los mercados emergentes y las economías en desarrollo seguirán dando cuenta de la mayor parte del crecimiento mundial, aunque será inferior al cosechado durante las dos últimas décadas: un 4,1% este año, y un 4,6% en 2017. Eso sí, habrá luces y sombras. Por empezar por estas últimas, los países exportadores de petróleo seguirán viendo cómo se ralentiza su avance, al igual que les sucederá a aquellos exportadores de otras materias primas (como determinados de América Latina). China continuará con su particular marcha atrás, Brasil y Rusia no dejarán de lado sus profundas recesiones, y Sudáfrica apenas crece. “Los BRICS han perdido mucha fuerza, hay muchas dudas sobre su evolución”, relata Miguel Otero, del Real Instituto Elcano (RIE). “El que peor sale parado es Brasil, sobre todo por sus problemas políticos y de corrupción”, sostiene Javier Díaz Giménez, profesor de Economía del IESE. A lo que hay que añadir su cuantiosa deuda pública y su enorme déficit presupuestario. Por otra parte, algunos países de América Latina y Oriente Medio vivirán su particular zozobra por el descenso del precio del crudo, mientras que en África, la desfavorable coyuntura internacional aguijoneará a muchos de sus países. “Aunque seguirá renqueante, tendrá un mejor comportamiento la ribera del Índico que la del Atlántico, que es donde llegan los barcos procedentes de Asia”, especifica Javier Díaz Giménez. Tanzania (6,5%) y Kenia (6%) podrán ver la llegada de empresas interesadas en la construcción de infraestructuras, en concreto, nuevos puertos. Los destacados. Según el FMI, en India la situación sigue siendo buena al registrar un crecimiento sólido y un aumento del ingreso real. “Es la única economía que crece de manera robusta [las estimaciones apuntan a un 7,6% en 2016]. En otros países emergentes el capital ha vuelto a los países desarrollados”, manifiesta Miguel Otero. “Se espera que la demanda de plásticos y productos químicos se mantenga fuerte, dado el crecimiento de la actividad industrial y las perspectivas de mejora de algunos sectores productivos orientados al consumidor final”, especifican en Crédito y Caución. Además se prevé que el mercado minorista se duplique desde los 600.000 millones de dólares actuales hasta el billón en 2020.
Las economías del Asean 5 (Indonesia, Vietnam, Malasia, Filipinas y Tailandia) también mostrarán un buen desempeño. “Las dos primeras crecerán alrededor del 5%, y Filipinas sobre el 6%. En todos ellos hay una necesidad enorme de infraestructuras y logística”, añade el investigador del RIE. Si nos centramos en Vietnam, se espera que se convierta en un mercado en crecimiento para los productos farmacéuticos, ya que la administración tiene como objetivo mejorar el sistema de salud. “Tiene una necesidad grande, todavía no satisfecha de atención médica y productos sanitarios que requiere de una inversión importante”, apuntan desde Crédito y Caución. Asimismo, desde las altas esferas se está apoyando el aumento de la penetración de los ordenadores en los hogares rurales, a la par que, debido al aumento de los ingresos disponibles, la creciente urbanización, y el aumento del nivel de vida, sus habitantes empiezan a tener una mayor preferencia por las marcas extranjeras que se perciben como de mayor calidad. Toda una oportunidad para los exportadores de bienes de consumo duradero y electrónica.
En cuanto a México, América Central y el Caribe se beneficiarán de la recuperación de Estados Unidos, amén del descenso del precio del llamado oro negro. En el caso concreto de Perú (4,9%), la construcción será uno de sus puntales, debido a la continua inversión pública. Otro serán las tecnologías. “Constituyen uno de los sectores de crecimiento más prometedores, ya que la tasa de penetración de Internet entre la población tiene mucho recorrido desde el 30% actual”, matizan desde Crédito y Caución. Además, la Administración tiene capacidad para seguir estimulando el crecimiento gracias a las políticas económicas y fiscales prudentes ejercitadas durante los últimos años.
Duro ataque. La caída de la demanda china (que afecta de forma negativa a sus socios comerciales y a los flujos de capital), la reducción del precio de las materias primas (que perjudica a los exportadores de productos básicos), y la apreciación del dólar por parte de la Reserva Federal (que modificó la política de inversiones en los mercados emergentes), ‘atacaron’ durante 2015 a las economías emergentes. Y lo hicieron con una virulencia desconocida desde 2003. “Sin embargo, no hay que eliminar un efecto Fénix en estos países como ya sucedió en la crisis asiática de 1997, en la que resurgieron de sus cenizas”, afirma Mikel Aguirre, Head of Political and Single Risk de Coface.
Para que la historia se repita, cuentan con algunos ases como la depreciación de sus monedas, lo que producirá un incremento importante de su competitividad en un plazo de tiempo muy breve, sin olvidar su bajo endeudamiento y la estabilidad política. “Salvo unas pocas excepciones como República Checa [2,8%], Chile [3,7%], Tailandia [3,7%] o Polonia [3,5%], el riesgo país no deja de incrementarse en una amplia mayoría de ellos”, apunta Mikel Aguirre. Estos cuatro que se ‘salvan de la quema’ tienen baja inflación, su déficit por cuenta corriente no es elevado, y su endeudamiento público es reducido (Chile y República Checa) o moderado (Tailandia y Polonia).
¿Qué tienen en común todos estos mercados? Crédito y Caución lo resume en tres apartados: un marco institucional y unas políticas macroeconómicas estables; su carácter de importadores de commodities, lo que les permite sacar partido a un entorno de precios bajos del petróleo o de los metales; y unas fuertes dinámicas internas de crecimiento de la inversión y extensión de las clases medias.
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