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EEUU pincha la burbuja de las SPAC y Europa la empieza a hinchar 

Rosalía Portela: “Buscamos propuestas empresariales con un plan de negocio atractivo cuyo desarrollo se ha frenado por las circunstancias del mercado”  Las Sociedades de Propósito Especial (SPAC, por sus siglas en inglés) vivieron una rápida burbuja a partir de 2019 que atrajo un importante volumen de inversión, hasta que los reguladores comenzaron a “escrutar” la metodología en determinadas operaciones. Rosalía Portela, ex CEO de Ono y de Deoleo y consejera de una de estas firmas radicada en Ámsterdam, señala al respecto que “como pasa siempre cuando hay una especie de ‘boom’ de algo nuevo, hay abusos de una metodología como esta, que a mí me parece básicamente una alternativa interesante para determinados casos”.  En esencia, las SPAC -también conocidas como firmas de “cheque en blanco”- salen a cotizar en Bolsa sin actividad, con el objetivo de lograr capital para adquirir una compañía. Cuando la sociedad de propósito especial fija la empresa no cotizada que quiere adquirir, y, posteriormente, hacer debutar en el mercado, el valor de sus acciones evoluciona ligado al plan de negocio (“business plan”) de la misma. Portela explica que “encontrar un inversor adecuado puede ser difícil y puede llevar mucho tiempo, lo que hacen las SPACs es precisamente eso, son más rápidas. No van dirigidos a un sector específico, lo que buscan es un modelo de compañía”.  El conflicto surge cuando el plan de negocio de una empresa “nueva”, que no está sometida al escrutinio del mercado por no ser una sociedad cotizada, no es completamente fiable. Por ello, el regulador del mercado bursátil norteamericano, la Securities and Exchange Comission (SEC, la CNMV estadounidense) quiere "frenar las protecciones legales a las que se han acogido algunas SPAC para hacer previsiones positivas y alentadoras sobre las empresas con las que planean fusionarse".  La especulación también ha afectado a la evolución…