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Daniel Lacalle

Los economistas Daniel Lacalle y Pilar Jericó ponen el broche final al ISF de Valencia

El International Summit Financial (ISF) 2023 de Herrero Brigantina puso el broche final este miércoles en Valencia con las intervenciones de Daniel Lacalle y Pilar Jericó  Este miércoles ha concluido el International Summit Financial (ISF) 2023 de Herrero Brigantina contando con las intervenciones de los economistas Daniel Lacalle y Pilar Jericó como cierre. Durante el evento, marcado por el anuncio de la salida a bolsa del Grupo Herrero Brigantina este año, se ha podido disfrutar de intensas jornadas de trabajo analizando la situación económica nacional e internacional, así como las oportunidades que el futuro nos ofrece. En su despedida a los asistentes del ISF 2023, Juan González Herrero los emplazó a "celebrar éxitos, aprender muchísimo y seguir adelante en esta autopista infinita que nos va a llevar cada vez más lejos siendo mejores personas, mejores profesionales y un referente".
“No puedes tener la rigidez laboral de Grecia y el empleo de Alemania, ni los impuestos de Francia y el crecimiento de Irlanda”  Daniel Lacalle: “Tanto el PP como el PSOE dijeron que que España no tenía ‘un problema de gastos, sino de ingresos’. Eso es una tontería económica en sí misma”  El interés del bono español a 10 años rebasa peligrosamente la barrera del 1,4 % en el mercado secundario cuando Capital aborda a Daniel Lacalle, economista jefe de Tressis. Considerado, junto a Juan Ramón Rallo, como uno de los economistas más influyentes no solo de España, sino del mundo, Lacalle lanza dagas liberales en un contexto de incertidumbre y caos en el entorno macroeconómico.  España es “irrescatable”, y su volumen de deuda pública, que enfila el nivel de 1,5 billones de euros, es el resultado de una gestión deficiente de las cuentas públicas. Frente al estatismo confiscatorio, mercado, y en el mercado, visión de largo plazo. Cercano al PP, Lacalle tampoco rehúye la crítica al asegurar que las subidas de impuestos de 2011, 2012 y parte de 2013, con Rajoy, fueron “errores flagrantes”. El Estado debe estar al servicio del ciudadano, y no al revés…  ¿Qué tal ha empezado el año?  Muchísima volatilidad y muchos cambios inesperados. Guerra de Ucrania, burbuja inmobiliaria china, posibles subidas de tipos… todo ello genera enorme volatilidad, pero a nosotros no nos ha ido nada mal en estos primeros meses. Estamos contentos con el desempeño.  ¿Qué previsiones maneja en términos macroeconómicos?  Nos enfrentamos a un entorno en el que el riesgo de estanflación, del que ya hablábamos el año pasado, ha aumentado. Se revisan a la baja las estimaciones de crecimiento y al alza las de inflación. Nosotros ya dijimos que la inflación no era transitoria, ni muchísimo menos, por los factores estructurales…
Stephanie Kelton, asesora del político demócrata norteamericano Bernie Sanders, comentaba hace unas semanas en la cadena CNBC que el crecimiento de la deuda no es preocupante si la inflación no es demasiado alta. De hecho, sostenía que Japón lleva mucho tiempo viviendo sin problemas con una deuda elevada (235% del PIB), y que no es cierto -como dicen los contrarios a endeudarse- que las próximas generaciones tengan que soportar una pesada carga debido a su incremento. Como ejemplo ponía que la clase media americana solo podía tener motivos de agradecimiento por poder habido emerger tras la inversión monetaria realizada después de la II Guerra Mundial.   Kelton no teme por los ingresos. No cree que vaya a haber recesión en Estados Unidos, y estima que el país va a seguir creciendo los diez próximos años. Para ella es un caldo de cultivo perfecto para subir los impuestos y gastar más; lo contrario a lo que ha hecho el actual presidente, Donald Trump, al que acusa de haber hecho más ricos a los ricos con su bajada de impuestos. Como es lógico, estas tesis, perfectamente asumibles por las políticas económicas de izquierda españolas (PSOE, Podemos), no son compartidas por sus oponentes. Además de subir impuestos, la izquierda es también aficionada a la hiperregulación. Chris García, que trabajó con Donald Trump en el gobierno americano, nos contaba las ventajas que, en su opinión, ofrecen sus postulados republicanos. Han conducido a la economía de EEUU a un vigoroso crecimiento del 3,5%, por encima de las expectativas, y a la menor tasa de desempleo desde 1969, un 3,7%: “Bajar los impuestos, algo que mantendremos hasta el final de la legislatura, ha sido importante, pero aún lo ha sido más la desregulación. Esa liberación de leyes y cargas burocráticas se ha traducido en un ahorro…
Tan claro y contundente como polémico y puntiagudo. Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es uno de los economistas más conocidos en España, en buena parte por su dilatada trayectoria de reconocimientos a nivel nacional e internacional. Sus dotes de comunicación le han granjeado una importante presencia en medios como El Español y hasta La Sexta, un medio con una línea editorial muy alejada de su pensamiento. Liberal sin complejos, asesor económico de la Fundación Concordia y Libertad y simpatizante del cartel del líder del PP, Pablo Casado, Lacalle desgrana para Capital una visión económica llamada a impregnar el debate público en los próximos meses. La eterna pregunta: ¿en España pagamos muchos o pocos impuestos? La cuña fiscal de empresas y familias, esto es, lo que pagamos en impuestos con respecto a lo que ganamos, es muy alta. El 80% de los ciudadanos considera que paga demasiados impuestos. Sin embargo, el ratio recaudatorio, es decir, ingresos fiscales con respecto al PIB, es inferior a la media europea. ¿Cómo puede suceder esto? Porque esa cuña fiscal, creciente con los años, supone un límite al crecimiento económico; porque las empresas son mucho más pequeñas - incluidas las que llamamos grandes - que las de otros países europeos; y porque en España hay mucho más paro que en la media de los países de Europa. Cuando se habla de política económica se piensa principalmente en el empleo. ¿Cuál es el problema de España? España tiene una tasa de desempleo medio del 20% desde los años 80. La fiscalidad y la burocracia existente desde entonces no parecen haber ayudado a resolver el problema. Cada cierto tiempo además viene una ola de populismo que dice que la solución a los males endémicos es gastar más y subir todos los impuestos. Eso frena nuestra capacidad de obtener inversión…
24 de enero de 2018. El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, explica su visión de España en un auditorio abarrotado. Los 610 asistentes son un récord para este tipo de desayunos al que asisten habitualmente personajes como el presidente Mariano Rajoy o el líder del PSOE, Pedro Sánchez. Entre los puntos que toca, hay algunos especialmente interesantes: habla de recobrar la clase media trabajadora, que ha dejado a tres millones de españoles fuera de la recuperación económica; de bajar el IRPF, dar más ayudas a la natalidad y a las guarderías, luchar en serio contra la precariedad laboral para subir los ingresos que pagan las pensiones, mejorar la educación para evitar que nuestro país sea el que tiene mayor abandono escolar, dar cheques de formación al que quiere reinventarse… Un cúmulo de medidas que quizá convenzan a más de uno, pero no a todos. Pasado un mes de aquella intervención, el economista Daniel Lacalle nos relata su hartazgo ante este tipo de actuaciones. “Estoy cansado de estos desayunos en los que los políticos se arrogan la idea de por dónde han de ir las cosas, como si tuvieran más y mejor información que tú o que yo”, sostiene, indignado. “Ahora Ciudadanos dice que quieren ser liberales. Pero si sus responsables de economía, Luis Garicano y Francisco de la Torre, son la intervención por la intervención. ¡Si querían regular Facebook!”, señala. “Mientras tanto, un informe reciente ha concluido que España ha bajado diez puntos en la facilidad de hacer negocios. Habría que crear un departamento de servicio a las empresas: que sea más sencilla la inversión, la contratación y los negocios. Me llaman inversores constantemente para pedirme que hable con determinada persona para acelerar sus gestiones. Si tuviera que marcar algún punto sobre el Business Plan que necesita España diría a…
Ramón Tamames, catedrático de Estructura Económica, analiza en su reciente libro El último siglo económico. Capitalismo, el gato de siete vidas la gran transformación que ha vivido uno de los sistemas económicos con más peso en los últimos tiempos. En ese recorrido comparativo entre la teoría que prima la libertad individual como generadora de riqueza (liberalismo) y la que resalta la importancia de una contribución global que redunde en el bienestar general (socialdemocracia), Tamames incide en que "el mercado no lo resuelve todo. Si no, no habría partidos socialdemócratas. Debe haber unos correctores que eviten una desigualdad excesiva y una sociedad excluyente". Esa filosofía es la que ha hecho triunfar durante tanto tiempo a los partidos de izquierda o centro-izquierda. En opinión del economista Daniel Lacalle, los partidos socialdemócratas occidentales han ganado durante décadas en Europa gracias a su acercamiento a la economía de mercado: a su incentivo a la propiedad y a la iniciativa privada y a su visión de la economía como una familia que ahorra, crece, aporta valor añadido y obtiene ingresos para proteger y ayudar a sus mayores y a sus hijos. Así se desarrollaron en países como la España de Felipe González, que adoptó medidas para favorecer la libertad y el crecimiento económico, la apertura al exterior y avanzó en políticas sociales sin tenerlas como excusa para crear un Estado clientelar. Cuando había un mayor grado de consenso en este tipo de políticas, la socialdemocracia viró inexplicablemente hacia un creciente intervencionismo y enfrentamiento con la propiedad privada. Se ha acercado más al populismo, que "jamás ha ganado elecciones y que no tiene como objetivo el progreso, sino el control", estima Lacalle. "Cuanto más se ha acercado el socialismo al populismo, más cercana ha estado su desaparición, o ha ocurrido, como en Francia", añade este economista.…
Recuperabas el dinero en diez años y ganabas en los quince siguientes. Con esas condiciones, ¿quién no iba a estar contento? El ayuntamiento vendía las licencias; empresas o particulares comercializaban terrenos; el inversor recibía las primas del Estado; los ecologistas exultaban por el advenimiento de una energía verde y no contaminante… Pero la producción aumentó más de lo previsto. Los precios de las instalaciones por unidad de energía producida bajaron en 2006-2007 y llegó una avalancha de peticiones tal que se hizo inasumible pagar las primas. El PSOE cambió la legislación en 2010 para frenar el número de receptores y el PP sustituyó en 2014 las subvenciones por lo que ellos consideraron una retribución razonable. La pregunta es: y ahora, ¿qué hacen los inversores, que pidieron sus créditos de acuerdo con la legislación inicial? Los españoles se han topado de momento con el Tribunal Supremo. Está por ver qué pasa con los extranjeros. España firmó en su día la Carta de la Energía. Su posible vulneración da a los foráneos la posibilidad de recurrir a las cortes internacionales de arbitraje si consideran dañados sus derechos. Y ese es el caso. La mayoría de los litigios (diecinueve) ha sido interpuesta ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI), organismo del Banco Mundial. Se han planteado cuatro más en sitios como la Cámara de Comercio de Estocolmo y la Comisión de la ONU para el derecho mercantil internacional (Uncitral). Lo que nos jugamos no es baladí. “El recorte a las fotovoltaicas es de 1.000 millones de euros anuales. Como los fondos de inversión han puesto entre el 20% y el 30% del capital, les estaría afectando en 200-300 millones al año. Si se resolviera a su favor el año que viene, como el cambio legislativo es de 2010,…
“cambalaches” que se produjeron después de las elecciones autonómicas y municipales: “Llevaron a alcaldías y gobiernos regionales a personajes que ni en sueños hubieran imaginado tal honor (Colau en Barcelona, Kichi en Cádiz…)”, lamenta. Aunque admite que valieron al PSOE para recuperar algunas comunidades y muchos ayuntamientos sin haber ganado en las urnas, afirma que también “sirvieron a la Comisión Ejecutiva del PSOE para disimular la pérdida de 700.000 votos respecto a los resultados –en verdad lamentables- del año 2010”. Para romper con esta dinámica, el que fuera primer presidente de la Comunidad de Madrid (1983-1995) estima que habría que diferenciarse claramente de Podemos. “El PP no deja de asegurar por tierra, mar y aire que votar al PSOE es lo mismo que votar a Podemos”, dice. “Los portavoces del PSOE protestan que quieren asustar al electorado, pero no hacen nada para desmentirlo. ¿Y qué pueden hacer? Pues muy sencillo: que Pedro Sánchez salga ante los medios y diga solemnemente No gobernaré si el PSOE no es el partido más votado”, añade. En su opinión, esta sentencia cambiaría totalmente el panorama. El eslogan del PP quedaría obsoleto y los votantes de Podemos que quieren empujar al PSOE a un gobierno de izquierdas tendrán que replantearse su voto: si no gana el PSOE y el PP queda por delante, no habría gobierno de izquierdas. “No hay que ser adivino para saber que más de dos millones de votantes que hoy piensan votar a Podemos no lo votarían mañana, después de esa hipotética declaración de Pedro Sánchez”, estima Leguina. Si es tan fácil, ¿por qué no hace eso Pedro Sánchez? “Pienso que no lo va a hacer porque da por perdida la partida contra el PP, su adversario, y prefiere apoyarse en su enemigo, que es Podemos”, asegura. Leguina estima que adversario…