El proyecto del euro digital vuelve a estar en el centro del debate tras la reciente interrupción en el sistema de pagos del Banco Central Europeo (BCE). Legisladores europeos han expresado su escepticismo sobre la capacidad del BCE para gestionar una moneda digital, especialmente después de que la caída de la plataforma Target 2 (T2) provocara retrasos en transacciones clave.
Preocupaciones sobre la fiabilidad del BCE
El fallo en T2 ha generado dudas sobre la infraestructura tecnológica del BCE, ya que muchos parlamentarios consideran que antes de lanzar el euro digital, el organismo debe garantizar la estabilidad y seguridad de sus sistemas. Aunque desde el BCE aseguran que la futura moneda digital se basaría en la plataforma TIPS, que es más fiable que T2, los legisladores han pedido más garantías antes de avanzar en su implementación.
Otro factor que añade presión al BCE es la política pro-criptomonedas adoptada por la administración de Donald Trump en Estados Unidos. La reciente orden ejecutiva del presidente para establecer una reserva estratégica de criptomonedas ha despertado preocupaciones en la eurozona, donde los ministros de finanzas temen que la creciente influencia de las criptodivisas pueda socavar la soberanía monetaria de Europa.
El futuro del euro digital
A pesar de los desafíos, el BCE mantiene su objetivo de finalizar la legislación necesaria para el euro digital en el otoño de 2025. Sin embargo, con un sector financiero cada vez más digitalizado y con la competencia de EE.UU. avanzando, la UE deberá equilibrar la innovación con la protección de su estabilidad económica.
El debate sigue abierto, y la pregunta clave es si el euro digital logrará imponerse en un ecosistema financiero global en rápida transformación.
