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Economía

Qué es el fondo soberano noruego y cómo se gestiona 

Por Pablo Poyo

El Government Pension Fund Global es un fondo soberano que, desde su constitución en 1990, acumula activos por valor de 1,2 billones, similar al PIB de España 

Los fondos soberanos son vehículos de inversión creados con la finalidad de invertir el superávit de la balanza anual en activos extraordinarios para generar una nueva fuente de ingresos. Para poder ser parte del selecto club de países que gestiona estos fondos soberanos, es necesario precisamente eso, que el país en cuestión haya tenido un año donde la balanza de la economía haya sido positiva. 

El segundo dato a tener en cuenta es que estos fondos están gestionados por los gobiernos de dichos países, es decir, son fondos que en el futuro podrán beneficiar a los ciudadanos cuando la situación económica apriete. 

El dinero acumulado en estos fondos se invierte en diferentes activos financieros alrededor del mundo y suele provenir en un primer momento de la aparición de un recurso extraordinario como el petróleo o el gas, que provoca un superávit en la balanza comercial.  

¿Qué es el Government Pension Fund? 

En 1969 se producía un acontecimiento clave que cambiaría la historia de Noruega. Resulta que el país nórdico descubrió por esas fechas una de las mayores reservas de petróleo del planeta, situada en el Mar del Norte. Como suele suceder en estos casos, esta situación provocó un boom en la economía del país.  

Una vez pasadas las celebraciones, desde Oslo tomaron una decisión que no era habitual por aquel entonces. En vez de utilizar el dinero en infraestructuras o pelotazos, los noruegos legislaron para crear en 1990 el Government Pension Fund Global (Fondo Global de Pensiones del Gobierno). 

Este fondo de pensiones, gestionado por el Norges Bank Investment Management, comenzó a operar realmente en 1996, año en el que el gobierno depositó dinero en él por primera vez.  

Como el propio nombre sugiere, el fondo estaba destinado a invertir en activos extranjeros, aunque los beneficios podrían ser utilizados para pagar desde pensiones hasta cualquier gasto público en tiempos de necesidad. 

El oro negro sigue siendo un recurso importante para los noruegos, pero, como el propio Norges Bank afirma, "el petróleo un día se acabará, y el objetivo es utilizar el dinero de forma responsable y pensando a largo plazo, con miras a poder salvaguardar el futuro de la economía de Noruega". 

¿Cómo funciona? 

En Norges Bank aseguran que "el Government Pension Fund Global (GPFG) es uno de los mayores fondos del mundo y controla el 1,5% del total de las compañías más importantes del mundo". El fondo nórdico tiene activos en alrededor de 9.000 compañías de todo el planeta, lo que le genera un pequeño porcentaje de beneficio cada año. 

El fondo posee además edificios en buena parte de las principales ciudades que actúan como motor económico en los países más ricos de la Tierra y gana dinero mediante alquileres y prestando sus servicios tanto a países como a empresas locales. Con la diversificación de activos por todo el mundo, se reduce el riesgo de que el fondo lo pierda todo en caso de una crisis económica importante. 

El GPFG, encargado de gestionar los ingresos petroleros del gobierno, ha provocado que el país nórdico haya logrado acumular en él en torno a 1,2 billones de euros desde su fundación. Una enorme fortuna para un país de poco más de cinco millones de habitantes. De hecho, si dividimos el dinero total acumulado por el fondo entre la población del país, los noruegos tendrían un ahorro per cápita de 250.000 euros. 

El objetivo del gobierno noruego es utilizar el superávit generado por el petróleo para inversiones por todo el mundo, y tirar de esa ‘hucha’ soberana cuando la nación se vea apurada económicamente hablando. Es decir, el excedente de ahorro del país se transfiere al fondo, y cuando la balanza comercial es desfavorable, se utiliza lo ganado en el GPFG para compensar.  

Este método, en principio, parece perfecto. Pero, como casi todo, puede tener inconvenientes. Uno de ellos es el abuso del fondo de cara a invertir más de lo que se genera. Es decir, arriesgar un dinero que no se tiene con miras a un futuro beneficio que podría no llegar nunca. 

Para prevenir desgracias futuras, el gobierno noruego ha legislado también sobre esto. Dicho por ellos mismos: "Para que las futuras generaciones puedan disfrutar de las ventajas del fondo, solo se podrá invertir el equivalente al máximo beneficio de retorno esperado". Esta cifra se estima en alrededor del 3% por año. 

Porque si hay algo de lo que todavía no hemos hablado es de la rentabilidad del fondo soberano. Desde su creación, se calcula que el rendimiento anual del Government Pension Fund Global es del 6,45%, lo que da una idea de lo bien manejado que está el dinero. Incluso con el contexto de crisis actual, el rendimiento del año pasado fue del 5,9%, toda una proeza económica. 

Además, el fondo posee una cartera de 300.000 millones de euros en bonos y propiedades inmobiliarias en las principales ciudades del mundo. Por ejemplo, a cierre del 2019, se estima que el valor de su cartera inmobiliaria tan solo en Londres superaba los 4.500 millones de euros. Aproximadamente el 42% del total del fondo se encuentra invertido en activos o empresas situadas en Estados Unidos.  

China, Kuwait y otros fondos en expansión 

Se calcula que los países más ricos del mundo tienen invertidos un total de 10 billones de dólares en fondos soberanos, siendo el GPFG el mayor de todos ellos. Como ya hemos dicho, el 2022 no ha sido el mejor año para el Norges Bank, cuyo rendimiento descendió hasta ‘solo’ el 5,9%, aunque sigue estando un 0,88% por encima del índice de referencia, lo que equivale a cerca de 11.000 millones de euros. 

Eso sí, la rentabilidad de las inversiones dirigidas por el Norges Bank se redujo en un 14% (151.000 millones de euros), la peor de su historia después de la del 2008, cuando registró una caída del 23,3%. Aun así, el GPFG sigue a la cabeza como el mayor fondo soberano del planeta. 

Le sigue de cerca la China Investment Corporation (CIC), que según datos del Sovereign Wealth Fund Institute, acumuló un total de 1.000 millones de dólares en su fondo soberano. Sus inversiones en bonos y acciones públicas, fondos de cobertura, inversiones en bienes raíces y multiactivos, así como en fondos de capital privado, hacen del CIC una de las principales gestoras de fondos soberanos del planeta. 

El tercer puesto es para Kuwait. El Kuwait Future Generations Fund es un fondo gestionado por el Kuwait Investment Authority (KIA), que se creó con fondos del gobierno para darle salida a los excedentes financieros tras el descubrimiento de grandes reservas de petróleo en el país. Actualmente, el KIA gestiona un fondo que invierte en empresas como Mercedes-Benz Group y Citigroup, con una participación adquirida del 7,6% y del 6% respectivamente.  

Este ranking continúa con otros potentes estados petrolíferos, como los Emiratos Árabes Unidos, donde la Abu Dhabi Investment Authority (ADIA) gestiona un fondo que se calcula en torno a los 800.00 millones de dólares. También encontramos aquí a Arabia Saudí, cuyo fondo soberano, denominado Public Investment Fund (PIF) ha logrado obtener en 2022 unos beneficios de 161.000 millones de dólares, un aumento del 46% que se debe a la subida de los precios del crudo. 

Gestionando un total de 600.000 millones en activos, los saudíes se han propuesto incrementar su fondo soberano hasta los 1.000 millones para 2025, lo que lo situaría como el tercero más importante del mundo, solo por detrás del noruego y el chino.  

España y los fondos soberanos  

Nuestro país no cuenta con un fondo soberano como tal. Lo más parecido es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), un instrumento estratégico en la aplicación de la política diseñada por el Gobierno para el sector público empresarial. 

Su misión es rentabilizar las participaciones empresariales y orientar todas las actuaciones atendiendo al interés público. De esta forma, la gestión de SEPI debe aunar la rentabilidad económica y la rentabilidad social.  

La SEPI es la sucesora del franquista INI (Instituto Nacional de Industria), disuelto en 1995. El ámbito de actuación de SEPI abarca 15 empresas mayoritarias, nueve empresas minoritarias y 100 indirectas. Más allá de eso, no está considerado como un fondo soberano y, desde luego, no tiene nada que ver con los fondos noruegos, árabes o chinos. 

Como ya hemos explicado, los fondos soberanos requieren de una economía solvente que tenga la menor deuda posible y cuya balanza de pagos esté en unas condiciones ideales. Por desgracia, la economía española ‘falla’ en ambos indicadores. 

La deuda española se situó en 2022 en torno al 113% del PIB, lo que equivale aproximadamente a 1,5 billones de euros. Por su parte, la balanza comercial registró un déficit de 71.358,5 millones de euros, un 5,37% de su PIB, superior al registrado en 2021, que fue de 34.007 millones de euros, el 2,82% del PIB. La variación notable de la balanza en 2022 se ha debido a un incremento de las importaciones superior al de las exportaciones.  

Si observamos la evolución del saldo de la balanza comercial en España en los últimos años, el déficit se ha incrementado respecto a 2021 como hemos visto, al igual que ocurre respecto a 2012, en el que el déficit fue de 32.758,8 millones de euros, que suponía un 3,18% de su PIB. 

Bajo esta premisa, es complicado pensar que el Estado esté dispuesto a invertir sus fondos en el exterior. De todas formas, existen alternativas que sí pueden ser explotadas. 

El pasado noviembre de 2022, Madrid acogió la primera reunión con los fondos soberanos del Mediterráneo y del norte de África (EMENA). Este foro, orientado principalmente a la cofinanciación y la movilización de recursos financieros del sector privado, se constituyó en marzo de 2021 en Malta y Cofides fue una de las instituciones pioneras que apoyaron esta iniciativa junto con BPI France (Francia), Malta Government Investments (Malta) y el Fondo Soberano de Egipto. 

La estrategia de España es clara. Se priorizan las inversiones extranjeras en vez de invertir nosotros en el extranjero. Dado que nuestro país es un destino relativamente atractivo y que la economía española está recuperándose poco a poco, foros como EMENA son vitales para enseñarle al mundo que España sí es un país seguro para invertir. 

España captó 2.800 millones de euros, a través de operaciones con 12 empresas españolas, desde octubre de 2020 hasta diciembre de 2021. GIC (Singapur) y Mubadala (Abu Dabi) fueron los más activos en España por volumen y operaciones. 

Los 98 fondos soberanos activos en 2021, de 70 países, realizaron 450 operaciones, 171% más que el año anterior. Todos estos datos pueden hallarse en el Informe Fondos Soberanos 2021, elaborado por el Center for the Governance of Change de IE University y por ICEX-Invest in Spain. 

Según los responsables del estudio, los inversores soberanos más activos el pasado año fueron dos fondos de Singapur: Temasek y GIC. El emiratí Mubadala, con 80 operaciones en el periodo analizado, se ubica también en los primeros puestos del ranking. También muy activos, pero con un enfoque más doméstico, destacan el Russian Direct Investment Fund o el National Infrastructure Investment Fund de India. 

Con los datos en la mano, es difícil pensar que España quiera apostar por invertir en otros países. Pero, a pesar de que la estabilidad económica es importante para mantener una buena rentabilidad respecto a los fondos soberanos, hay varios países que, sin ser economías solventes, también poseen esta clase de inversión. 

Es el caso del Fondo Nacional de Inversión Ruso, que al igual que el noruego está destinado principalmente a ayudar al sistema de pensiones a largo plazo. En total, gestiona activos por valor de 200.000 millones de dólares, y no es el único. 

Corea del Sur, Australia, Irán, Francia o Turquía también tienen entre 140.000 y 200.000 millones (cada uno) invertidos. Es otra prueba más de que, si se quiere, se puede. Pero para ello, hacen falta unas instituciones públicas que dejen a un lado las rencillas políticas y trabajen juntas para garantizar una ayuda extra que podría ser esencial en el futuro. 

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