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Opinión

Administración pública 'digital': un mejor enfoque

“El arte de la simplificación de procesos y servicios es clave junto con el destierro del “aquí esto siempre se hizo así’”  Si de verdad las Administraciones estuviesen aprovechando las posibilidades que la tecnología les brinda, la sociedad y sus células básicas (empresas, familias, ciudadanos) disfrutarían de una posición y de unos servicios acordes a lo que en realidad merecen: una Administración a su pleno servicio y no una maquinaria monstruosa amenazante; y unos servicios de calidad y ajustados de manera segmentada y perfilada a sus necesidades e idiosincrasia.  Es más, aunque sólo se hubiese aplicado tecnología para ‘mecanizar’ trabajos, el tamaño del ‘monstruo’ (Estado, autonomías, diputaciones, ayuntamientos…) debería de haberse contraído en número de personas al ritmo que lo han hecho cualesquiera otras organizaciones eficientes en gestión: más del 40%. Pero no ha sido así. Simplificando y evitando multitud de variables, mientras la población se ha incrementado un 16% en los últimos 22 años (de 41,2 millones de personas a 47,9), el número de personas que trabajan en la Administración ha crecido un 38% (de 2,57 millones a 3,55).  Las tres últimas décadas han puesto sobre la mesa, en lo que atañe a lo que hablamos, la mayor revolución tecnológica imaginable: herramientas del puesto de trabajo, tratamiento de datos, comunicaciones y redes, universalización del uso de Internet, nuevas técnicas de desarrollo de aplicaciones, explosión de los interfaces de usuario, y universalización de la interconexión entre servicios, datos y programas. La aplicación eficaz de estos paradigmas en cualquier entorno bien gestionado ha logrado auténticos hitos en forma de nuevas prestaciones y funcionalidades que todos percibimos cada día en nuestros trabajos, en nuestros bancos, en nuestra casa y en la vida diaria.  Siempre caben, al menos, dos planteamientos a la hora de utilizar la tecnología. Ambos han de ser utilizados con…
“Cuando Pedro Sánchez habla de ‘transformar sociedades’, está hablando de moldearlas a su capricho y que el empresario se pliegue al mandato y a la dirección del político”  El discurso político-económico con mayor repercusión social en todo el Foro Económico Internacional de Davos fue, sin lugar a dudas, el del nuevo presidente de Argentina, Javier Milei. No es que repercusión social sea necesariamente indicio de calidad o de certeza, pero sí aproxima el grado de impacto logrado.  Y, en este caso, que el discurso de Milei haya sido visionado mucho más que el de Sánchez constituye una magnífica noticia, dado que los principios que transmitieron el uno el otro no pueden ser más antagónicos: a saber, no puede estar más equivocado Sánchez y más acertado Milei.  En primer lugar, Milei advirtió a los participantes en Davos que Occidente estaba arrastrándose peligrosamente por la senda de un expansivo intervencionismo estatal que atentaba contra aquellos valores fundacionales que lo habían vuelto próspero: regulaciones crecientes, impuestos crecientes, burocracia creciente, dirigismo creciente y, en suma, libertad menguante.  Frente a ese frenesí estatalizador, Milei reivindicó los principios del liberalismo-libertario, a saber, vida, libertad y propiedad. O en las palabras de uno de los maestros de Milei, el profesor Alberto Benegas Lynch (h): “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”.  Y es verdad que hasta que Occidente no abrazó grosso modo estas ideas -la revolución de valores burgueses frente a los valores de la nobleza y del gremialismo-, no se sentaron las bases culturales para que la Revolución Industrial pudiese arrancar (en contra de lo que suele pensarse, la Revolución Industrial no comenzó porque hubiese algún avance tecnológico específico que…
“No hay nada más injusto que tratar igual a los desiguales, ni nada más inútil que desperdiciar gratuitamente los recursos intelectuales y profesionales”  Para prosperar como sociedad necesitamos un nuevo modelo de gestión de nuestros activos y efectivos profesionales. Especialmente, en determinados ámbitos y estratos laborales existe una marcada discordancia entre el grado de responsabilidad adjudicada a los individuos y el de su preparación, aptitud e idoneidad para asumirlo. Demasiado frecuentemente encontramos competencias en manos inadecuadas, que ponen en evidencia tanto a los que las ejercen como a quienes los nombran.  Resulta difícil comprender cómo y por qué algunas sociedades, entidades y personas, consciente o inconscientemente (no sé qué es peor), nos entregamos a quien caiga, porque somos igual de laxos al asignar que al aceptar responsabilidades. Esto contrasta con el espíritu de otras que se respetan más a sí mismas y aspiran decididamente a progresar. Decía Steve Jobs que “la gente A contrata a gente A, mientras que la gente B contrata a gente C”.   En muchas ocasiones, tanto quien adjudica como quien acepta la responsabilidad lo hacen con una alacridad pasmosa trufada de insensatez, idiocia (en el sentido etimológico de la palabra, relacionado con el egoísmo nesciente), o desconocimiento agnotológico de la propia condición y de lo que cabe demandarse al cometido encomendado. Como dijo Descartes en ‘Discurso del Método’, el sentido común es el don mejor repartido, pues todo el mundo cree tener suficiente.  Nuestro modelo social constituye un caldo propiciatorio basado en principios apodícticos muy enraizados que coartan la sociedad mediante un rígido sistema igualitarista que no reconoce ni recompensa apropiadamente el talento y la competencia profesional. Aspira, además, a enrasar a los individuos (siempre por abajo) con cierta independencia de sus méritos, a costa de alienar la motivación por el esfuerzo, la mejora y la…
"El ciudadano medio español vota generalmente contra algo, no a favor de algo, y no tiene por costumbre prevenir, sino, directamente, curar”  La economía solo tiene capacidad de influencia en la intención de voto en unas elecciones cuando los principales indicadores de actividad (PIB, paro, deuda pública y déficit presupuestario) ya se han descontrolado por completo. Esto lo hemos visto en los comicios del pasado 23 de julio, en los que apenas se ha hablado de la situación de las cuentas públicas y privadas españolas a pesar de los desequilibrios que es urgente corregir.  Competitividad, productividad, eficiencia, formación e inversión. Estos temas, por ejemplo, no tuvieron un protagonismo destacado en las agendas y en los discursos de los candidatos durante las semanas previas, y es preocupante. Quizá estos asuntos son demasiado ‘etéreos’, ambiguos, de definición amplia y difusa, poco tangibles… En síntesis, no parecen dar o quitar votos, y es triste. Según nuestra visión, una sociedad que se preocupa por su economía es una sociedad mucho más libre.  También lo vivimos en 2008, cuando la crisis inmobiliaria amenazaba el mayor periodo de crecimiento y prosperidad de nuestro país desde la Transición. Tampoco se habló mucho de economía en esa campaña, ya que el PIB llevaba 15 años creciendo prácticamente sin descanso y las cifras de empleo estaban en máximos históricos. Meses después, todo estalló, hasta que en 2011 la situación financiera de España sí influyó en la intención de voto de los españoles. Para la hemeroteca quedan tanto el rescate bancario como el máximo histórico del paro (6,3 millones), ambos en 2013.  El ciudadano medio español -que no es militante ni afiliado de un partido- es el que decide elecciones y habitualmente vota en contra de algo o de alguien. Es raro que su decisión sea a favor de cualquier…
“Aquellas compañías que deseen obtener subvenciones o licitaciones tendrán que tener mucho cuidado con el ‘ecopostureo’, porque penaliza”  Es fácil recordar cómo a finales del siglo pasado se puso de moda la responsabilidad social corporativa (RSC) y muchas empresas utilizaron acciones aisladas como un gran aparato de marketing, sin trabajar esa responsabilidad social dentro de la estrategia de la empresa. Por ello, algo tan importante como la responsabilidad que una compañía tiene con todos sus grupos de interés cayó, en muchas ocasiones, en una expuesta manipulación. Afortunadamente para aquellas empresas, las redes sociales no estaban aún en apogeo.  Estamos en otro momento parecido en cuanto a los términos ‘sostenibilidad’ y ‘bienestar’. Cuidar el medioambiente o la salud mental y física del ecosistema humano de una organización se supone algo bueno. Sin embargo, el uso indebido de estas iniciativas da lugar a lo que ya se denomina ‘greenwashing’ o ‘ecopostureo’.  Si se quiere saber si una organización está haciendo ‘greenwashing’, sólo hay que mirar hacia cómo presenta esas iniciativas ecológicas y saludables. Si lo hace mediante mucha literatura, sin aportar datos, se puede comenzar a dudar. Las empresas que, por el contrario, lo hacen bien, tienen las acciones de sostenibilidad y bienestar perfectamente reguladas, gracias a sellos que certifican que lo que se dice y lo que se hace coincide.  Actualmente, muchas de estas acciones dirigidas a la sostenibilidad y al bienestar están recogidas en los informes no financieros. Todavía no son obligatorios para todas las empresas; en breve lo serán. La Red Española del Pacto Mundial, entidad para la que las empresas que están comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) realizan informes de progreso, ha indicado que sólo un 14% de las empresas españolas cuentan con una estrategia de finanzas o inversión sostenible. Documentos como los estados no…
“Las aseguradoras aceleran en su digitalización y pasan del modelo de sucursales al denominado ‘phygital’, que combina la experiencia online con la atención offline” El consumidor es digital. Ya sea a través del ordenador, el smartphone o cualquier otro dispositivo, cada día pasamos una media de 6 horas y 37 minutos conectados a la red, según los últimos datos del estudio ‘Digital 2023: Global Overview Report’ publicado por DataReportal. Esta cifra no ha parado de crecer en los últimos años y explica buena parte del constante cambio en los hábitos de los consumidores.  En un contexto en el que empiezan a predominar los nativos digitales, se han vuelto imperantes tanto la necesidad de permanecer siempre conectados como los hábitos de compra que priman el aquí y el ahora. Todo ello ha obligado a empresas como las del sector asegurador a adaptarse para distinguirse frente a un cliente que, entre otras cosas, cada vez es más reacio a acudir a oficinas o sucursales.  Y en este ecosistema digital, ¿cómo distinguirse? Tradicionalmente, compañías de seguros y agentes han tenido una relación con el usuario más física y menos digital, de ahí que exista una brecha importante entre las demandas digitales de los usuarios y una oferta de servicios más estandarizada y fiel a los canales ‘de siempre’. Por ello, las aseguradoras trabajan para acelerar su proceso de digitalización y pasar del tradicional modelo de sucursales al denominado ‘phygital’, una mezcla que combina la experiencia online con la atención offline, lo que les está abriendo nuevas oportunidades de negocio.  La principal barrera para poder llevar a cabo este proceso a menudo suele ser la tecnología. La arquitectura de las aplicaciones del sector se compone principalmente de sistemas heredados cerrados. Las aseguradoras están empezando a trabajar en un modelo ‘plataforma’, con la migración a una…
“Las empresas son ejes clave para derrochar rigor, valor, consenso y diálogos que enaltecen lo público y lo privado”  Puede que sea un mal endémico de la sociedad del S.XXI: somos pobres en tiempo.  Puede que, por eso, se considere cada día como uno de los bienes más preciados: el valor del tiempo.   Vivimos en una sociedad plagada de desafíos y paradojas, por lo que llama la atención que, en la era de la tecnología exponencial, la productividad se esté estancando en la mayoría de las economías desarrolladas, con especial énfasis en la española (OCDE, marzo 2023).  Bajo esta premisa, si tuviera que elegir una tendencia que determine el liderazgo en el presente ejercicio, me decantaría como la gran guardiana del tiempo. Y trabajaría para promover una cultura que lo venerase cómo el gran activo capaz de aliviar una sociedad que parece vivir bajo una eterna espada de Damocles, fruto de un agotamiento sistémico.  Un liderazgo efectivo debería ser aquel que sin titubeos firma un pacto con la tecnología, custodiado por “puentes intermedios”, aquellos que son capaces de ajustarse a los recursos que circunscriben las realidades de cada compañía. Ningún cambio se ejercita de hoy para mañana. Contemplar tramos de ejecución saludable es construir bajo la prudencia que evita caer en el “aquí y ahora”.  Todo lo que se pueda automatizar se automatizará, y aquellas organizaciones que no lo hagan serán sujeto de abandono por parte del mejor talento convirtiéndose en estructuras débiles y mal avenidas. Por eso, no tenemos que temer a la tecnología, sino venerarla. Tener tiempo es hacer espacio para lo humano, y, nunca lo humano se había vestido con puntadas tan rentables.  El liderazgo velador del tiempo hace espacio en las agendas para observar los negocios con vista de dron. La observación transaccional que fulmina el trabajo…
"Las mujeres, como los hombres, son individuos libres y no piezas de un colectivo. La colectivización del grupo ‘mujer’ merece mayor reproche social”  El proyecto de Ley de Paridad es otra cara del complejo y confuso escenario de la ideología de género en la que se enmarca el feminismo radical. Los problemas de igualdad entre hombres y mujeres no pueden resolverse en este escenario de radicalidad y ‘biofobia’, con tintes electoralistas. Por el contrario, se ha de partir de la igualdad ontológica de mujeres y hombres aceptando las diferencias ineludibles de la binaridad complementaria y rechazando las desigualdades sociales arrastradas por la historia.   En consecuencia, la regla de igualdad ha de definirse con el término ‘igualdad en la diferencia’ (equidad) cuyo objetivo es distinto y superior al de ‘paridad’ (uniformidad aritmética acrítica). En la selección racional de personas debe considerarse la capacidad, el mérito y la confianza (valoración ética) y a mayor exigencia de cualificación, mayor excelencia.   Lo fácil, lo espectacular, lo electoral es la paridad en la cúspide. Puro constructivismo ineficiente. Para que exista similar número de mujeres y hombres aspirantes a los puestos más altos, es imprescindible que existan muchas mujeres y muchos hombres con similares méritos, con similares carreras profesionales dilatadas que justifiquen sus aspiraciones en la zona media de las empresas. Porque los líderes empresariales no crecen en los árboles, sino en las compañías.   Hoy no existe esta realidad en la zona media de las empresas, y no por sexismo perverso, sino, de manera singular, porque la maternidad obstaculiza el desarrollo profesional de las mujeres (no tengo espacio para el detalle). En este periodo de la maternidad hay que poner el remedio, con eficacia y equidad. Minimizando el obstáculo de la maternidad se revertiría la inercia para superar otros obstáculos.  La ‘piedra angular’ del trato equitativo…
 “Si la Administración quiere ser un banco cuando los bancos fallan, que lo haga con criterios de eficiencia y con severo control del riesgo” La ‘orgía’ descontrolada de gasto público de los últimos años -agravada por el rescate bancario de 2012 y por los desastrosos efectos de la pandemia sobre el tejido productivo- empieza a tener importantes consecuencias para la estabilidad financiera del Estado. El gigante de los más de 1,5 billones de euros de deuda es, además, un acreedor que sufre una relevante cifra de morosidad por parte de deudores que no habrían pasado el examen de cualquier departamento de análisis de riesgo crediticio.  Por extensión, la realidad empieza a azotar a aquellas empresas que aprovecharon la generosidad de la Administración para mantenerse a flote durante la Covid-19, o, directamente, para lograr ingresos adicionales con los que ‘maquillar’ la cuenta de resultados. La desaparición de la moratoria concursal, la nueva normativa -aprobada en septiembre de 2022- y los efectos de la pasada benevolencia en la concesión de los créditos ICO han dado una nueva ‘vuelta de tuerca’ al sector privado. De hecho, estos dos factores han retrasado un desenlace que quizá era inevitable, pandemia o no mediante.  Los requisitos para solicitar crédito público durante la crisis de la Covid-19 fueron tan laxos que muchos de los ahora deudores pudieron hasta invertir este capital en Bolsa para lograr rentabilizarlo. Parece una broma, pero no lo es, nadie les preguntó apenas nada, salvo la obligación de devolver el dinero en un plazo de dos años. ‘Barra libre’ sin control, nada nuevo bajo el sol.  Como consecuencia, el Estado engordó el grupo de las denominadas como empresas ‘zombis’ que empiezan a solicitar ahora concurso de acreedores. No es de extrañar, por tanto, que la Comisión Europea (CE) quiera revisar la gestión de…
"La evolución del ADN de las marcas va a ser crucial para adaptarse a una realidad que contempla diferentes vertientes diferenciadas según el nivel de inmersión" La evolución actual de los negocios está siendo apasionante. Una evolución que, unida a la tecnología, promete tener un impacto igual o superior a la que tuvo en su momento la revolución industrial o la que está teniendo la actual internet. En una era basada en la conectividad y la comunicación, el progreso de tecnologías como el 5G o el futuro 6G, el Blockchain y las criptomonedas abrirán la puerta a nuevas formas de interacción que transformarán los negocios por completo. Y es que la rapidez de las comunicaciones que soportarán estas redes permitirá a las compañías incrementar la calidad de la interacción con sus públicos, llevándola a territorios que los usuarios querrán explorar junto con las marcas y estas tendrán que entender cómo quiere el usuario recorrer ese camino de forma conjunta. La evolución del ADN de las marcas va a ser crucial para adaptarse a la nueva realidad, una realidad que contempla diferentes vertientes diferenciadas según el nivel de inmersión. La más desarrolladas, la realidad virtual y los entornos 3D, ya es un lienzo en blanco donde usuarios y compañías están descubriendo nuevas facetas de su identidad, que podrán traspasar lo físico, abriéndose nuevas oportunidades de negocio. Oportunidades y entornos que se están testando y evolucionando sobre la base del Gaming, donde se han dado reconocidos éxitos para marcas de moda. Si tenemos en cuenta este contexto, ¿por qué no imaginar una marca de gran consumo que cree una línea de moda para avatares que trascienda más allá de lo digital y que se convierta en una nueva línea de negocio física? Otros dos pilares de la disrupción tecnológica que ya está…