La falta de suministros en Europa y la continua presión por parte de Rusia abren varios escenarios sobre el invierno que se avecina
El problema del abastecimiento gasístico sigue siendo un quebradero de cabeza para la Unión Europea. A pesar de que algunos países creen haber almacenado recursos energéticos suficientes para pasar el invierno, el más mínimo cambio en la situación de los mercados podría echar al traste sus planes.
Porque el Viejo Continente aún sigue siendo muy dependiente del gas ruso. A pesar de las sanciones, muchos países, como es el caso de España, han aumentado sus importaciones de gas desde Rusia. Por otro lado, las opciones tampoco son tantas.
La solución más aceptada ha sido la importación de Gas Natural Licuado mediante buques metaneros procedentes de Estados Unidos. Sin embargo, el precio de estas operaciones es casi el triple de caro para una Europa que depende de que el mercado se mantenga estable. La petromonarquía catarí es otra opción ante la escalada de los precios energéticos. Eso sí, sin cuestionar la falta de moral que supone adquirir estos recursos de una dictadura que no respeta los derechos humanos.
De momento, Catar y Estados Unidos son las soluciones de emergencia. Sin embargo, siempre existe la posibilidad de que al igual que ha ocurrido con Arabia Saudí recientemente, las relaciones entre el país exportador y Estados Unidos/Europa se deterioren, acercándose dicho país a la Rusia de Putin.
Incluso en esta improbable situación, el dinero suele ser razón suficiente para pasar por alto cualquier tipo de inconveniente mercantil. Pero aún así, no hay que tomarse a broma las posibles consecuencias de una guerra comercial total entre Rusia y sus aliados y un Occidente que todavía depende de la energía del gigante eslavo.
Escenario 1: adiós al Nord Stream
Una de las posibilidades más remotas sería el posible cierre del Nord Stream 1, el gasoducto que proporciona gas a gran parte de los países europeos. Aunque es improbable, ya que la economía rusa depende en gran medida de la exportación de recursos energéticos como gas o petróleo, una acción deliberada en forma de represalia dejaría hundida a Europa.
Lo cierto es que llevamos días escuchando que la mayoría de países tienen sus almacenes de gas llenos de este elemento para que en caso de necesidad, no pasemos penurias. Alemania, por ejemplo, ha logrado llenar sus tanques de almacenamiento hasta el 80% de su capacidad. ¿Significa esto que en caso de corte se puede sobrevivir todo el invierno con lo que hay almacenado?
Por supuesto que no. Las reservas de gas que poseen la mayoría de países son simples "ayudas" de emergencia para casos extremos. En caso de una necesidad urgente, un país como España podría sobrevivir sin importar gas durante 20 días, abasteciendo con sus reservas a todo el territorio durante este tiempo.
¿Y el resto del tiempo? Si no llegara más gas ruso, los países del centro y norte de Europa, que son los más dependientes y los que menos reservas de gas poseen, se verían muy afectados por el corte de suministros. Los apagones podrían convertirse en algo esporádico durante ciertos momentos del invierno.
Por suerte, Estados Unidos está dispuesto a sustituir a Rusia como principal exportador de gas. Moscú ya acusó tanto a Washington como a Londres de ser los responsables de la voladura de una sección del Nord Stream, hecho que podría haber provocado la dimisión de la anterior primera ministra británica, Liz Truss.
En este escenario, los europeos tendríamos que adquirir rápidamente una ingente cantidad de gas proveniente de Estados Unidos, con el sobrecoste que esto conlleva, provocando que la crisis económica se agrave notablemente. Rusia tampoco saldría beneficiada, porque aunque pudiera sustituir al mercado europeo, la posibilidad de exportar gas a Asia por medio de un gasoducto euroasiático no es tan fácil como Putin afirma.
Al final, Europa saldría perjudicada económicamente, pero incluso en las peores simulaciones, los flujos de gas podrían canalizarse desde Azerbaiyán y Noruega. Así, se prevé que con muchas reducciones en el suministro, aún podríamos aguantar el invierno.
Escenario 2: a medio gas
En este escenario, los rusos continuarían como hasta ahora: cerrando esporádicamente el Nord Stream, poniendo excusas sobre el mantenimiento del mismo y evitando que la mayor parte del flujo de gas llegue a Europa.
Europa está sobradamente preparada para esta posibilidad, pero de nuevo, no es barato. Como podemos ver en la actualidad, las consecuencias de las sanciones a Rusia y de la reducción del flujo proveniente de Moscú, siguen provocando inestabilidad en la Unión Europea.
El aumento del precio de los carburantes y del gas se debe a este tira y afloja entre los gobiernos de las dos entidades. La mayor parte de los estados comunitarios se han visto afectados por el incremento de la inflación, que ronda el 8% de media.
Otra posibilidad sería que Putin cortara el suministro de Gas Natural Licuado que Europa importa también desde Rusia, lo que dejaría en shock a los mercados comunitarios. En este caso, los rusos sí que podrían salir beneficiados al tener la capacidad de vender esos excedentes a países aliados como la India o Pakistán.
Occidente tomaría entonces represalias, endureciendo su política de tope de precios del petróleo, tal vez con amenazas de sanciones a los infractores occidentales, unos controles más estrictos y una reducción del tope. Los rusos, por su parte, podrían contraatacar convenciendo a sus aliados para que reduzcan su objetivo de producción mensual en 1 millón de barriles diarios, que se sumaría al recorte de 2 millones de barriles diarios ya aplicado en octubre.
Este escenario, en el que ya estamos medio sumergidos es el más realista de todos. Una guerra comercial en la que saldrían ganando tanto Rusia como Estados Unidos, mientras que de nuevo, la gran perjudicada sería Europa.
Aún así, es complicado pensar que podríamos pasar frío en invierno debido a este bloqueo comercial. Lo más probable es que los países tiren tanto de almacenamiento como de importaciones estadounidenses para subsanar la falta de gas, aunque el coste sea mayor que el actual.
Escenario 3: guerra comercial extrema
La Guerra de Ucrania está haciendo que muchos países se replanteen sus relaciones comerciales con Rusia. Si bien la situación está estancada, las pérdidas el Ejército Ruso han demostrado que la ayuda a Ucrania, aunque terriblemente cara, es eficaz.
Sin embargo, si estas pérdidas se vuelven tan habituales que Rusia comienza a ver imposible ganar la guerra, Putin podría tomar una decisión más drástica.
Los eslavos podrían cerrar el TurkStream, el otro enlace de suministro gasístico que mantienen con el continente. En este caso, aunque el gasoducto proporciona gas a los estados "amigos" de Putin, como Turquía o Hungría, también dejaría al resto de Europa sin un flujo anual de 15bcm.
Cabe la posibilidad de que Rusia decidiera dañar también otras infraestructuras de importación de gas europeas. Esto ya se especulaba tras la voladura del Nord Stream, de la cual lo países occidentales acusan a Moscú. Si los rusos dañaran los gasoductos provenientes de Noruega, dejarían a la Unión Europea sin otros 55bcm de gas al año, algo que se revelaría fatal.
Es complicado de imaginar, ya que la OTAN podría interpretar esta acción como un ataque directo contra la organización, lo que según sus estatutos, nos llevaría a una escalada bélica.
Si dicha escalada no se produce, el escenario subsiguiente tampoco es nada halagüeño. El Kremlin sigue tirando la casa por la ventana y convence a los miembros de la OPEP para que declare otro recorte de 1 millón de barriles diarios en su objetivo de producción. También estrangula las exportaciones a través del CPC, un oleoducto que transporta 1,2 millones de barriles diarios de petróleo mayormente kazajo y que termina en el puerto ruso de Novorosíisk, donde el combustible se carga en barcos. Estados Unidos, en un intento de moderar el precio del petróleo, acelera la liberación de sus reservas estratégicas de petróleo.
Estas reservas no son infinitas. Rusia se apuntaría un tanto, pero sería una victoria pírrica. El final del toma y daca haría a Europa entrar en quiebra: debe desembolsar 250.000 millones de dólares en 2023 y 200.000 millones en 2024 sólo para sustituir los barriles rusos. Su factura anual en concepto de importaciones de gas se acerca a 1 billón de dólares.
La solidaridad europea se rompería fácilmente en este escenario. Una reciente simulación del Ministerio de Economía alemán ha evaluado lo que sucedería si, en febrero del año que viene, las compañías eléctricas del sur del país recibieran un 50% menos de gas.
La conclusión es que la Unión Europea tendría que repartir 91 horas de apagones entre sus miembros. Alemania, presa del pánico, podría decidir cortar las exportaciones de electricidad a Francia, o detener los flujos de gas a la República Checa y Eslovaquia. Gran Bretaña, con escasas instalaciones de almacenamiento pero grandes necesidades de gas, sería vulnerable.
Este escenario es el más improbable, pero sí que nos llevaría a apagones diarios y a un aumento extremo de los costes energéticos. Pero en general, podemos afirmar que salvo una escalada de acontecimientos que nos lleve a casi un conflicto total, Europa está preparada (aunque a un coste excesivo) para no pasar frío este invierno.