El gobierno de Brasil ha dado a conocer un ambicioso paquete de ayuda dirigido a empresas que se han visto perjudicadas por los aranceles del 50% impuestos por la administración de Donald Trump. Este plan, presentado por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, incluye una línea de crédito de 30.000 millones de reales, equivalentes a 4.750 millones de euros, aunque su implementación aún depende de la aprobación del Congreso brasileño.
El presidente brasileño utilizó su cuenta en la red social X para detallar las medidas concebidas como un «conjunto inicial» para mitigar los efectos económicos de estos nuevos gravámenes, que la administración estadounidense anunció a finales de julio. Además de la línea de crédito destinada a la preservación de empleos, el plan contempla créditos a la exportación y el aplazamiento del pago de impuestos para las empresas más afectadas. Es importante señalar que la propuesta requiere la aprobación del Congreso en un plazo de 120 días para entrar en vigor.
Brasil busca diversificar y evitar confrontaciones
Durante la presentación de este paquete de ayuda, el presidente Lula da Silva subrayó que su gobierno no planea anunciar medidas de reciprocidad. En cambio, busca diversificar la actividad comercial negociando con países como India, China y Rusia, todos miembros del grupo BRICS. Lula expresó que «no queremos, en primera instancia, hacer nada que pueda deteriorar nuestras relaciones con Estados Unidos«.
En el acto también intervino la ministra de Relaciones Institucionales, Gleisi Hoffmann, comentando sobre el contexto internacional:
Brasil y el mundo son testigos de que esta situación, que consideramos un verdadero chantaje, fue provocada por quienes intentaron abolir el Estado democrático de derecho y ahora responden por sus crímenes ante la ley y la justicia
Contexto de los aranceles estadounidenses
La reciente imposición de aranceles del 50% por parte de Estados Unidos afecta a un amplio margen de productos brasileños, incluidos la carne y el café. Según fuentes, esta medida es un intento de presión relacionado con las investigaciones judiciales que enfrenta el exmandatario Jair Bolsonaro, quien habría orquestado un intento de golpe de Estado a principios de 2023. La decisión de Estados Unidos añade una capa de complejidad a las ya de por sí tensas relaciones diplomáticas entre ambos países.
