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Opinión

Redacción Capital

Infraestructuras como motor de crecimiento económico 

“Rompamos los falsos clichés, suponen una barrera al crecimiento del sector y del país y generan un daño reputacional inmenso” 

Vivimos tiempos disruptivos, en los cuales la sociedad y el ecosistema económico sortean varias encrucijadas simultáneas que, sin duda, marcarán el devenir social y empresarial en un corto plazo. No cabe duda, y espero que este mensaje cale en todos los sectores públicos y privados, que el sector de las infraestructuras es uno de los principales motores de una recuperación económica sostenible.  

Tenemos que hacer retrospectiva y analizar nuestro pasado más inmediato. Venimos de una durísima crisis económica provocada en el año 2010 y que golpeó de la forma más cruel a un sector que ha tenido que reinventarse, rearmarse y reforzarse. El año 2020 marcó de forma clara cualquier catalizador económico y, tras la crisis de la Covid-19 y el frenazo en seco de todos los sectores, la construcción se encuentra al alza y se posiciona como motor de la recuperación económica junto al sector del turismo. 

Los indicadores reflejan que este año se volverá al nivel de producción de 2019, tanto en obra civil como en edificación, a pesar de las fuertes tensiones de precios de materias primas y de transporte de las mismas, así como de los mercados internacionales, cuya situación se ha agravado por la injusta e inexplicable guerra en Ucrania.  

Los fondos NextGen aportarán 6.800 millones de euros en transferencias a fondo perdido y créditos para la industria de la construcción, de los cuales 3.400 millones irán destinados a la rehabilitación de viviendas. Este impulso jugará un papel relevante para la mencionada recuperación, ya que permitirá poner en marcha proyectos e iniciativas que se reflejarán en la generación de empleo en el sector de la construcción y las infraestructuras. 

Para aquellas voces sociales en las cuales siguen señalando al sector como contrario a la evolución o anclado en el tradicionalismo más “carca”, debo alzar la voz e indicar que este tipo de afirmaciones muestran un desconocimiento supino de la realidad. Como he indicado, la crisis de 2010 fue dura, muy dura, y obligó de forma clara a revolucionar el sector, a la introducción de nuevas tecnologías y en definitiva a modernizar el mismo. 

Tanto es así, que se puede decir que se ha producido una mejora a nivel general en el sector de la construcción. Una evolución muy oportuna, dado el crucial papel que juega el sector en nuestro país, ya que supone alrededor del 12,5% del PIB y emplea a más de 1,3 millones de personas. 

Personalmente, creo firmemente que uno de los factores que explican la competitividad de los países es la calidad y diversidad de sus infraestructuras, y ello, sin duda, significa invertir en desarrollo social y económico. El desarrollo de infraestructuras de movilidad constituye una condición básica para mejorar la competitividad empresarial, aumentar la productividad del país, generar más y mejores empleos, alcanzar mayores niveles de bienestar social y reducir las diferencias entre las regiones. 

Considero que desde el sector se debe activar una política de comunicación positiva, en la cual el conjunto de la ciudadanía comprenda la importancia de las infraestructuras en la mejora de la calidad de vida en su día a día. Se trata de un sector económico que está 24 horas con el ciudadano, unido a él, haciéndole la vida más fácil, llevándole a sus puestos de trabajo; cuidando de los enfermos a través de las infraestructuras sanitarias; uniendo a las personas y reduciendo el tiempo de transporte; llevando el agua a cada uno de los hogares; permitiendo el desarrollo de infraestructuras deportivas, culturales, sociales; depurando y tratando nuestras aguas residuales, nuestros residuos… 

Según el Foro Económico Mundial, el sector de las infraestructuras es el segundo de los 12 pilares que miden la competitividad de un país. Hagamos que esta importancia en la inversión en infraestructuras se traslade al plano social y económico. Empujemos para comunicar que somos un sector clave para la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas. Rompamos los falsos clichés, que suponen una barrera al crecimiento del conjunto del sector y del país y generan un daño reputacional inmenso.  

Es el momento de poner en valor nuestra excelente capacidad ingeniera internacional y nuestra fortaleza como sector económico y social. 

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