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Opinión

Redacción Capital

Vivimos en tiempos de cambios

“El blockchain ha habilitado una nueva manera de coordinación social a escala planetaria que ha dado lugar a la nueva economía virtual” 

Vivimos en tiempos de cambios. Vivimos en tiempos oscuros donde el contexto económico es, al menos, incierto. Después de las varias crisis económicas que han acontecido en el mundo, se ha generado un panorama volátil y con tintes catastróficos. Más si cabe tras la crisis financiera del 2007, cuando hemos visto cómo la crisis de la Covid-19 ha sacudido los cimientos económicos de todo el planeta ocasionando unos cambios socioeconómicos profundos que nos encamina hacia un nuevo orden mundial.  

El actual Orden Mundial Neoliberal se tambalea para dar lugar a cambios en la manera que nos organizamos las sociedades occidentales. Bienvenidos al nuevo super ciclo económico al cual algunos autores ya lo denominan como la “Era del desorden”. 

Existen múltiples razones por las que las transformaciones que estamos viendo en la actualidad nada tienen que ver con las que hemos vivido en el pasado. Y es que, aunque múltiples autores se empeñan en llamar a estos cambios la cuarta revolución industrial, poco tiene que ver con la pasada; ya que la velocidad de cambio, la profundidad y el impacto de las transformaciones que estamos viviendo no tienen precedentes históricos.   

Desde mi perspectiva, vivimos en una gran transformación mega política que solamente puede ser comparable a la que supuso el desarrollo de la agricultura de nuestros antepasados, el dominio y caída del Imperio romano, o el cambio al sistema feudal. Estos grandes mega cambios se han acontecido en ciclos de 500 años aproximadamente y ahora comenzamos uno nuevo. Para mí, está basado en una nueva tecnología llamada blockchain, la cual ha habilitado una nueva manera de coordinación social a escala planetaria que ha dado lugar a la nueva economía virtual. 

En la década de los años 90 vivimos una gran disrupción, se trató del desarrollo de Internet, el cual trastocó la estructura de todas las compañías. Se trataba en realidad de democratizar el acceso a la información de todas las personas y compañías. En esos momentos fue la irrupción y dominio de los navegadores, el correo electrónico, buscadores de información, páginas web… y el mundo se conectó por primera vez en su historia a una red digital global donde poder acceder a la base de datos más gigante jamás acaecida.

Si tenemos que elegir un ganador de esta llamada Web1 y su economía de la información, elegiríamos a Google como agente canalizador y dominador del acceso y consulta de información.  

En la década de los 2000, aunque de manera sutil y de difícil identificación de cambio, comenzó una nueva Internet, una nueva manera de interactuar dentro de esta gran conexión global. Se trataba de la Web2 y su economía de las plataformas. Hablamos de los marketplaces o intercambiadores de información entre particulares, donde los usuarios no solamente consumen contenido, sino que crean, comparten y contribuyen a la generación de esos mismos contenidos. Plataformas como Facebook, Airbnb, Uber...

Prácticamente cada sector ha vivido su disrupción debido a un marketplace que ha cambiado los modelos de negocio. Si tuviéramos que elegir un rey de esta Web2 para muchos sería Amazon el jugador que ilustra un dominio.  

Y con el mismo sigilo, pero con una velocidad de adopción mucho más abrumadora, ha surgido en esta década un nuevo Internet. Es la llamada Web3 y su economía de la propiedad, donde los usuarios no solamente son contribuyentes o creadores de los contenidos, sino que además son propietarios del valor generado. Esta nueva Web3 está habilitada por la tecnología blockchain, la cual otorga la capacidad de eliminar la necesidad de un intermediario garante de las transacciones, sino que las relaciones y transacciones se generan directamente de manera descentralizada.  

Esta manera de interactuar ha dado lugar a fenómenos jamás vistos con anterioridad, como ha sido la generación de criptomonedas (nunca jamás habíamos visto competir monedas privadas con monedas públicas), monedas estables o stablecoins (las cuales permiten operar sin la exposición a la volatilidad típica de las criptomonedas puras), tokenizacion de activos (que permite la financiación de proyectos e innovación), y los NFTs o Non Fungible Token (los cuales permiten digitalizar la propiedad de activos únicos o singulares).  

Todo ello mediante nuevas maneras descentralizadas de organización empresarial; las famosas DAO (Organizaciones Autónomas Descentralizadas) y por supuesto mediante unas herramientas financieras de última generación gracias al mundo DeFi o Finanzas descentralizadas.  

La economía virtual ya está entre nosotros. Solamente la capitalización de las criptomonedas supera el trillón de dólares, y se estima alcance los cinco trillones para 2025. Quizá no estemos familiarizados, pero una nueva economía está más cerca de lo que la sociedad piensa. Y, por supuesto, organizaciones, empresas, equipos de trabajo, personas individuales, naciones, sociedades y en general la humanidad se verá afectada de una u otra manera. ¿Será la descentralización y los activos criptográficos el Robin Hood del capitalismo más exacerbado? O, por el contrario, ¿será el caos elevado a enésima potencia? Solamente el tiempo nos dará o quitará la razón.  

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