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raúl castillo

El agónico adiós del libor, el índice interbancario al que prestan dinero las élites

Por Raúl Castillo. Librarse del Libor, el índice de referencia al que se prestan los grandes bancos de inversión y grandes corporaciones, está resultando más complejo y enrevesado de lo que las autoridades reguladoras esperaban. El escándalo que acompaña a este índice de referencia interbancario desde 2008 ha resultado ser el menor que los problemas para los responsables de poner orden en este asunto, que se ven ahora superados por la madeja de intereses que rodean a este denostado referente de los préstamos globales a nivel mundial. La andadura de este índice comenzó en 1986, cuando las autoridades financieras de Londres se dieron cuenta que había un problema que podía convertirse en un pingüe negocio para la City. El crecimiento en aquella época de los “swaps”, “forwards”, opciones y demás instrumentos derivados financieros hizo temer a las autoridades de la Financial Conduct Authority (FCA) que aquello se desmadrase si no se introducía una medida de uniformidad, y así fue como el Banco de Inglaterra y la Asociación de Bancos Británicos crearon el LIBOR (London Interbank Offered Rate). Pero, como siempre ocurre en la vida, donde unos ven problemas, otros ven oportunidades. En marzo de 2011, en plena resaca de la Gran Crisis Financiera, el rotativo “The Wall Street Journal” (WSJ) abrió la Caja de Pandora al denunciar que los grandes bancos con sede en la City se estaban concertando para manipular el Libor. Concretamente, según WSJ, publicaron tasas que no se correspondían con el tipo de cambio real al que se prestaban los bancos, con el objeto de beneficiar las posiciones que mantenían las mesas de trading de sus bancos en los mercados de derivados financieros. Como ya profetizaron años atrás al menos un par de miembros del Banco de Inglaterra de manera irónica, el Libor era “la tasa a…
Por Raúl Castillo. La crisis del coronavirus ha sido, por inesperada, un auténtico “cisne negro” para los bancos europeos. El negocio bancario tradicional, basado en prestar dinero, “yace” moribundo en suelo europeo por el largo periodo de tipos de interés negativos de la zona Euro, que va desde la Gran Crisis Financiera de 2008 (GCF) hasta la crisis de la Covid-19 de 2020. La baja inflación y el bajo consumo de los ciudadanos, por el temor a perder su empleo y los confinamientos, han supuesto “la puntilla” para los bancos que habían transformado su negocio desde 2008 convirtiéndose en prestadores de servicios a sus clientes. Las entidades se han dedicado a ofrecer créditos al conRaúl Castillo sumo, seguros, ofertas de renting, ventas cruzadas de alarmas y un sinfín de servicios, convirtiéndose en auténticos “bazares chinos” con la esperanza de recuperar sus ratios de rentabilidad. Pero los ciudadanos han decido ahorrar y ya saben lo que decía el actor Leonardo di Caprio interpretando al controvertido financiero Jordan Belfort en la película ‘El Lobo de Wall Street’ de Martin Scorsese: “El negocio consiste en pasar el dinero del bolsillo de tu cliente a tu bolsillo”. “El negocio consiste en pasar el dinero del bolsillo de tu cliente a tu bolsillo” Así que las empresas financieras se han visto obligadas, como en 2008, a agarrarse al “clavo ardiendo” de la reducción de plantillas, el desarrollo tecnológico y las tan traídas y llevadas fusiones entre entidades. Sin embargo, no hay garantías de que estos acuerdos entre bancos nacionales soluciones los problemas estructurales de la banca: muchas fusiones locales no logran agregar valor y sus réditos no alcanzan para la inversión de miles de millones de euros que tienen que hacer en tecnología para ir eliminando oficinas y personal. Por ahora, los acuerdos siguen el…
Por Raúl Castillo. Lo que parecía un proyecto de unos lunáticos, anónimos, freaks y cyberpunks alumbrado en 2008 se ha convertido un dolor de cabeza para la industria bancaria, los gobiernos y los bancos centrales. Bitcoin (BTC) y las criptodivisas se hacen mayores al ritmo de los cambios que se producen en nuestra economía y nuestra sociedad, y están pasando su segunda prueba de fuego en estos días: superar la barrera psicológica de los 20.000 dólares. ¿Por qué? Porque en 2017 fracasó, y todos los “haters” de las criptodivisas salieron en tromba a criticar el proyecto calificándolo de estafa y de burbuja. Pero para comprender el porqué de las pasiones de Bitcoin hay que remontarse a su origen y a las implicaciones que tiene para la industria financiera tradicional. El primer documento sobre el funcionamiento de la cripto lo publicó el 1 de noviembre de 2008 un tal Sathosi Nakamoto, personaje al que se le han atribuido diversas identidades tanto individuales como corales, sin que a día de hoy se sepa a ciencia cierta quién fue el creador de Bitcoin. Al principio nadie lo vio venir, porque el valor de BTC era irrisorio: Un Bitcoin valía 0,03 dólares en abril de 2010 y la primera transacción la hizo Laszlo Hanyecz en el mundo real al comprar dos pizzas en Jacksonville (Florida) por 10.000 BTC. Pero los ataques comenzaron a ser furibundos cuando Bitcoin iba ganando valor, ya que lo que estaba en juego era el control de las transacciones de los ciudadanos por parte de los Gobiernos, bancos centrales y bancos comerciales. Si los ciudadanos podían comenzar a intercambiar valor sin dinero, ¿para qué servían entonces los bancos centrales y los bancos comerciales? El primero en lanzarse a la yugular de cierto renombre fue el CEO de JP Morgan, Jamie…
Por Raúl Castillo.  El par euro dólar (EUR/USD), el más intercambiado por los inversores en el mercado de divisas, ha tenido un gran año antes y durante el epígono de la pandemia de la Covid-19, a la que los ciudadanos de a pie asistimos ahora.  La moneda única se ha revalorizado un 5,7 % frente al “greenback” en lo que va de año. Aunque los datos macroeconómicos de la zona Euro sean malos y no acompañen a la economía real, los mercados financieros, y en especial el mercado Forex, que mueve ya más de 6,6 billones de dólares en transacciones al día, tienen “razones que la razón no comprende”, parafraseando al matemático del Siglo XVII Blaise Pascal. El primer factor que habría que tener en cuenta para esta subida del euro sería el carácter llamémosle “binario” o “bipolar” de los mercados financieros. Dos son los estados entre los que navegan en el día a los inversores: la euforia, que lleva a la codicia, y el miedo, que lleva al pesimismo. Cuando hay euforia, el conocido como modo “risk on”, los inversores compran buscando rendimiento a sus inversiones y buscan activos con altos retornos sin importarles el riesgo. Este estado favorece a un grupo de divisas entre las que se encuentra la nuestra, el euro (EUR). También figura la libra esterlina (GBP), otra de las grandes beneficiarias de este estado, así como algunas divisas relacionadas con las materias primas y sus importantes relaciones comerciales con China, como el dólar australiano (AUD) y el neozelandés (NZD), entre otras. Cuando el miedo aparece en los mercados, estas divisas se venden y es el momento de las “divisas refugio” o “safe haven”. Es lo que se conoce como modo “risk off” y los inversores buscan esas divisas refugio, principalmente el dólar estadounidense (USD), el…