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El Gobierno aprueba un incentivo para que los beneficiarios del IMV busquen empleo

El Gobierno ha aprobado un incentivo al empleo en el Ingreso Mínimo Vital (IMV) que se activará cuando los beneficiarios de la prestación vean incrementados sus ingresos del trabajo porque hayan encontrado empleo o mejorado sus condiciones El Gobierno aprueba un incentivo al empleo del IMV, recoge Europa Press. Fuentes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones calculan que 1 de cada 5 hogares que reciben el IMV podrían beneficiarse de este incentivo, es decir, unos 100.000. La cuantía del incentivo dependerá de la composición del hogar, de la cuantía del incremento salarial y del tipo de movimiento. Así, las cuantías serán más altas para los hogares con menores a cargo, con especial atención a las familias monoparentales y en las que conviven personas con discapacidad. Además, al principio, el incentivo será mayor y, a medida que se produce el incremento de salario, el incentivo modera su crecimiento. Asimismo, la cuantía será más alta si la persona estaba fuera del mercado laboral y se incorpora a él, que en el caso en que ya estuviera trabajando. Por ejemplo, una persona que vive sola y no ha tenido ingresos el año anterior recibe un IMV de 5.899,60 euros al año. Si al año siguiente, el Instituto Nacional de la Seguridad Social revisa la prestación y observa que ha tenido ingresos por valor de 1.000 euros, el IMV se reduciría en la misma cantidad, por lo que se quedaría con un IMV de 4.899,60 euros al año. No obstante, al aplicarse el incentivo al empleo, recibiría 1.000 euros extra que, sumado al IMV y a los 1.000 euros de su empleo, darían un total de 6.899,60 euros al año. De esta forma, la existencia del incentivo hace que esa persona no pierda en la prestación lo que ha ganado como ingresos del…
El binomio rentabilidad-riesgo se rompió hace 10 años y los países periféricos todavía necesitan respiración asistida”  Borja Carrascosa, director de la Revista Capital El incentivo perverso del BCE  El Banco Central Europeo (BCE) se unirá por fin al grupo de los “guardianes” contra la inflación -la principal misión de su mandato, recordemos-, aunque de una forma menos agresiva que la Reserva Federal (Fed) de EEUU. Este movimiento, traducido en una subida de tipos de 0,25 puntos básicos este mes y de 0,5 unidades en septiembre, previsiblemente, se ha dejado notar con fuerza en las economías europeas. Morgan Stanley, en un informe reciente, apunta que el riesgo de recesión a partir del segundo semestre en la Eurozona “está aumentando claramente”.  Las señales de desaceleración económica son evidentes, y las últimas previsiones indican que España crecerá apenas un 4% este ejercicio. Los países de la zona euro se han acostumbrado a vivir con una política monetaria muy acomodaticia en los últimos 10 años. Concretamente, desde el famoso “whatever it takes” (“lo que sea necesario”) del italiano Mario Draghi. Su relevo en la presidencia de la institución monetaria, la francesa Christine Lagarde, ha recibido una herencia complicada de gestionar.  La respiración asistida con tipos inferiores al 0% y el “rescate silencioso” en forma de compra de bonos por parte del BCE -aproximadamente 5,1 billones de euros en los últimos siete años- han distorsionado el mercado secundario de deuda, que lleva una década funcionando ajeno a la ley de la oferta y la demanda.  El binomio rentabilidad-riesgo se ha roto. Los inversores, en un escenario normal, piden intereses bajos para comprar títulos de países solventes, ya que la expectativa de recuperar el capital a vencimiento es alta. Y, a la inversa, exigen cupones más elevados para adquirir la deuda de aquellas economías cuyas finanzas…