Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Revista Capital

Las tierras calcinadas y olvidadas de Zamora: el coste de los incendios rondará los 200 millones

Por Pablo Poyo

La provincia de Zamora intenta recuperarse tras sufrir dos de los mayores incendios de la historia de España, mientras el coste de la catástrofe aún sigue en entredicho

Las comarcas de Aliste, Alba y Tábara suman en total algo más de 2.000 kilómetros cuadrados de superficie. No parece ser nada significativo si ahora decimos que ocupan algo más de 200.000 hectáreas. Sin embargo, si nos dicen que de todas ellas 60.000 han sido devoradas por las llamas, puede que la cosa cambie.

La Sierra de la Culebra calcinada tras el incendio del 16 de junio Fotografía: Revista Capital

Esta es la realidad de estas alejadas tierras. No es que estén perdidas en mitad de las montañas, o en un archipiélago a miles de kilómetros de la Península Ibérica. Están alejadas del Estado. Y esa distancia es cada vez más insalvable.

Al igual que muchos pueblos y comarcas de nuestro país, estas tierras forman parte de la mal llamada "España vaciada" o "España vacía". Estas expresiones nos hacen creer que se trata de lugares remotos que por suerte para la cómoda vida urbana, no son de nuestra preocupación. Sin embargo, casi toda la Península está en riesgo de despoblación, con la salvedad de las costas,-mucho más ricas que el interior del país-, los archipiélagos canario y balear, y la Comunidad de Madrid.

Con la despoblación llega el olvido: primero el ciudadano y después el del Estado. Y no hay nada más olvidado que esta remota tierra al noroeste de la Península. Dejados de la mano de dios durante siglos, las gentes de estos lugares han aprendido que la única forma de sobrevivir es mediante la ayuda mutua.

Pero, ¿qué ocurre cuando apenas quedan personas que puedan prestar ayuda? Si a la despoblación le sumamos el exagerado envejecimiento de la población-algo que sufre ya casi todo el país-, no nos salen las cuentas. Y aquí es donde empiezan los verdaderos problemas.

La tierra de nadie

La densidad de población del Reino de España es aproximadamente de unos noventa y tres habitantes por kilómetro cuadrado, bastante por debajo de los demás países de Europa Occidental. La tendencia sigue y seguirá a la baja, salvo que en los próximos años ocurra un milagro demográfico comparable con el "baby boom" de finales de los años cincuenta.

Repasando los datos se entiende bien la magnitud del problema. Los países con menor densidad de población son Islandia y Australia, con apenas tres habitantes por kilómetro cuadrado. Mongolia ocupa el primer lugar, con solo dos.

Las comarcas de Aliste, Tábara y Alba son casi tan remotas como estos lugares, salvando que Mongolia y Australia están en su mayoría ocupadas por desiertos o por una estepa heladora.

Tan remotas son nuestras regiones, que se acercan y mucho a esos desiertos y a esa estepa inhabitable. Las comarcas de Aliste y Tábara tienen una densidad de población de apenas seis personas por kilómetro cuadrado. La comarca de Alba alcanza con suerte las cinco personas.

Sus gentes se encuentran dispersas en un territorio comprendido entre el noroeste de España y la frontera con Portugal, conocida a ese lado de la frontera como A Raia (La Raya).

Su folclore es casi tan ignoto como su ubicación para el resto del país. Sus tradiciones y costumbres míticas solo se mantienen gracias al esfuerzo de algunas asociaciones que luchan como pueden contra el abandono institucional al que llevan años siendo sometidos.

Para un foráneo, puede parecer que esta tierra ha quedado suspendida en el tiempo. Enclavada en una época donde la vida era mucho más sencilla, y donde todos los problemas se podían solucionar de forma comunitaria.

El éxodo rural comenzó en los años sesenta y se prolongó hasta el final de siglo en todo el país. Las duras condiciones del lugar y la falta de oportunidades estimularon la salida masiva de zamoranos de la provincia. Los que se quedaron y aún residen aquí, afrontan impasibles el inexorable paso del tiempo.

El envejecimiento de la población autóctona y las complicaciones económicas hacen que la apuesta por echar raíces en estas comarcas sea cada vez más inédita. Sin embargo, ningún lugar está a salvo de las fuerzas de la naturaleza.

La tormenta perfecta

El 15 de junio se habían dado todas las condiciones necesarias para el nacimiento de un incendio. Sequía durante todo el año, falta de prevención y medios anti incendios obligados a estar parados hasta el 1 de julio. Faltaba una chispa para hacer estallar todo por los aires.

Aquel día cayeron más de 2.600 rayos en la provincia de Zamora. Con los incendios siempre se especula sobre la posible autoría y las motivaciones que tiene un ser humano para provocarlos. Pero en este caso, la naturaleza había mandado ya muchos avisos.

El 16 de junio comienza el que será recordado como uno de los peores incendios de la historia de España. Andrés Castaño Fernández es el Guarda Mayor de la provincia, un equivalente al responsable de los agentes medioambientales que actúan en la zona. Aquella noche, ni siquiera los más entendidos podían prever lo que estaba a punto de pasar.

Andrés nos cuenta cómo fueron los peores momentos del incendio. "El fuego era imparable. No sé si con más medios podríamos haber hecho más. En treinta y dos años que llevo en este mundillo nunca habíamos visto nada parecido. El cambio climático y la despoblación afectan y mucho. Este año se han batido récords de temperaturas máximas. Nunca ha habido "noches tropicales" por encima de los 20 grados de mínima en Aliste, y este año hemos tenido cinco".

La Sierra de la Culebra en llamas durante el inicio del primer incendio Fotografía: Revista Capital

La virulencia del incendio quedó reflejada inmediatamente en el terreno. Andrés comenta que la masa forestal de la comarca de Aliste ocupa 104.000 hectáreas (1.040 kilómetros cuadrados). Recordemos que las tres comarcas juntas sobrepasan los 2.000 kilómetros cuadrados de extensión. Es decir, la mayor parte del terreno está cubierto de árboles o de vegetación.

El incendio se expandió con una violencia inusitada, y tras muchos días de lucha, dejó las cifras que todos conocemos: más de 30.000 hectáreas arrasadas, municipios desalojados y un miedo nunca antes vivido en la Sierra de la Culebra.

"Los compañeros lo comparaban con el volcán de La Palma. Allí, con pocas hectáreas quemadas el presidente del gobierno fue varias veces a visitar la zona. Zamora es la gran olvidada, pero nosotros hemos salido siempre de todas las desgracias y seguiremos saliendo".

Una pregunta ronda desde entonces por la mente de los zamoranos. ¿Se podía haber hecho algo más?

Lo cierto es que sí, aunque como bien dice Andrés, "un incendio de estas características no lo habríamos parado ni con mil personas". ¿Falló entonces la prevención?. Muchas personas achacan la gravedad de la situación a la falta de limpieza de los montes, y le atribuyen este nulo mantenimiento a la Junta de Castilla y León.

Sin embargo, con los datos sobre la masa forestal alistana en la mano, se limpian unas mil hectáreas al año. Parece poco, pero debería ser suficiente para mantener a raya esta clase de acontecimientos. Andrés tiene claro cuál es el problema real.

"Ni se nota. No hay una carga ganadera para mantener a raya los brotes que surgen después de las limpiezas de montes. Si no hay un ganado detrás para mantener eso a raya, de poco vale que estemos limpiando".

Y tiene razón. En el pasado, el Estado se hacía aún menos cargo de la limpieza de los montes, pero los incendios no solían alcanzar la gravedad de los de ahora. La gente se encargaba de mantener sus parcelas y sus pastos limpios y productivos, mientras que los bosques se cuidaban de forma comunitaria. Hoy en día, apenas quedan personas dedicadas a la agricultura y la ganadería como para que todo este proceso se mantenga en esa armonía natural tan eficiente.

"El fallo que cometió la Junta fue ponerle fecha a las campañas de incendios. Del 1 de julio al 30 de septiembre. No. Algunos años han venido calurosos, pues adelántalo un poco. Pero ese es el operativo de todos los veranos".

Al preguntarle sobre la posibilidad de auxilio por parte del Estado, Andrés comenta: "el Estado solo nos proporciona dos aviones de carga. España tiene muchos medios repartidos por ahí, pero lo que es en Zamora, solo tenemos dos aviones".

Esta falta de medios no sería preocupante si no fuera porque Castilla y León aglutina este verano el 50% de toda la superficie que se ha quemado en España. Casi toda en la provincia de Zamora.

"¿Por qué antiguamente no ocurrían estos incendios? El labrador labraba la tierra y el ganado pastoreaba la zona; una tierra labrada era un apoyo a la hora de extinguir un incendio, y los vecinos colaboraban. Ahora que está todo tan abandonado, sabíamos que podía pasar y pasó".

Una tierra calcinada no es lo peor que le puede pasar a esta región olvidada. La pregunta es sencilla: ¿cómo afectará la catástrofe a la economía de la zona?

El coste de los incendios y la traca final en Losacio

La Universidad de Salamanca reveló en un estudio publicado en julio cuánto podía llegar a costar un incendió de estas características. Mediante la base de datos ESValues desarrollada por la entidad, se cifró en cinco millones de euros las pérdidas que supondría el incendio para ciertas actividades económicas de la zona (miel, setas, cotos de caza etc.), al menos de forma preliminar.

Por otro lado, el coste del incendio ronda los 60-80 millones. Sin embargo, el sindicato UGT databa en 200 millones el coste de recuperar toda la masa forestal que se ha perdido en este trágico evento.

Para un tierra que acoge a la mayor población del lobo ibérico en toda la Península, y a una gran concentración de corzos y otros cérvidos, es una catástrofe ecológica.

De igual forma, algunos pueblos de la Sierra de la Culebra se habían adaptado a los nuevos tiempos mediante actividades como la observación de estos animales, en especial del lobo ibérico. La Sierra es una reserva natural protegida por la Junta de Castilla y León, y una reserva regional de caza. Con la destrucción de la mayor parte de estos parajes, el impulso que había generado el aumento del turismo rural se ha terminado.

Una de las grandes excusas de la Junta de Castilla y León para mantener inactivo el operativo anti incendios hasta el 1 de julio era su alto coste. La propia Junta ha empezado a hacer cálculos, y la broma puede salir mucho más cara de lo esperado.

Según cálculos del propio gobierno autonómico, un incendio de estas características cuesta entorno a seis millones de euros por cada hectárea abrasada. Así pues, la Junta deberá pagar de su bolsillo una cantidad que ronda los 185 millones de euros, un precio superior a lo que costaba mantener el controvertido operativo anti incendios.

Tal y como se recoge en el informe titulado "Código Forestal 3: Incendios Forestales", publicado en el BOE y actualizado el 7 de marzo de 2022, es el gobierno autonómico el que tiene que afrontar el gasto de la recuperación y la reforestación derivado de un incendio de este tipo. 

La mala gestión del gobierno autonómico se puso de manifiesto mediante una serie de manifestaciones en la capital zamorana para exigir la dimisión de los altos cargos responsables y más ayuda del gobierno central. El propio Pedro Sánchez visitó la zona prometiendo regar con dinero los maltrechos y abrasados bosques.

Pasó algún tiempo, pero la tempestad no amainó. Ni mucho menos. El 17 de julio se declaraba otro incendio, esta vez en las cercanías de la localidad de Losacio. De nuevo, y sin tiempo para reaccionar, las llamas comenzaron a devorar todo lo que encontraban a su paso, y varias poblaciones corrían peligro.

Pronto el incendio se dirigió a la otra cara de la Sierra de la Culebra, aquella que en el fuego anterior había salido indemne de las llamas. El resultado fue igualmente catastrófico: 31.500 hectáreas quemadas, más localidades desalojadas, y desgraciadamente, tres fallecidos.

Vecinos de la zona se afanan en extinguir los rescoldos del incendio Fotografía: Revista Capital

A las faldas de la Sierra se encuentra la localidad de Sesnández de Tábara, que pertenece al municipio de Ferreruela. Charlando con su alcalde, Ángel Román Rodríguez, queda patente de nuevo la impotencia de la comunidad vecinal ante los sucesos acaecidos.

"Cuando estás en esa marabunta de fuego tampoco eres muy consciente de lo que hay, de lo que estás haciendo ni de lo que tendrías que hacer", dice Ángel, que vivió de primera mano las horas más angustiosas en Sesnández. Allí, varias edificaciones de menor importancia fueron calcinadas, pero el arrojo de los vecinos logró salvar el pueblo de la destrucción.

"La labor principal de incendios es de prevención, no de extinción. Hay que invertir más en las zonas rurales para que los campos y las fincas estén limpias, tanto las comunales como las particulares".

Si bien es cierto que la prevención juega un papel clave en la no propagación del fuego, Ángel lamenta que los hidroaviones disponibles no echaran "ni una gota" de agua para extinguir el incendio, y pone énfasis en que "siempre se puede hacer más" en estos casos.

Curiosamente, al preguntarle sobre el coste económico que tienen los incendios y las medidas que se deben tomar para prevenirlos, el alcalde de Ferreruela de Tábara coincide con Andrés Castaño: "cuando yo era pequeño y existían fuegos, los apagaba la gente. No había ni bomberos, ni retenes ni nada. ¿Y por qué era tan fácil apagarlos? Porque no había combustible. Todas las fincas estaban cultivadas, y era mucho más fácil extinguir el fuego. El ganado también era fundamental en esta prevención".

 Lo cierto es que las miles de fincas particulares abandonadas por culpa de la despoblación suponen un reto a la hora de apagar incendios de gran calibre. Los enormes cortafuegos que cruzan la Sierra de la Culebra se mostraron ineficientes para detener un fuego que se propagaba gracias a un viento cercano a los 80 kilómetros por hora.

Mientras los datos relacionados con el incendio siguen llegando, los habitantes de este remoto rincón intentan continuar con sus vidas, al tiempo que la provincia continúa exigiendo medidas contra el abandono estatal, y para paliar el daño de una catástrofe que ha dejado huella en todos los zamoranos.

 

Únete a nuestra Newsletter

A través de nuestra Newsletter con Capital te hacemos llegar lo más importante que ocurre en el mundo de la #economía, los #negocios, las #empresas, etc… Desde las últimas noticias hasta un resumen con toda la información más relevante al final del día, con toda comodidad.