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Lifestyle

Sastrería: relevancia, buen gusto y elegancia del traje moderno

Por Redacción Capital

Lander Urquijo, diseñador y fundador de Lander Urquijo: “Un traje no tiene por qué ser siempre elegante” 

Mariano Langa, fundador de Sastrería Langa: “El look italiano es más de fantasía, un ejemplo de elegancia rompedora. Son el ejemplo a imitar” 

La reconocida columnista y editora en el campo de la moda Diana Vreeland citó aquella frase de “tener demasiado buen gusto puede ser muy aburrido”. Tener excesivo buen gusto frena las ganas de arriesgar con el estilo y de experimentar a través de la moda. Capital se adentra en un mundo que, pese a que su modo de obrar sigue siendo el mismo pasados los años, ha demostrado que puede ser rompedor, original y salirse de los esquemas: la sastrería. Y es que el traje sigue siendo la prenda de vestir por excelencia.  

El día de tu boda, una celebración importante, una comida de trabajo o una entrevista. En estos momentos, escoges un buen traje. Un traje es reflejo de relevancia. Es sinónimo de que ese instante te importa y deseas dar buena impresión. La sastrería es un arte que lleva un laborioso trabajo detrás y que implica una artesanía a medida muy perfeccionista. 

Capital conversa con Mariano Langa, camisero y fundador de sastrería Langa; Jesús López, sastre de Langa; y el diseñador Lander Urquijo, sobre la evolución del mundo del traje, las tendencias de este año o el traje femenino. Además, hablaremos sobre la elegancia y disgregamos las claves para diferenciar un buen traje.  

La evolución del traje 

La manera de vestir de traje ya no es la misma que hace años. Esta prenda ahora va mucho más allá de los clásicos azul marino, negro o gris. Vemos modelos estampados; de colores vivos; con hombreras; apretados; asimétricos… Incluso se viste con falda en lugar de pantalón. El negocio del traje atraviesa generaciones y sigue todavía muy vivo. 

La marca Langa lleva establecida en Madrid 45 años y su fundador así lo cuenta. “El mundo del traje ha cambiado mucho, ahora no se viste. El otro día leí una entrevista a Roberto Verino en la que decía que a él le gustaría venir a Madrid cuando se vistiera bien”, expresa Mariano Langa, camisero y fundador de Langa. 

El camisero describe como antes, cuando la ciudadanía asistía a los toros o al fútbol, la audiencia iba lo que se considera ‘bien vestida’, pero que ahora parecen “una pandilla de bandidos que van asaltando el estadio”. “Yo no lo concibo y ya soy muy mayor, pero no lo concibo, no me gusta. Estoy de acuerdo con Roberto Verino”, afirma Langa. 

Hoy desfilan incluso modelos con traje de pantalón corto, moda que al diseñador Lander Urquijo no es de las que más le satisfagan. “Esa es una moda de la cuál no estoy muy contento, y tengo que decir que yo la he utilizado en alguno de nuestros desfiles por dar de qué hablar, pero no me enamora”, cita Urquijo.  

El traje ha evolucionado hacia otros caminos que no siempre comparten en la profesión. Lander Urquijo nació en 2009 con la voluntad de transformar la sastrería. “El sector en 2009 había tenido un vacío generacional que hizo que casi se extinguiera”, incide Urquijo. El diseñador relata que salieron varias figuras que intentaron posicionar el oficio donde se merece. 

“¿Algún hombre no tiene un traje en el armario? El oficio estaba muy empolvado y no había evolucionado como se merecía. Han cambiado muchas cosas: los volúmenes; las formas; las texturas; las combinaciones… Un sinfín de ellas”, dice Urquijo. Tanto ha variado, que hace años no se contemplaba no asistir a tu puesto de trabajo de otra manera que no fuese en traje. 

Lander Urquijo, diseñador y fundador de Lander Urquijo

No obstante, muchos empleados están cambiando la mentalidad en este sentido y prefieren que se establezca otro código de vestimenta para acudir a la oficina. Un estudio elaborado por una marca de pantalones y la consultora We Are Tester indica que un 75% de los trabajadores prefiere poder elegir con mayor libertad el tipo de ropa con la que acude al trabajo, y un 44% coincide en apoyar la alternativa para reemplazar el traje por una vestimenta que combine como polo, chinos y zapatillas. Como dijo Alexander McQueen, “la moda debería ser una forma de escapismo, no de constricción”. 

¿Un traje siempre es elegante? 

Dicen que la elegancia reside en un buen traje, pero en el oficio distinguen entre quién realmente sabe vestir correctamente con esta prenda. “El look italiano es más fantasía, es un ejemplo de elegancia, pero rompedora. Para mí, los italianos son el ejemplo a imitar en la moda, no los ingleses, porque los ingleses no saben vestir. Ni los americanos tampoco. El inglés tira mucho hacia el bombín, pero no evoluciona, los italianos, sí”, afirma el fundador de Langa, y añade que un traje siempre es elegante, si nos estamos refiriendo, eso sí, a un traje normal.  

Un traje de pantalón corto es no saber vestir. El príncipe de Gales que lleva la falda escocesa, eso no es elegante. Será muy típico, pero no es elegante”, comenta el camisero. 

Es más, por su parte, Urquijo no comparte que un traje tenga por qué ir asociado con la elegancia. “Un traje no tiene por qué ser siempre elegante”, asegura Urquijo. Entonces, ¿qué es exactamente la elegancia? ¿Depende del modo de vestir o es una actitud? El diseñador relata que la elegancia se fundamenta en pequeñas cosas: la actitud; la educación; el estilo; la personalidad, y, por supuesto, la forma de vestir. 

“La ropa puede ser sin duda un aliado para alguien que sea elegante, pero no siempre alguien que va bien vestido tiene por qué ser elegante”, incide Urquijo. Por su parte, Langa opina que la elegancia es algo que no se aprende, sino que se nace con ello. “Hay personas que son elegantes desde la cuna y otros que pretenden aparentarlo y no lo son, por muchas joyas que lleven”, añade. La realidad es que no vestimos igual ni en todas partes se viste igual. La visión de la elegancia cambia y surgen tendencias que se pueden considerar más o menos elegantes. 

"El mundo del traje ha cambiado mucho, ahora no se viste"

Las tendencias en sastrería 

Un traje de sastre y uno de confección no son lo mismo. Ni en tendencia; ni en método de trabajo; ni en tiempo; ni en coste. Langa recalca que ellos hacen artesanía y que, por desgracia, pocos son los que continúan realizando trajes artesanos. “Nos adaptamos a los nuevos tiempos en cuanto a medida industrial y al cliente joven, pero cada vez quedan menos hechos a mano. Te pueden decir que es a medida, pero no lo es”, expresan en Langa, y aclara su sastre que, en la sastrería artesanal, la evolución es muy limitada.  

“Lo que es en la sastrería, sobre todo de caballeros, la tendencia siempre es la misma para la artesana. Puede variar la solapa más ancha, más estrecho, más entallado o menos, pero casi siempre es el mismo. Desde que yo empecé a trabajar en este oficio, siempre es el mismo patrón a nivel de artesanía”, asegura Jesús López, sastre de Langa. El mundo del traje artesanal es distinto al de confección, que juega con otros patrones.  

El mundo de la moda dio un giro con la pandemia y los diseñadores fueron más a un mundo casual, el cual no ha desaparecido, indica Urquijo, puntualizando que la tendencia es retro, con texturizados y rememorando mejores épocas. “Vamos a abogar por poner de moda un traje más casual para un tipo de oficio o trabajo el cual no necesita ser tan riguroso y, por otro lado, ahora que la corbata va desapareciendo de las oficinas, que los hombres procuren cuidar más su look un traje clásico de trabajo no está del todo preparado para usarlo sin corbata”, relata Urquijo. Por ello y para ello hay muchas formas de que la persona cambie el atuendo con otro estilo sin “volverse loco”.  

“Estar de moda” 

Queda claro que la moda es todo un mundo que varía constantemente, lo que no sabemos es cómo y quién decide qué se va a poner de moda y qué tendencias se van a llevar. Urquijo explica que hay una serie de estamentos que se dedican a ello y que las grandes marcas contratan. 

“Los estamentos son creadores de tendencias y coloridos y van alineados. No es casual que, si se lleva el amarillo, todos lo saquemos. Eso es porque hay quien estipula los coloridos. Por supuesto, cada diseñador toma sus decisiones, pero está claro y vemos que todos seguimos una línea”, narra Urquijo.  

Por otro lado, Langa insiste en que más bien el que decide es el cliente. “La medida es para hacerla como el cliente quiere, no como le decimos que tiene que ser. Para eso, se compran uno de confección. Yo, cuando viene un cliente por primera vez, lo que hago es estar un cuarto de hora hablando con él. Con eso, ya sé lo que quiere. Lo voy entendiendo, le aconsejamos y, al final, va bien. Si se empeña en otro estilo, al poco tiempo suele venir a cambiarlo. Eso es la psicología que te dan los años”.  

López comenta también la importancia de complementos como la corbata, pañuelo o gemelos. “Lo lógico es que la corbata tenga una similitud al traje”. El consumidor debe tener en cuenta muchos factores a la hora de escoger un buen traje que le siente bien. Algunos consejos para ir de traje son coordinar correctamente los colores entre traje, camisa y complementos; prestar atención a las mangas y los detalles; y, como truco, al sentarse desabrochar los botones de la americana. 

Cómo se distingue si un traje es de calidad 

López explica que, si te fijas en los detalles, eso se ve a simple vista: cómo están rematadas las americanas, el tipo de solapa, los ojales que suelen ir uno abierto… Los que son de confección están hechos a máquina, además del corte y la anchura. Urquijo coincide en que hay ciertos puntos clave para que un cliente diferencie un traje de calidad. “El tejido es fundamental. Sin un buen tejido, un traje jamás será bueno. El patronaje también es clave. Un traje que no tenga un buen patrón, por mucho que tenga un buen tejido, no será ‘top’”, argumenta Urquijo.  

Los botones o los forros son finuras que dan valor añadido y se deben comprobar asimismo cuando se adquiera un traje. Por tanto, un traje artesanal a medida es una labor que implica un largo tiempo de trabajo al ser todos los procesos elaborados a mano. 

Un traje, si es artesanal y elaborado a mano, lleva más de 40 horas de trabajo y viene costando 2.300 euros. No es igual que un traje de medida industrial con la misma tela, pero cosido a máquina. Hoy, los salarios están muy altos, la mano de obra es muy escasa, y claro, es oferta y demanda. Todo sube cuando hay mucho en lo que puedes elegir”, indica Langa.  

Un traje bueno no solo se distingue físicamente, sino que se ve en el precio y el resultado lo refleja. La dedicación que requiere cada traje es minuciosa y delicada para que el caballero esté a gusto y conforme, aunque cada vez son más mujeres las que eligen el traje como un elemento más en su armario y son muchas las que se están uniendo al mundo del traje. 

Una pieza más en el armario femenino 

Hace años, no se concebía que una mujer pudiese llevar traje al ser una prenda asociada normalmente al género masculino. Hoy, sin embargo, son muchas las mujeres que escogen el traje para un evento, trabajo o en su día a día. Urquijo expresa que hay una tendencia potente a la sastrería de mujer y que se ha planteado mil veces hacer trajes para mujer. A pesar de que ha realizado ciertas piezas para mujer -americanas; esmóquines; fracs o chaqués para llevar en un contexto casual- y que la tienda esté enfocada a caballeros. López, en este tema, apunta que elabora algún traje femenino, pero matiza que siempre es traje de sastre, no tipo modista. 

No tenemos muchos clientes mujeres, alguna que otra, pero son mujeres o parejas de los clientes. Hacer trajes para mujeres es distinto, o sea, es la misma anchura, pero de otras cosas. Tienen otro corte, pero la armadura del traje es lo que busca la mujer en sastrería, que insisto, no es lo mismo que en modistería. En la modistería el traje está más suelto; en la sastrería es mucho más compacto, más bonito, más estilizado y el pecho más marcado”, describe el sastre de Langa. Aún queda por recorrer en la sastrería femenina, pero ya sea de hombre o de mujer, el traje siempre va a ser un clásico, y los clásicos nunca mueren. 

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