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Antonio Cabrales: "Esta crisis nos ha pillado con menos problemas estructurales y serios"

Por Redacción Capital

Por José Francisco Rodríguez.

Antonio Cabrales, profesor de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M), ha sido galardonado recientemente con el Premio Rey Jaime 2021 de Economía, una distinción cuyo jurado está compuesto por 21 premios Nobel. Cabrales analiza con Capital la actualidad económica española, el estado de la educación y las previsiones para la evolución futura del país.

En primer lugar, queremos darle la enhorabuena desde la redacción de la revista por este galardón. ¿Cuáles son, a su juicio, las razones por las que el jurado del Premio Rey Jaime le ha otorgado el premio?

El Jurado hace mención a mi trabajo en teoría de juegos, economía de la conducta y estudio de redes complejas. La teoría de juegos estudia cómo los decisores (humanos y también otras especies) toman decisiones cuando el resultado de la decisión depende también de lo que hagan otros, y viceversa. La aproximación tradicional en economía era individualista y de racionalidad completa. Las personas, se suponía en los modelos tradicionales, toman decisiones por sí solas, sin tener en cuenta más que su propio bienestar y “sin errores.” Pero la evidencia, sobre todo experimental, sugiere que las cosas son de otra manera. La economía de la conducta tiene en cuenta que los humanos se equivocan, a veces sistemáticamente, y que tienen en cuenta las necesidades de los demás. El análisis de redes sociales coloca a los individuos (y las empresas) en un conjunto de relaciones en las que lo que haga un decisor influencia a algunos otros y estos a su vez a unos terceros, de maneras complejas.

El tema de la investigación del proceso de decisión es una constante en tus trabajos de investigación. En este ámbito, ¿qué ha cambiado en estos últimos años?

La globalización ha generado interacciones a larga distancia, con profundas influencias económicas. Por poner un ejemplo de algo que he estudiado, el contagio financiero. Un banco de Alabama tenía hipotecas que eran de dudoso cobro (aunque esto solamente se supo después). Este banco, con ayuda de una agencia de rating, empaquetó las partes “buenas” de las hipotecas y las vendió a un banco de inversión de Nueva York. Este, a su vez, se las colocó a un Landesbank germano, a una caja de ahorros valenciana y a un gran banco holandés. Cuando esa hipoteca se reveló como incobrable, incluso en su parte “buena”, bancos de todo el mundo comenzaron a tener problemas. En pocos meses, tuvimos a todo el mundo en un hoyo que no se veía desde 1929. En el caso de la crisis actual, un virus pasado de un murciélago de Wuhan paraliza el mundo 12 años más tarde. Estas interacciones alrededor del mundo, tanto positivas como negativas, son cada vez más frecuentes y más difíciles de ignorar.

Hace una mención especial en sus teorías sobre lo que sucede cuando una decisión se toma desde una postura “fría”, como una calculadora.

 Mi aproximación se basa en investigar qué pasa si esto no es así. En algunos casos, no importa mucho. Si permitimos los mecanismos de realimentación y aprendizaje, los individuos aprenden a evitar los errores más comunes, pero es muy importante que tengamos oportunidades de aprender. Si cerramos el camino para la “destrucción creativa”, no podemos progresar. Como decía mi suegro, que era muy sabio, “hay que dejar que los tontos se arruinen”. Vivimos en un contexto en el que las redes sociales (RRSS) tienen cada día mayor impacto desde el punto de vista de influencia. No solo política, sino también desde el punto de vista de las marcas.

Desde su punto de vista, ¿cómo están modificando las RRSS el comportamiento de los potenciales clientes de las marcas? ¿Cómo influyen?

 Las RRSS tienen la capacidad de permitir una información muy rica. Para un investigador, tener a golpe de ordenador toda la literatura científica del mundo ayuda a adaptar el comportamiento. Pero también permiten la autosegregación de los individuos en “cámaras de eco” que solamente escuchan noticias que confirman sus expectativas. Al igual que las RRSS pueden conducir a la polarización ideológica, también pueden llevar a la polarización de gustos de manera que homogeneizan patrones de consumo dentro de grupos. Pero, por otro lado, como para los científicos, amplían las posibilidades de satisfacer gustos más de nicho. Antes era dificilísimo conseguir literatura en determinadas lenguas en España, o libros de determinados autores. Ahora todo esto es mucho más fácil. Una persona en un pueblo remoto de España puede ser una crossfitter vegana que consume literatura coreana contemporánea sin mayor problema. Y las empresas se tienen que adaptar a este público segmentado y con capacidad de decisión.

Analicemos la situación económica española actual. ¿Cómo cree que va a comportarse a corto plazo?

No soy experto en coyuntura económica, pero EEUU se está recuperando muy deprisa, más de lo que se esperaba, y no me sorprendería que España también pudiera hacerlo. Esta crisis nos ha pillado con menos problemas estructurales serios e inminentes.

El tejido empresarial ha sufrido un impacto muy importante con la pandemia. ¿Qué sectores saldrán más reforzados tras la pandemia y por qué?

La UE está haciendo un esfuerzo en acelerar la transición ecológica y digital, y nuestros socios lo tienen muy claro también. Solamente por este efecto arrastre, parece claro que las empresas que vivan en ese espacio van a tener más facilidades.

Como experto también en temas educativos, ¿cuáles deberían ser las prioridades educativas para que la empresa española afronte el futuro?

En primer lugar, por el lado de la contratación, deberían preocuparse por contratar empleados flexibles, con alta capacidad de adaptación y de resolución de problemas. El futuro va a cambiar mucho y muy deprisa. Alguien que solamente sabe “cosas” es mucho menos útil que alguien que sabe “hacer cosas”. Por otro lado, con la vista en estas transformaciones cercanas, deben acelerar los procesos de formación dentro de la empresa. El aprendizaje a lo largo de la vida no es un lujo opcional. Es necesario para sobrevivir en el futuro. Es muy probable que, dada la situación demográfica, la estrategia de tener empleados “de usar y tirar”, que es posible ahora, no sea óptima en las próximas décadas. Las empresas tienen que invertir en formar o “re-formar” a sus trabajadores a todos los niveles.

¿Qué cree que podría hacerse en términos de fiscalidad para acelerar la recuperación económica?

Tampoco soy experto en fiscalidad, pero viendo las tendencias que vienen, estoy seguro de que los impuestos al carbono van a ser cada vez más frecuentes, así como la fiscalidad disuasoria del consumo de bienes nocivos para la salud. Esto fomenta el crecimiento sostenible, ya que crea ciudadanos más sanos y productivos. Asimismo, creo que el movimiento hacia la armonización fiscal va a ser imparable. El arbitraje fiscal ya no será posible. En general, los estudios que conozco muestran que en fiscalidad lo importante para el crecimiento es que los impuestos sean previsibles y no arbitrarios.

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