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Empresas

Jaime García-Legaz: “Necesitamos privatizar algunas empresas que no compiten bien en manos públicas” 

Por Borja Carrascosa

“La carga fiscal en España es excesiva y lastra la captación de talento y la inversión internacional” 

Jaime García-Legaz: “El tránsito al mundo privado desde Cesce y Aena fue más fácil que si lo hubiera hecho directamente desde el Ministerio” 

España siempre ha reaccionado con mayor virulencia que el resto de los grandes países europeo al impacto de los ciclos económicos. Pasó durante la pandemia y el país todavía no se ha recuperado, y también sucedió entre 2011 y 2013, cuando el PIB encadenó tres años seguidos en recesión. Y, en ambos casos, el liberalismo siempre se ha enfrentado a la socialdemocracia con recetas distintas. En el caso de España, el eterno debate entre la izquierda y la derecha, que recientemente cuenta con una variada tonalidad cromática. 

Jaime García-Legaz, ex secretario de Estado de Comercio entre 2011 y 2016, dio el salto a la empresa pública en Cesce y Aena (ex presidente y ex CEO en ambos casos), entre otros cargos, e ingresó posteriormente en el sector privado, en el consejo de administración de Dia en plena reestructuración. Lo abandona este mes de junio, tres años después, pero mantiene su “asiento” en los máximos órganos de administración de Ahorro Corporación; Aena; Canal de Isabel II y Pañalón. 

El ex presidente de Aena, conferenciante Top 100 de Thinking Heads, relata a Capital las claves que marcan la aportación de valor de un ex alto cargo público y las recetas que devolverán a España a la senda del crecimiento económico

Lleva casi tres años en el consejo de Dia y ahora lo abandona, ¿qué experiencia saca y en qué posición está la compañía actualmente? 

Dia ha conseguido consolidar su presencia en el mercado español partiendo de una situación límite. La compañía estuvo al borde de la liquidación, literalmente, en mayo de 2019. Tres años después, es una compañía saneada, con liquidez y que ha hecho un esfuerzo enorme por modernizar su gestión y sus tiendas. Es una compañía más pequeña, pero con mayor capacidad de rentabilidad, y que tiene la aspiración de liderar el mercado de retail de proximidad en sus mercados de referencia, básicamente, España y Brasil. 

¿Cuál ha sido su mayor contribución a la compañía, su aportación de valor? 

Quizá mi mayor contribución ha podido ser restablecer la confianza de las entidades financieras y de los inversores en bonos en la compañía. La confianza en día estaba pulverizada en el año 2019 y he tenido la suerte de presidir la comisión financiera de estructura de capital. En estos tres años hemos hecho varias ampliaciones de capital y hemos contado con la confianza de los inversores. También hemos conseguido que los bancos confíen en Dia, y esto era vital para la supervivencia de la compañía. 

La empresa también tuvo que remodelar su perímetro y convertirse en una empresa probablemente más más pequeña pero más rentable. Dia había crecido de forma desorganizada y tenía muchas tiendas que perdían dinero. La compañía no podía ser grande si una parte de ese tamaño es fuente de pérdidas. Mi tercera contribución quizá ha sido ayudar a captar nuevo talento en día, que fuera capaz de realizar la profunda transformación que la compañía necesitaba. 

La sociedad española critica mucho las “puertas giratorias” y estigmatiza al que pasa de un alto cargo público a la empresa privada. ¿Qué es lo que puede aportar una persona con experiencia en un Gobierno, como es su caso, a una compañía? 

En prácticamente cualquier país desarrollado, no solo se acepta, sino que se valora la transición entre el mundo público y el privado. Cuando alguien viene del mundo privado al mundo público trae mucho que aportar, y, cuando ocurre en la otra dirección, también. En mi caso, la experiencia de cinco años de secretario de Estado de Comercio me permitió conocer bien qué está pasando en el mundo; en la economía global; en los riesgos “macro”; en los factores que están que están marcando la tendencia de la economía mundial en cada momento... 

Y, obviamente, ese conocimiento siempre puede ser útil para una compañía multinacional, como era el caso de Dia, que está en Brasil, en Argentina, en Portugal y en España. Ahora, con la guerra de Rusia y Ucrania, hemos visto que muchas empresas se han encontrado con problemas muy graves en por no haber sido capaces de prever un conflicto como éste. Un conocimiento de los riesgos que afloran en el mundo, de este tipo de amenazas, creo que aportan valor a una compañía porque permiten anticiparse a escenarios futuros y prevenir o mitigar riesgos. 

Todas las compañías multinacionales tienen ahora en sus departamentos de compliance la labor de realizar un mapa de riesgos, y el conocimiento de la realidad política, económica o geoestratégica del mundo es un valor. 

¿Cómo ha cambiado su día a día entre la etapa del sector público y el y el privado? ¿Trabaja ahora con menos presión que durante su etapa en el Gobierno? 

Yo tuve la suerte de hacer una transición de casi cuatro años desde el mundo público, propiamente dicho, al mundo privado. Fui presidente y consejero delegado (CEO) de Cesce y luego presidente y CEO de Aena, dos compañías públicas de perfil multinacional y bastante grandes, con mucha inversión fuera de España y miles de empleados. El tránsito al mundo privado desde Cesce y Aena fue probablemente mucho más fácil que lo que hubiera sido directamente desde un Ministerio. 

La presión es diferente, 2012 y 2013 fueron años duros desde el Ministerio de Economía, porque la situación económica heredada era muy difícil y costó mucho darle la vuelta a la economía. La presión era máxima, con el objetivo de evitar el rescate y devolver a la economía española a una situación de recuperación y de crecimiento. Ahora estoy en varios consejos de administración y la responsabilidad de un consejo es distinta que la responsabilidad ejecutiva. Las obligaciones que se derivan de pertenecer a un consejo de administración son muchas, absorbentes e interesantes. 

¿Cuál es la empresa pública en la que más cómodo ha trabajado? ¿Por qué? 

He trabajado con comodidad en todas, pero la etapa más gratificante en el mundo empresarial público fue seguramente la etapa de Aena, porque tuve la suerte de poder realizar un plan estratégico de la compañía, marcar un rumbo en de expansión, de crecimiento, de negocio y de transformación de la compañía en 2017 y 2018. Liderar la compañía de aeropuertos más grande, más eficiente y más rentable del mundo para mí fue un privilegio y una gran oportunidad de contribuir a su futuro. 

España ha cambiado mucho desde su etapa al frente de la Secretaría de Estado, ¿cree que hemos mejorado como país? 

Afortunadamente, España hizo en 2012, 2013 y parte de 2014 una serie reformas estructurales muy profundas y una consolidación presupuestaria de las más severas de Europa. Eso permitió que la economía española volviera a crecer, y de una forma muy sana. Con superávit exterior, baja inflación, aumento potente de las exportaciones, diversificación productiva… La etapa de bonanza de 2014 sirvió para para que España no descarrilara. 

El problema actual de la economía española es que, primero, no ha habido reformas en estos últimos años, más bien, alguna contrarreforma. Segundo, ha habido un crecimiento muy grande del gasto público, de la deuda y del déficit público y esto es un lastre. Afortunadamente, hemos recuperado buena parte del empleo que se perdió con la pandemia, pero hay una parte muy importante que es empleo público de reciente creación. 

Esto, en una economía que tiene un déficit público estructural de más del 5% del PIB y una deuda pública del 118% del PIB es un problema que abordar. A esto se añaden otros problemas estructurales como el déficit del sistema de pensiones y el invierno demográfico que se aproxima a la economía española y todo lo que económica y socialmente implica. 

La reforma fiscal que prepara el Gobierno va por la vía del alza de impuestos, y, entre 2011 y 2013, con usted dentro, el Ejecutivo aplicó cerca de 50 subidas. Echando la vista atrás, y pidiéndole un ejercicio de autocrítica, ¿no cree que podría haberse aplicado un plan de consolidación fiscal distinto? 

Claro, cualquier obra humana es imperfecta y cualquier acción de Gobierno, también. En aquella época, creo que hubo algunas decisiones económicas desacertadas. Particularmente, dos. En mi opinión, el primer error fue la subida del IRPF de diciembre de 2011, en el primer Consejo de Ministros, adoptada por el Ministerio de Hacienda. Creo que no ayudó en absoluto a la economía española. 

El segundo gran error fue la amnistía fiscal, ya que se lanzó un mensaje, en mi opinión, negativo, que es que, quien hace trampas, al final recibe premio. Confío en que no se vuelva a repetir, pero no empaña el hecho de que el esfuerzo de consolidación presupuestaria que se hizo desde 2011 a 2015 fue extraordinario y creo que muy positivo. Quizá hubiera sido conveniente perseverar en la consolidación presupuestaria con más intensidad entre 2015 y 2018, pero se pisó el freno. 

“La subida del IRPF de 2011 y la amnistía fiscal de 2013 fueron dos decisiones económicas desacertadas” 

Desde un perfil liberal como el suyo, ¿qué receta propondría para que España recupere el vigor y los niveles de crecimiento sano de los que hablaba? 

Necesitamos un ajuste importante del gasto público y se puede hacer sin ningún coste social, porque hay mucha ineficiencia en el gasto público en la actualidad. En paralelo, hay que hacer una reforma fiscal profunda, que incentive a aquellos que trabajan y asumen riesgos. La carga fiscal en España es excesiva y se ha convertido en un elemento que lastra la captación de talento y la inversión internacional. 

Por el lado de las reformas estructurales, es imprescindible una reforma educativa que vuelva a establecer el mérito y el esfuerzo en el corazón del sistema educativo. Y dar, además, oportunidades a los más humildes, que son los más perjudicados por un sistema educativo público que no proporciona la calidad suficiente. Necesitamos una reforma universitaria profunda que atraiga talento al mundo docente y que permita que las universidades públicas sean tan eficaces y tan eficientes como las privadas. 

Hace falta una reforma del sistema energético y alinearnos en lo posible con Europa en este terreno. Además, en el sector público creo que también son necesarias algunas privatizaciones de empresas que no compiten bien en manos públicas y que, en manos privadas, como ha ocurrido en la historia de la economía española, se convertirán en empresas más eficientes, más rentables, con mayor capacidad de generar empleo y con capacidad de mejorar el servicio a la sociedad. 

Y, en el mercado de trabajo, ¿cómo podemos solucionar las altas cifras de paro y la “brecha” entre la demanda y la oferta de profesionales cualificados? 

Necesitamos una nueva reforma laboral para que el mercado de trabajo sea capaz de suministrar el talento que necesitan las empresas y que ahora mismo no es capaz de suministrar. Y que evite el alto desempleo que todavía sigue existiendo en España. 

Ocurre algo que es muy difícil de explicar y es que tenemos una tasa de paro del 14% y tasas de paro juveniles en algunas regiones del 30%, pero tenemos cientos de miles de puestos de trabajo sin cubrir en las empresas porque no hay profesionales capaces de cubrirlos. Eso, obviamente, es un fracaso del de nuestro sistema educativo y de nuestro mercado de trabajo. Necesitamos perfiles laborales con talento tecnológico. 

Usted es profesor en escuela de negocio, y, en relación, con la demanda de talento que existe en el mercado de trabajo, ¿cómo cree que ha cambiado el perfil de estudiante de este tipo de centros? 

Nuestros alumnos están muy preparados y tienen un gran conocimiento tecnológico. Los veo muy motivados por el esfuerzo económico que representa realizar un programa de grado o de posgrado en una universidad privada o en un en una escuela de negocios internacional. Siempre les digo que son unos privilegiados, porque acceder a este tipo de escuelas de negocio es una garantía no solo de conseguir trabajo, sino de acceder a buenos puestos y bien remunerados. 

Esta es, quizá, la principal diferencia que yo veo con respecto a la situación que pudo haber en los años 90 o incluso después de la crisis financiera de 2008. Ahora, los jóvenes preparados no tienen las dificultades que tenían en el pasado para encontrar empleo. De hecho, lo que normalmente tienen estos alumnos es mucha capacidad de elegir. Es decir, no solo se colocan, y se colocan bien, sino que pueden tienen un amplio abanico de elección que también viene condicionado por la globalización. 

Ahora les ofrecen trabajos en Nueva York; en Londres; en Alemania; en China; en Singapur; en India. Pueden elegir entre trabajar aquí o fuera, y también pueden elegir muchas veces la empresa para la que quieren trabajar. Ese enorme abanico de oportunidades, antes, no existía. 

¿Y los perfiles tecnológicos? 

Aquellos alumnos que tienen perfiles tecnológicos, las empresas se los rifan, con remuneraciones que, hace algunos años, hubieran sido impensables. La tecnología está cambiando los modelos de negocio de forma tan rápida que se están abriendo enormes oportunidades para quien sepa ver esas oportunidades y tenga el coraje y las ganas de ir a por ellos. 

Estamos viendo una revolución en el ámbito de las startups, con empresas nuevas tanto en los sectores nuevos como en los más tradicionales. La oportunidad está ahí para que la quiera aprovechar. Armado con tecnología y con talento, para un joven emprendedor, las oportunidades en este momento son infinitas. 

Fotografías: Santi Burgos

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