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Carlos Álvarez Las Heras: "El arte fue, es y será siempre de primera necesidad"

Por Redacción Capital

¿Cuándo y cómo se dio cuenta de que su futuro estaba en el arte, en la pintura?

A mí, como a cualquier niño, me encantaba dibujar y pintar. Pero con 18 años seguía haciéndolo por voluntad propia, como parte natural de mi día a día. A esa edad me mudé a estudiar a Madrid y en mi colegio mayor algunos amigos me pedían dibujos para colgar en sus habitaciones. Recuerdo que mi madre enmarcó uno de ellos sin que yo lo supiera, y al verlo me dijo: “Con 15 como este hacemos una exposición”. Ella siempre me ha ayudado mucho, me dio confianza, y sin duda aquel gesto motivó que yo mismo me viera no como un niño grande que pinta, sino como un pintor en potencia.

¿De qué corrientes bebe su obra? ¿Qué maestros le han inspirado en sus años de creación artística?

Mi escuela son todos los tebeos que copié de niño, sobre todo los Mortadelo y Filemón de Ibáñez. Yo entonces era vecino de Benito Escarpizo, reconocido pintor de mi ciudad, León, que tenÍa el estudio en casa. Allí pasé infinitas tardes pintando, dibujando, enganchándome al aroma del óleo y aprendiendo del maestro. Si todo aquello lo mezclas con el arte de la primera mitad del siglo XX, te sale un cuadro mío.

 ¿Cómo definiría su estilo?

No soy bueno poniéndome etiquetas. Creo que mi estilo es una prolongación de mi persona, tiene muchas de mis luces y sombras, y definirlo seria como definirme yo a mi mismo, algo que siempre me cuesta. Me divierte sin embargo escuchar las observaciones de los demás, las conclusiones que obtienen viendo mi pintura, qué historia imaginan que existe detrás de lo que he pintado. En algún artículo describieron mi estilo como “figuración expresionista” lo cual me parece bien porque el término es muy cajón de sastre. Recientemente, leí una crítica que me definía como un pintor de lo vulgar, en el sentido de que daba importancia a elementos y situaciones menores, poco elevadas, y me gustó porque es cierto.

Carlos Álvarez Las Heras

 ¿Hay alguna obra o trabajo que recuerde con un cariño especial?

Cuando estaba inmerso en el mural “Bienvenidos”, que hoy cuelga de la estación de autobuses de León, supe que tenía algo importante entre manos. Lo primero, era un trabajo faraónico, de 24 metros de largo por 3 de alto, y encima con la responsabilidad de presentarlo en León, que es mi casa. Me gusta pasar por allí de vez en cuando y cuando lo hago aun siento el cosquilleo en las piernas de todas las horas que estuve subido a una escalera allá por 2007.

¿Como está viviendo estos meses de pandemia?

2020 se presentaba como un año con mucho trabajo por delante, con 4 exposiciones programadas, dos de ellas fuera de España, las cuales finalmente por circunstancias del Covid-19 se quedaron en dos, siendo las otras aplazadas. Mi familia y yo pasamos los dos primeros meses del año en Santo Domingo, Republica Dominicana, donde vamos a menudo dado que mi mujer es de allí. La cultura dominicana se ha convertido en una gran fuente de inspiración para mí y me siento muy cómodo trabajando allí, rodeado de una luz y color inigualables. Fue entonces cuando comenzamos a tener conciencia de lo que estaba pasando, y a nuestro regreso todo fue deteriorándose hasta dar con el confinamiento. Al principio tuve mucho respeto por mis hijas pequeñas y mi familia en edades vulnerables. Hoy parece que las niñas no son tan susceptibles de peligro y mi madre por ejemplo lo ha pasado de puntillas. Para pintar no hay problema, porque yo paso muchas horas encerrado y la cabeza no se resiente, pero duele mirar alrededor y ver cómo están las cosas ahora mismo.

 ¿Cómo cree que puede afectar la pandemia al mercado del arte?

La interacción entre artistas, coleccionistas y galerías es cada día más y más digital. Existen plataformas que conectan a unos y otros dinamizando el mercado. Es normal, porque es común a cualquier otro mercado. Acceder a la obra de cualquier artista vivo o muerto hace 100 años, o a un estreno de una película sin salir de tu casa es genial, pero a mí me preocupa que esto se alargue tanto que al final la idea que cale sea precisamente no salir de casa. Eso lo ha conseguido la pandemia. Sin malentendidos, porque es una suerte poder exhibir tu arte a un solo clic del móvil, pero la experiencia, los matices que ofrece el cara a cara es única, romántica si me apuras. Eso no lo empata ningún dispositivo, por mucha calidad que tenga.

¿Qué supone para un artista como usted exponer en la Galleri Tom Christoffersen, de Copenhague?

Es sin duda un privilegio. Hace unos años, exponiendo en Arco, conocí a Leif Djurhuus, reconocido coleccionista de la Djurhuus Collection y hoy un buen amigo. Él me presentó a Tom Christoffersen y su equipo, y también comisarió mi primera exposición con ellos en 2018, titulada “Moments”. Tom es un gran conocedor de la literatura española y en 2020 trabajamos juntos en el desarrollo de “Gypsy Ballads” (“Romancero Gitano”) mi segunda exposición basada en el libro homónimo de Federico García Lorca. Estoy muy satisfecho del resulta[1]do de ambas, aunque quizá en especial de esta segunda exposición, que, pese a la pandemia, consiguió un gran alcance, y me ha permitido seguir haciendo bue[1]nos amigos allí en Dinamarca.

¿Cómo está viviendo esta expansión internacional de sus obras? Echando la vista atrás, ¿en algún momento llegó a pensar que estaría donde se encuentra hoy día?

 Yo me siento a pintar y ya está. Nunca he planificado nada. Concentro toda la emoción en la elaboración del cuadro y si la obra terminada duerme a 50 metros de mí o en la Conchinchina es algo en lo que no pienso. Hace poco me encontré por Instagram con una obra en Guayaquil y una escultura en un Hotel de Malmö. Llegar a gente tan remota es muy bonito. Yo trabajo muy ligado a mi entorno, robando ideas continuamente de mi familia, amigos, de mi zona de confort, y si el resultado conecta con personas de zonas tan dispares significa que mi lenguaje es cercano.

La pintura es un oficio milenario, pero actualmente también ha de adecuarse a las nuevas realidades. ¿Es la tecnología un aliado para dar su obra a conocer?

 Sin duda. Piensa que yo comencé a publicar en Instagram y Facebook presionado por mi mujer, que es infinitamente más inteligente que yo y fue quien me abrió los ojos. Me decía que era una publicidad gratis 24 horas al día. Y tenia razón, claro. Mis perfiles son solo profesionales, en ese sentido he mantenido la idea de exponer únicamente mi trabajo, pero el resultado ha sido muy positivo. Especialmente Instagram ha permitido acercar mi obra a lugares que de otro modo hubiera sido imposible. Pero la tecnología va mas allá de las redes sociales. Yo soy bastante rupestre en la ejecución de mi arte, pero conozco y experimento con nuevas herramientas que sin duda son el futuro y claro que el arte es un gran aliado de las nuevas tecnologías y un lugar donde experimentar con ellas.

¿Es el arte uno de los grandes sectores olvidados por parte de las administraciones en cuanto a su propagación y difusión?

 Yo pienso que existe un proceso de concentración en todos los sectores y también por supuesto en el mundo del arte. Esto afecta siempre al negocio pequeño, al negocio local, y pienso que si finalmente cierra una galería, un cine o un teatro, per[1]demos un poco todos. Además conlleva un mensaje de inestabilidad y precariedad para quien desea iniciar su carrera en las artes. Pienso también que el modelo, sea el de un museo, galería o artista debe ser sostenible por sí mismo económicamente, pero el apoyo de las administraciones es fundamental y favorece nuestra evolución como sociedad.

 ¿Cree que algún día el arte volverá a tener la importancia que tuvo para nuestros antepasados?

Creo que el arte fue, es y será siempre de primera necesidad.

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