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Lifestyle

Faros en la costa lucense: cuando el cantábrico fala gallego

Por Redacción Capital

La costa de Lugo es uno de esos privilegios al alcance de todos, y jamás suficientemente reivindicados

La distancia no da calidad y aquí tenemos un buen ejemplo. La costa de Lugo es uno de esos privilegios al alcance de todos, y jamás suficientemente reivindicados. Las vistas al Cantábrico, satisfacen esa romántica necesidad de escapada de todo urbanita, y todavía más en los tiempos de “libertad vacacional” que vivimos. Pero el lugar también puede presumir de una excelente naturaleza, playas y una amplia oferta de ocio.

Turismo e industria comparten escenarios muy atractivos. Estamos, al fin y al cabo, ante una provincia de un enorme empuje pesquero. Su sector conservero sigue pujante, no importa de dónde sople el viento. En A Mariña lucense viven y trabajan más de la mitad de las empresas de conservas españolas, y es por una muy buena razón.

No obstante, para el turista podría ser más interesante un paseo por su costa, cuyas etapas podrían estar casi divididas por algunos formidables faros como en los que  hemos parado nuestro reloj.

Un buen ejemplo lo tenemos en el faro de San Cibrao en Cervo (Lugo) es, con su 14 metros de altura, una referencia clásica en todo listado de faros en el Atlántico. En realidad son dos torres, la principal de 1860. Pero también hay que añadir una pequeña y coqueta vivienda para la farera construida de 1979.

El faro proporciona luz a los barcos a una distancia de hasta 30 kilómetros y, al haber estado siempre cerca del tejido urbano de Cervo, es parte integrante de la mitología y la vida cotidiana del pueblo. Llamado también Faro de Punta Atalaia.

Más solitario, pero igual de visitado es el faro de Isla Pancha u O Cargadoiro, a apenas dos kilómetros de Ribadeo, es una interesante apuesta por lo pintoresco y lo tradicional. Data originalmente de 1867, aunque en 1983 se erigió el llamado nuevo faro, y su apelativo cargadoiro se debe al pasado industrial de la región, ya que aquí llegaba un tren hasta arriba de minerales.

Dispone de dos apartamentos que pueden alojar hasta cuatro personas, cada una de las cuales se sentirá sin duda un farero en toda regla, pero sin la responsabilidad y ni sensación alguna de soledad. Las vistas a Ribadeo son prodigiosas y tenemos a un tiro de piedra las playas y la Reserva Natural de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Terras de Burón.

El faro de Punta Roncadoira es una de las joyas de la ya de por sí mágica marina lucense. Ubicado a 94 metros sobre el nivel del mar, es objeto de multitud de leyendas y mucha, mucha historia en Lugo. La zona de la costa de Xove que protege es, al fin y al cabo, una zona tremendamente peligrosa y accidentada, donde se produjeron numerosos naufragios hasta la llegada del faro en los años setenta.

Su torre de casi 13 metros alcanza 21 millas y ofrece una estampa sobradamente conocida para los vecinos. Es, también, un gran observatorio de aves marinas. Permite divisar incluso la Estaca de Bares y su faro, para muchos el lugar donde comienza el mar Cantábrico. Disfrutar de estos sitios es sólo una cuestión de tiempo.

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