porque los insolidarios intenten campar a sus anchas"

El sistema financiero ha sabido responder con cierta brillantez al reto y, por ejemplo, Bizum tiene en España más de 24 millones de usuarios. Sencillo, seguro, fiable y con riesgo bajo, los pilares del éxito de un medio de pago. Algo que tienes, algo que sabes y algo que te identifica hacen que el riesgo de cualquier transacción esté controlado. Una clave, un dispositivo, una firma digital o una característica biométrica.

En otro terreno más complejo, la tecnología blockchain sirve de base para transacciones y sistemas basados en criptomonedas. Es un salto cualitativo: la moneda física desaparece y se mantiene el ‘anonimato’ del tenedor del criptoactivo (monetario o no). Los bancos centrales trabajan para digitalizar las divisas convencionales, pero ahí puede esconderse una trampa: el dinero podría dejar de ser anónimo y de estar controlado por los bancos emisores, con todo lo trascendente que eso supone.

Todos los medios de pago desarrollados históricamente conviven en la actualidad bajo un mayor o menor desarrollo funcional y técnico. También el efectivo, monedas y billetes, tiene su hueco en el mundo de los pagos, más o menos seguro, pero mejor garante de la libertad del individuo.

Y ello, a pesar de quienes tratan de acotar su uso alegando control del fraude. La sociedad ética no puede vivir sometida a inquisición porque los insolidarios intenten campar a sus anchas. Por mucho que las élites, los globalistas y los autonombrados gurús intenten hacernos ver lo contrario mientras buscan su beneficio y la alienación general.

¿Ha recibido usted una prestación o quiere ahorrar? Páguela o ahorre, pero por el medio y la forma que estime lógico y oportuno. Sea libre y soberano.

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