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Economía

Cómo invertir en las tendencias que redefinirán el mundo 

Por Redacción Capital

Una de las mejores opciones son los fondos temáticos, ya que ofrecen una cartera heterogénea alineada con las megatendencias que impulsan la economía global 

La actual crisis sanitaria y económica no ha cambiado muchas de las tendencias de fondo que se venían dando en la sociedad, como el envejecimiento de la población, el cambio climático o la escasez de recursos. Es más, las ha acelerado. Unos cambios que generan fuentes de crecimiento que podrían ser oportunidades de inversión. Es lo que se conoce como “megatendencias”

Acercarse a este universo es sinónimo de largo plazo, ya que se trata de fuerzas transformadoras que provocan cambios estructurales en la sociedad y en la economía lo que requiere años y, además, pone de manifiesto que no es tarde para invertir en ellas. Así, la esencia de la inversión temática es identificar las tendencias capaces de generar crecimiento en un amplio horizonte temporal

Una de las ventajas de estos vehículos es la diversificación que ofrecen al invertir en más de un sector relacionado con una megatendencia. Además, no siguen las modas pasajeras, ya que persiguen tendencias de muy largo plazo. Con este tipo de estrategias los inversores consiguen acceder a soluciones diferenciadas y alejarse así de la clásica inversión por regiones o activos. 

“Actualmente nos encontramos en un proceso de adaptación a una nueva sociedad con importantes cambios demográficos y con un sustancial envejecimiento de la población, lo que afecta directamente al consumo y a los modelos productivos”, sostiene Iratxe Oria, directora de inversiones de Gestifonsa

Además, añade, “el crecimiento de la población urbana precisa de importantes desarrollos ligados a las infraestructuras, digitalización y comunicaciones. A esto se le une la necesidad clara de que el crecimiento de hoy no comprometa el crecimiento del futuro, y por ello es prioritario reconducir los flujos hacia inversiones sostenibles”. En este sentido, estas son algunas de las megatendencias más destacadas.  

Demografía 

Una de las tendencias que más impacto tendrá en el futuro es el crecimiento de la población. En 1950 se estimaba que la población mundial era de 2.600 millones de personas. Se alcanzaron los 6.000 millones en 1999 y se espera que en 2050 ya sean 9.700 millones de personas. Este aumento implicará mayores necesidades de alimentación, de atención sanitaria, de salubridad o de infraestructuras, entre otras.   

A este respecto, las estimaciones de Naciones Unidas apuntan a que en 2050 habrá más de 2.000 millones de personas en el mundo mayores de 60 años, por lo que este colectivo pasaría a representar el 21,1% de la población mundial. Desde BlackRock señalan que “a medida que las economías van envejeciendo, es probable que la sanidad acapare un porcentaje mayor del gasto público y de los hogares. Creemos que las empresas que aborden las enfermedades relacionadas con el envejecimiento saldrán beneficiadas, junto con las empresas innovadoras que proporcionen tecnologías y nuevas soluciones para ofrecer una mejor atención a menor coste”. 

Por otro lado, los cambios demográficos serán un factor clave de los cambios estructurales en el gasto de los consumidores. “A medida que el poder adquisitivo vaya pasando a hogares de mayor edad en las economías occidentales, las empresas que buscan crecimiento tendrán que satisfacer sus demandas específicas”, apuntan desde BlackRock. 

A ello se une una generación más joven como los millenials. Una de las principales características de esta parte de la población es que son la primera generación de nativos digitales, por lo que la tecnología e Internet tienen un impacto significativo en su manera de consumir y en su toma de decisiones. Además, sus valores son muy diferentes a los de otras generaciones. Según diversos estudios, prefieren los bienes y servicios compartidos antes que la propiedad, buscan la máxima relación calidad/precio, y se preocupan más por temas como la sostenibilidad o el consumo responsable. 

Tecnología 

La tecnología abarca múltiples sectores: semiconductores, software, hardware, servicios de pago, Inteligencia Artificial, computación cuántica, Internet de las Cosas, Big Data… Una industria que se ha visto reforzada con la pandemia, como apuntan desde Fidelity: “Muchas actividades que se han visto obligadas a desplazarse a Internet seguirán realizándose así después de la pandemia ya que la gente ahorra tiempo y dinero.

Las beneficiarias serán las empresas propietarias de las plataformas que se emplean para estos servicios y las que suministran las infraestructuras que los hacen posibles. Los proveedores de conectividad también podrían adquirir una mayor relevancia nacional, con lo que recibirían más inversiones. Las empresas de telecomunicaciones, tecnología y conectividad deberían ser ganadores a largo plazo”. 

A este respecto, entre los puntos fuerte de la tecnología la gestora destaca que es uno de los sectores más internacionalizados y la punta de lanza de una disrupción a gran escala en las cadenas de valor de la mayor parte del resto de sectores. Además, es un sector diverso y los valores tecnológicos ofrecen exposición al crecimiento en una coyuntura que se caracteriza por un bajo crecimiento. 

Sostenibilidad 

Sin duda una de las grandes tendencias que marcará el futuro es todo lo relacionado con la sostenibilidad. No en vano, el cambio climático es uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta la humanidad. Desde PwC señalan que la necesidad social, económica y medioambiental de avanzar hacia un modelo de producción bajo en carbono se ha visto acompañada por un desarrollo tecnológico que, en muchos ámbitos, ha convertido a las energías renovables en la alternativa más eficiente en costes, además de la más limpia.

En este escenario que se está dibujando, Europa quiere convertirse en líder en la carrera por el cambio climático y la economía sostenible, tras haber perdido el tren tecnológico. 

La agencia internacional de renovables Irena estima que la inversión que hace falta a nivel mundial para asegurar la transición energética asciende a 130 billones de dólares (unos 110 billones de euros). En términos anuales, la inversión necesaria para completar el proceso hasta 2050 debe casi triplicar el dinero invertido hasta ahora. 

Además de los factores medioambientales, los aspectos sociales y de gobernanza cada vez están teniendo más calado. Es lo que se conoce como ESG (acrónimo de Environmental, Social y Governance por sus siglas en inglés). Los inversores buscan que sus decisiones tengan a largo plazo un impacto positivo en la sociedad. De hecho, según datos de Morningstar, tras la introducción del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) el pasado 10 de marzo de 2021, los activos de fondos sostenibles globales casi se duplicaron en los últimos seis meses para alcanzar 3,9 billones de dólares a finales de septiembre de 2021. 

En definitiva, todas estas estrategias suponen una gran oportunidad de inversión, ya que los cambios culturales y de patrones de consumo se han acelerado y van a permanecer en el tiempo. Al fin y al cabo, no se trata de modas pasajeras sino de una revolución a todos los niveles.  

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