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Opinión

Redacción Capital

Sostenibilidad: el ejemplo de los mayores

Por Estefanía Campos, Directora en Estudio de Comunicación

No hay duda de que las grandes empresas del país están en gran medida comprometidas con la sostenibilidad dese hace años. Ya son muchas las que han ido pasando del discurso a la acción de manera paulatina y cada vez más ambiciosa, con una misión integrada en la estrategia del negocio, con unos objetivos alineados con el impacto que cada una tiene sobre la sociedad y el medioambiente y con kpis que les permiten medir sus progresos y seguir avanzando en su posición de ser buenos ciudadanos corporativos. Ello va más allá de la sola obtención de determinados resultados económicos. Podemos estar contentos, porque nuestras grandes empresas se preocupan, cada día más, por contribuir a crear futuro mejor.

Pero, pese a las buenas prácticas que están mostrando, considero que aún tienen un importante reto que abordar. Según un importante reto que abordar. Según recientes estudios de la Red Española de Pacto Mundial de las Naciones Unidas, existe un importante gap entre el compromiso de las grandes corporaciones y el de las pequeñas y medianas empresas (pymes) del país.

Las pymes tienen un peso fundamental en la economía. En España, suponen el 99,9% del tejido empresarial español, son las responsables del 66% del empleo total y representan alrededor del 62% del PIB Nacional. Teniendo en cuenta estas cifras, su impacto e influencia sobre la sociedad y el entorno son indiscutibles, y, seguramente, mucho mayor que el de las grandes. Por eso, la involucración de las pymes en la búsqueda de la sostenibilidad o, al contrario, su despreocupación al respecto, es un factor verdaderamente decisivo a la hora de avanzar en la Agenda 2030.

Considerando que las pymes no cuentan con recursos equivalentes y no están sometidas a las mismas exigencias ni a la misma visibilidad que las grandes empresas, especialmente las cotizadas, es lógico que esté resultando complicado que estas pequeñas organizaciones integren la sostenibilidad en su estrategia de negocio, pese a que se están produciendo ciertos avances últimamente. Y, sin embargo, es vital.

La colaboración de las grandes empresas

Aquí es donde, en mi opinión, entran en juego las grandes. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas requieren la participación de toda la sociedad para construir un modelo social sostenible. Y, para ello, la educación es fundamental. Las grandes compañías, más allá de actuar sobre aquellos aspectos en los que ellas mismas pueden mejorar, deberían adoptar el rol de mentoras y hasta educadoras de sus “hermanas pequeñas”. Las grandes pueden y deben asegurarse de ejercer un efecto tractor sobre las pymes, si es que su compromiso con el conjunto de la sociedad es real y va más allá del papel.

Algunas grandes empresas ya lo hacen, o dicen que lo hacen. Comunican que trasladan su compromiso a su cadena de valor, lo que incluye a muchas pymes del país. Algunas lo hacen mediante información, otras con compromisos concretos en los contratos, y las menos, exigiendo realmente el cumplimiento de dichos compromisos. Pero la cosa no debe estar calando como debería, porque se sigue registrando un compromiso escaso con la sostenibilidad entre las pymes.

La comunicación es fundamental en este caso, para conseguir que la sociedad en su conjunto esté concienciada con la sostenibilidad en todos los ámbitos. No solo basta con hacer, también hay que predicar, mucho y de manera constante. Por eso, considero que uno de los objetivos específicos que deberían adoptar las grandes compañías con respecto a los ODS, es la de informar y, sobre todo, formar de manera efectiva y eficaz a todos sus públicos de interés, haciendo especial énfasis en las pequeñas empresas, las que en realidad sostienen las economías de los países.

Para ello, propondría que establecieran planes de acción con iniciativas informativas y formativas a las pymes que colaboran con ellas; que les ayudarán a convertir su compromiso en objetivos y acciones específicas dentro de su alcance de actuación y, sobre todo, que colaboraran con ellas a la hora de establecer acciones de divulgación y de visibilidad entre sus propios stakeholders, para que la sostenibilidad permee verdaderamente en el conjunto de la sociedad.

Son muchos los retos que se plantean las grandes compañías en este ámbito, pero ayudar a otros a subirse al carro y convertirse en copartícipes del cambio debería ser uno de los más importantes. La Agenda 2030 es muy ambiciosa y solo se conseguirá si todos, grandes y pequeños, nos comprometemos con la misma intensidad.

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