“El nuevo método de desestacionalización ‘impulsará’ el dato de afiliaciones a la Seguridad Social durante los meses de ralentización económica”
El rigor y la transparencia en la presentación de las estadísticas es algo que debemos no ya agradecer, sino exigir a nuestros políticos. Y, en ese sentido, que un técnico como José Luis Escrivá llegara al frente del Ministerio de Seguridad Social parecía una buena noticia dirigida a mejorar la calidad de los datos de este organismo.
A este respecto, no cabe duda de que durante los últimos años se han introducido bastantes cambios positivos en materia de accesibilidad y tratamiento de los datos. Pero, sentado lo anterior, también es necesario constatar la creciente politización que se está haciendo de las estadísticas de la Seguridad Social.
Recordemos: hasta ahora, Escrivá venía presentando a mediados de cada mes el dato de afiliación adelantado de la primera quincena de esa mensualidad y, al mismo tiempo, efectuaba una proyección para el conjunto de los 30 días. Asimismo, Escrivá nos insistía, tanto en esas ruedas de prensa como en la presentación definitiva de las cifras de afiliación, en que el dato relevante no es el bruto sino el desestacionalizado, dado que de ese modo se podían hacer comparaciones homogéneas a lo largo del ejercicio.
El problema es que eliminar la estacionalidad no es un proceso automático, sino más bien una técnica que puede ejecutarse mejor o peor: no en vano, el propio Escrivá fue muy crítico con la desestacionalización que durante los últimos meses venía realizando el BBVA Research (llegó a acusarles de hacer el cálculo de desestacionalización “a pelo”) y que arrojaba resultados distintos a los del Ministerio.
Así, entre julio y diciembre de 2022, la desestacionalización que practicaba el Ministerio arrojaba mejores datos de afiliación que la del BBVA Research: gracias a ello, el ministro y el Gobierno pudieron vender ante el gran público que las cifras de afiliación desestacionalizadas estaban siendo durante esos meses mucho mejores de lo que en realidad fueron.
Al cabo, Escrivá acaba de anunciar que, a partir de enero de 2023, cambiará el método de desestacionalización de las series de afiliación a la Seguridad Social (y que dejará de presentar datos de los primeros quince días del mes para centrarse en presentar datos de los últimos 30 días cada dos semanas). Bajo el nuevo método de desestacionalización (que calca la serie desestacionalizada de BBVA Research que el ministro imprudentemente despreció), la afiliación que se creó durante la segunda mitad de 2022 fue apreciablemente menor que con el antiguo método.
En particular, hasta ahora el Ministerio nos aseguraba que, entre junio y diciembre de 2022, la afiliación a la Seguridad Social se había incrementado desestacionalizadamente en 208.000 personas: ésas fueron las cifras que mes a mes coparon las portadas de los medios de comunicación. Con el nuevo método de desestacionalización, empero, el propio Ministerio reconoce que la afiliación tan sólo se incrementó en 66.000 personas. Pero esta revisión retrospectiva no ha copado las portadas de los medios.
¿Y cuál es el propósito de este cambio en el método de desestacionalización? Uno podría pensar que el propósito es la búsqueda del mayor rigor estadístico: y tal vez sea cierto a pesar de que el ministro desdeñó ese mayor rigor estadístico cuando lo practicaba BBVA Research y no le convenía políticamente. Sin embargo, también cabe una hipótesis alternativa (no del todo incompatible con la anterior): el nuevo método de desestacionalización arrojará entre enero y junio de 2023 mejores datos de los que habría arrojado el anterior (en 2022, por ejemplo, el nuevo método incrementa las afiliaciones casi un 60% con respecto al antiguo).
Es decir, que justo durante los meses de 2023 en los que la economía española y el mercado laboral se ralentizarán, la desestacionalización ‘impulsará’ al alza el dato de afiliaciones; y durante la segunda mitad, cuando las penalizará a la baja, el Gobierno espera que la economía ya haya comenzado a remontar y que ello evite malos datos de afiliaciones.
¿Podría ser que el momento para adoptar este cambio metodológico responda más a la necesidad política que a la necesidad estadística? Como poco, nos quedará la duda.