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Lifestyle

Italia, un imperio de historia y arte

Por Enrique Fernández

Seas o no amante de la historia, Italia es una visita obligada para todo ser viviente. Cuna del desarrollo político y cultural de las civilizaciones occidentales (con permiso de Grecia), el país italiano cuenta con algunas de las mayores joyas patrimoniales de la edad antigua, ‘madre’ del arte renacentista y epicentro del catolicismo con la ciudad estado del Vaticano. La ‘bota’ europea posee una oferta cultural sin igual que merece dedicarle tantas visitas como sean posibles. 

Todos los caminos llevan a Roma 

La capital supone un reclamo turístico por sí solo, pudiéndose destinar un viaje a Italia centrado única y exclusivamente en esta ciudad. La que fuera capital del Imperio Romano cuenta en la actualidad con una oferta cultural de casi 3.000 años de arte, arquitectura y cultura a sus espaldas, situándose como la quinta ciudad del mundo más visitada superando a otras como Londres, Barcelona o Nueva York. 

Roma no se hizo en un día y tampoco se puede visitar en ese tiempo. La capital cuenta con una oferta arquitectónica inigualable, pudiendo clasificar la misma en función de periodos de la historia. Empezando por sus orígenes, las primeras paradas deben centrarse en el Imperio Romano. 

Descubrir el Imperio 

Este viaje al Imperio comienza en el Monte Palatino, el hogar de los emperadores y punto de origen de la civilización romana, con restos que se remontan al 800 a.C. En la colina se pueden apreciar diferentes Domus Imperiales (palacios imperiales) entre los que destacan las villas de los emperadores Augusto, Tiberio y, sobre todo, el palacio de Domiciano. En todos estos monumentos arquitectónicos se pueden apreciar formidables pinturas, mosaicos y restos arqueológicos que permiten visualizar cómo era la vida de la clase noble en la época imperial.  

Bajando por la colina, se encuentran los arcos del triunfo de los emperadores Tito y Constantino. Y, junto a ellos, la gran ‘atracción’ escultórica del Imperio Romano: el Coliseo. Pese a no conservarse en las mejores condiciones, el anfiteatro de Flavio permite visualizar la magnitud del Imperio Romano. Una joya arquitectónica en la que podemos apreciar sus gradas con capacidad para 50.000 personas o las salas situadas bajo la arena destinadas a los gladiadores. Una de las siete maravillas del mundo que cada año recibe más de seis millones de visitas, según el cálculo realizado por el Ministerio de Cultura italiano. 

El casco histórico de la ciudad posee restos romanos en cada esquina, pudiendo encontrar auténticas maravillas a escasos pasos. Junto al Coliseo, el Domus Aurea (gran palacio construido por el emperador Nerón tras el gran incendio) se encuentra en un enclave único para visualizar como era la vida en la antigüedad: el Foro Romano. Dentro del mismo se pueden visitar los restos de diferentes templos de dioses como Saturno, o incluso la Curia (antiguo senado romano construido en la época de Julio César y reconstruido en 1937). 

La siguiente parada es el Foro de Trajano, el primer ‘centro comercial’ de la historia. Dentro del mismo se pueden encontrar restos de diferentes edificios; aunque todas las miradas de los turistas se centran en su gran joya: la Columna de Trajano (monumento erigido para celebrar la conquista de Dacia).  

Para continuar, toca acercarse hasta el edificio romano mejor conservado del mundo: el Panteón de Agripa. Esta obra maestra de la arquitectura romana cuenta con elementos de la antigua Roma en su fachada y estructura, sumando piezas de estilo renacentista en su interior tras la conversión de este antiguo templo en iglesia cristiana en el siglo VII. En el Renacimiento, este edificio de “diseño angélico y no humano” (como lo definió el propio Miguel Ángel) pasó a ser la sede de la Academia de los Virtuosos de Roma, sirviendo de sepulcro de reyes y grandes italianos como Rafael de Urbino. 

Siguiendo el cauce del rio Tíber, se puede visitar el Teatro de Marcello, el Foro Boario (una de las zonas más antiguas de Roma en la que se pueden visitar los templos de Hércules, Víctor y Portuno) y los restos del gran Circo Máximo. Pese a la mala conservación del mismo, con algo de imaginación uno puede llegar a fantasear sobre cómo eran las carreras de cuadrigas que siglos atrás se celebraban en ese lugar.  

Para terminar la ruta por la antigua Roma, algunas visitas menos conocidas como el Templo de Adriano (uno de los mejor conservados de la época), las Termas de Caracalla (baños públicos en los que todavía se conservan formidables mosaicos) o las galerías subterráneas de las catacumbas de San Calixto. También se puede caminar por una auténtica calzada romana en la Via Appia Antica o visitar la Pirámide Cestia, uno de los lugares más sorprendentes de la ciudad. Se trata de una pirámide de estilo egipcio construida en el año 12 a.C. como sepulcro de Cayo Cestio y su familia. 

Una ciudad convertida en arte 

Si los estilos artísticos del Renacimiento y el Barroco tienen su origen en Italia, estaba claro que en la capital no podían faltar joyas arquitectónicas de los mejores artistas de la época. El mármol esculpido, con tonos blancos, negros y rosados, baña los rincones de la ciudad creando espacios únicos como la Plaza de España, la Plaza Campidoglio o la Fontana di Trevi, la fuente más bella del mundo y una de las joyas barrocas más importantes de la historia. 

En cada rincón de la ciudad se encuentra una obra arquitectónica única: la Basílica de San Pietro in Vincoli (cuyo exterior no es muy llamativo, pero en cuyo interior se pueden encontrar piezas escultóricas únicas como el Moisés de Miguel Ángel), la Basílica de Santa María la Mayor; la Plaza Venecia con el imponente Palacio Venecia y el monumento a Vittorio Emanuele II; o la iglesia medieval de Santa María in Cosmedin, con la famosa Boca de la Verdad en su pórtico. 

Cruzando el río por el precioso puente Sisto se encuentra el barrio con mayor encanto de la ciudad: el Trastevere. En sus calles llenas de embrujo se pueden degustar platos italianos típicos en pintorescos restaurantes, disfrutar de la noche romana o visitar las basílicas de Santa María y de Santa Cecilia. 

Por último, alejado del centro de la ciudad se encuentra la Villa Borghese. Este parque urbano cuenta en su interior con la Galería Borghese (uno de los museos más importantes del país con pinturas de Rafael, Tiziano o Caravaggio), el zoo de la ciudad y diferentes esculturas y monumento creados por los mayores artistas de cada época. 

El Vaticano, éxtasis del arte cristiano 

El epicentro mundial del cristianismo, país independiente situado en medio de la ciudad de Roma, supone un lugar de peregrinación tanto para creyentes como para agnósticos. Una ciudad-estado de puro arte, con la formidable Basílica de San Pedro como figura principal. Miguel Ángel, Rafael, Bernini… los mayores artistas del Renacimiento dedicaron parte de su vida a la configuración de la casa del Santo Padre.  

La Capilla Sixtina supone la visita estrella de la Basílica, con unos frescos cuya belleza cuesta creer que sean obra de este mundo. En el plano escultórico, dentro de la basílica y el museo se pueden ver algunas de las obras maestras de la historia como la Piedad de Miguel Ángel o Laocoonte y sus hijos, obra clave del periodo helenístico. Y a escasa distancia de la Ciudad del Vaticano, el Castillo Sant'Angelo.  

Venecia y sus carnavales 

Ir a Venecia en el mes de febrero supone una oportunidad única para disfrutar de una de las ciudades con mayor encanto del país. Tomar algo en la Plaza de San Marcos observando los disfraces inspirados en vestimentas del siglo XVII supone una experiencia única.  

Además, las calles y canales de la ciudad brillan con las pinturas y esculturas artísticas; destacando el Palacio Ducal, la Scuola Grande di San Rocco o la Basílica de San Marcos, la que merece la pena subir a visitar los Caballos de San Marcos, unas estatuas de bronce que fueron robadas del Hipódromo de Constantinopla. 

Como recomendación, merece la pena dar un paseo en las emblemáticas góndolas para poder ver de cerca el Puente de Rialto y el Puente de los Suspiros, llamado así por los habitantes de la ciudad al escuchar los últimos suspiros de los condenados al cruzar el trayecto para ir del tribunal a la cárcel después de escuchar su sentencia. 

El norte de Italia 

A pocos más de una hora en coche de Venecia, se encuentra la ciudad de Verona. El hogar de Romeo y Julieta posee un encanto único, capaz de enamorar a William Shakespeare, gracias a sus pequeñas calles llenas de encanto; la Arena de Verona (el anfiteatro mejor conservado de la antigua Roma); la Piazza delle Erbe o Castelvecchio, un precioso castillo medieval construido en ladrillo rojo. 

Siguiendo por el norte del país, la siguiente parada es Milán. Más allá de su fama como cuna de la moda, la ciudad cuenta con piezas arquitectónicas únicas como la catedral, la Piazza Mercanti, el Teatro de La Scala y, cómo no, la famosa Galería Vittorio Emanuele II. Además, Milán posee obras pictóricas de valor incalculable como el fresco de La Última Cena de Leonardo Da Vinci (en la iglesia de Santa Maria delle Grazie). Para completar el tour por la ciudad, es muy recomendable la visita al cementerio monumental y hacer un paseo nocturno por el barrio Navigli y sus canales. 

El encanto de la Toscana 

Considerada como una de las regiones más bonitas del mundo, la Toscana cuenta con un paisaje único en el que el arte y cultura de sus ciudades se fusiona con los viñedos y olivos del Valle del Orcia. 

Santa María del Fiore, catedral de Florencia, supone la gran pieza arquitectónica de la Toscana. Los edificios esculpidos en mármol, la belleza de las estatuas que custodian la ciudad o el color de las casas de estilo renacentista convierten a Florencia en una ciudad pintada a mano por los mejores artistas de la época. Una parada imprescindible para todas las personas que decidan visitar esta región. 

Como continuación de Florencia, la ciudad de Pisa ofrece algunas piezas arquitectónicas de belleza sin igual, como su famosa torre inclinada, su catedral o la Piazza dei Cavalieri. Una ciudad de color perla gracias al blanco del mármol predominante en todos los edificios. Y, conformando el ‘triángulo artístico’ de la Toscana, se encuentra Siena. Una ciudad oscurecida a la sombra de Florencia pero que merece la pena visitar.  

Para completar la visita de la Toscana, es recomendable desplazarse hasta las ciudades medievales de San Gimignano, Volterra y Lucca, y saborear la gastronomía de la zona. 

El sur de Italia 

Como cierre de este tour por Italia, quedan por conocer las mejores ciudades del sur, empezando por Nápoles. Una ciudad ruidosa y caótica pero cargada de encanto italiano y con una de las mayores joyas históricas del Imperio romano: la ciudad de Pompeya. En la ciudad enterrada por el Vesubio en el 79 d.C. se pueden ver algunos edificios conservados en el tiempo, como el lupanar (en el que se conservan pinturas y camas de piedra), las calzadas, algunas villas e incluso figuras de romanos ‘petrificados’ por las cenizas del volcán.  

Cogiendo un ferri se pueden visitar algunas de las islas italianas que bañan el Mediterráneo, destacando las islas de Sicilia y Capri. Pese a la fama que obtuvo la isla durante el siglo XIX como cuna de la mafia, Sicilia es un tesoro enclavado en el mar. Palermo, Cefalù, Taormina, Catania, Agrigento o Siracusa son algunas de las grandes sorpresas que esconde la isla. 

Para poder conocer Italia en profundidad harían falta dos vidas. Un país con una riqueza historia y artística inigualable que merece la pena visitar tantas veces como sea posible. El norte, la Toscana, las islas o viajando únicamente a Roma. En cada viaje a la ‘bota de Europa’ se descubren tesoros nuevos que incitan a volver. 

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