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meritocracia

La mediocracia vence a la meritocracia

"El sistema premia a los que viven del Estado y favorece a aquellos que disfrutan sin merecerlo de los frutos del trabajo de otros" Vivimos una época convulsa y extraña a partes iguales, repleta de paradojas económicas y sociales en un juego de intereses creados y financiados con presupuesto público. En esencia, el complejo entramado burocrático que rodea la vida privada -económica y personal- dificulta el desarrollo y el crecimiento de los empresarios; de los profesionales; de los propietarios y de los emprendedores. Por el contrario, premia a los que viven del Estado y favorece aquellos que disfrutan sin merecerlo de los frutos del trabajo de otros. En la batalla de la meritocracia frente a la mediocracia, la segunda está ganando, y eso nunca es bueno.  Resulta difícil de comprender que un propietario de vivienda, que abonó y sigue abonando la extensa batería de impuestos ligados al negocio inmobiliario, tenga menos protección jurídica que aquellos que se la ocupan. No tiene sentido que aquel que contribuye a mejorar el funcionamiento del Estado, destinando al mismo una parte relevante de sus ingresos, se encuentre desprotegido frente a los que apenas aportan nada al sistema público. No solo eso, sino que además se aprovechan de una normativa laxa y permisiva para mantener esta forma de vida. Esta ‘guerra’ diaria entre los que aportan recursos y los que los extraen es perniciosa para el futuro económico de un país.  De igual forma, tampoco se entiende el castigo -tanto fiscal como social- que sufren los empresarios y los emprendedores. El concepto de redistribución del capital que justifica la persecución tributaria de los llamados ‘ricos’ se cae por la base si no hay riqueza que distribuir. Si las empresas no generan ingresos ni empleo, si no invierten, el modelo de ingresos públicos se desmorona. Más…