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Opinión

Redacción Capital

¿Gestionamos adecuadamente el progreso y la innovación? 

“Siempre puede realizarse la transferencia de tecnología por diversas vías y es posible realizar valoraciones económicas de sus resultados”

¿Gestionamos adecuadamente el progreso y la innovación? 

Voy a cerrar la serie de artículos que hemos compartido relativos a progreso, innovación y conocimiento de forma muy crítica con el actual sistema. La intervención de las Administraciones en la gestión e impulso de la generación de conocimiento -por ende, de la innovación y del progreso- es totalmente contraria a lo que sería deseable: si disponemos incluso de un entorno normalizado para el mundo de la I+D+i (AENOR – UNE Comité Técnico 166), no es necesaria una mayor intrusión del poder político en estas cuestiones. 

La única misión de los gobiernos tendría que ser la de ejercer vigilancia para el cumplimiento de la ley y la de enfocar los esfuerzos necesarios cuando se trate de disciplinas ligadas al bienestar social o a los intereses de España como nación. Del resto, ya se ocupan las iniciativas universitarias (que deberían de ser autónomas frente al poder político), empresariales y del mecenazgo. 

La total distorsión del sistema se produce cuando los gobiernos, en su afán de control, se dedican a repartir recursos “orientados a fomentar la I+D+i”. En la mayoría de los casos repartimos el dinero, pero ni sabemos exactamente para qué ni controlamos la actividad llevada a cabo y sus resultados.

Lo razonable es que el ciclo se estableciese al contrario: cuando las iniciativas que puedan ser consideradas I+D+i se han llevado a término y financiado por empresas, mecenas o grupos de interés, es cuando han de evaluarse y certificarse como generadoras de innovación, patentes, propiedad industrial o lo que corresponda. 

Si ello es así, entonces apórtese incentivo vía estímulos fiscales directamente en la cuenta de resultados de los promotores. Si las iniciativas requieren de financiación, facilítese ésta en buenas condiciones, pero siempre en formato préstamo a devolver.

Si no es así y los resultados obtenidos en la actividad no son capaces de cubrir (material o inmaterialmente) los recursos aplicados, me temo que estamos entreteniéndonos más que obteniendo verdaderos resultados. Pero no. Todo este método es más complejo, requiere de mayor esfuerzo y no es susceptible de ser maleado para ejercer las deseadas influencias o pagar favores. 

El resultado de una correcta gestión de la innovación no sólo impulsa el progreso como concepto global, También genera resultados en el crecimiento económico, en el nivel de bienestar de la sociedad y en el refuerzo de la soberanía industrial de una nación. Mucho me temo que España está muy falta de todo ello, visto desde el punto de vista que nos ocupa. 

Es probable que cueste apreciar la gran cantidad de canales por los que la generación de riqueza (material e inmaterial) debida a la innovación y al progreso se consolidan y reflejan en nuestra actividad y economía. Vamos a describir básicamente algunos de ellos. 

El más evidente es el uso de las innovaciones obtenidas en la propia entidad que las ha generado: la empresa que aplica sus descubrimientos innovadores a sus propios productos o servicios, lo cual otorga una posición de privilegio en el mercado. Una segunda vía es la explotación mediante la cesión, acuerdo o “alquiler” a terceros, de los resultados obtenidos.

El tercer camino es el de la constitución de alianzas con terceros (incluso competidores) a la hora de abordar investigaciones y desarrollos complejos o complementarios. La socialización del esfuerzo facilita la ejecución de los proyectos y aminora inversiones. 

Sea cual fuere la vía en cada caso, hemos de saber que siempre y en todos los casos, puede realizarse la transferencia de tecnología por diversas vías. Y que siempre y en todos los casos es posible realizar valoraciones económicas, con métodos muy fiables, de los resultados obtenidos en el proceso de generación de conocimiento, innovación y plasmación del progreso. Sean estos resultados materiales o inmateriales. 

Y, por supuesto, refiera todo ello a cuestiones de actividad puramente empresarial o a cuestiones de naturaleza social. La falta de conocimiento y criterio por parte de muchos de quienes nos gobiernan -palabras huecas, mensajes vacíos, postureo, propaganda y una incompetencia supina- no le quita validez a la afirmación. 

Por Francisco José García Paramio, doctor ingeniero de Telecomunicaciones, Executive MBA por el IESE y profesor en la Universidad de León 

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