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Lifestyle

Camino a la calma palentina

Por Mario Talavera

A Frómista se llega atravesando numerosas y diminutas poblaciones, que se alojan en el camino entre las plantaciones de cereales y girasoles. A primera vista, este pueblo tiene algo diferente

Las carreteras convencionales que surcan los campos palentinos cruzan pequeños pueblos casi deshabitados. Una vía principal los atraviesa, sin que puedan verse signos de bullicio. No es extraño, pues apenas veinte localidades de la provincia superan los mil habitantes, con Palencia capital entre ellas y la segunda, Aguilar de Campoo, dando cobijo a poco menos de 7.000 personas.

A Frómista se llega atravesando estas numerosas y diminutas poblaciones, que se alojan entre las plantaciones de cereales y girasoles. A primera vista, este pueblo tiene algo diferente. Más gente en las calles que en los municipios vecinos. No se puede hablar de alboroto, pero sí de ambiente. ¿Qué diferencia este pueblo de unos 700 habitantes del resto?

Se encuentra en la ruta del Camino de Santiago francés, aún a más de 400 kilómetros de unas de las catedrales más emblemáticas para la cristiandad. Las flechas amarillas sobre un fondo azul pueblan las calles. Además, en los carteles aparece la otra gran atracción del pueblo: el Canal de Castilla y el mayor desnivel que puede encontrarse en esa vía de agua. Por ello, contiene un conjunto de cuatro esclusas que, si se usara, serviría para que las embarcaciones salvaran esa diferencia de altura.

Esclusa cuádruple del Canal de Castilla

El hecho de que este pueblo se encuentre en el Camino de Santiago da lugar a que puedan encontrarse más alojamientos de los que cabría esperar en una población tan pequeña. Entre ellos, se encuentra el Eco Hotel Doña Mayor, que aprovecha a la perfección los atractivos de lo rural y añade una receta que ayudará a descansar a peregrinos y turistas por igual.

No es un hotel convencional. Regentado por las hermanas Elena y Lorea Totorica, en él solo trabajan mujeres. Si bien es cierto que el entorno ayuda, todo lo que desprende este alojamiento tiene que ver con la tranquilidad. Y con la amabilidad. Esos dos son sus sellos principales: la atención y el esfuerzo de procurar que los huéspedes estén lo más a gusto posible.

Como le ocurre al Canal, tampoco los peregrinos son como eran y por ello se explica el éxito de este hotel. Las comodidades superan las de un albergue convencional y representan un alto en el camino donde disfrutar de un merecido descanso. No obstante, hay que decir que gran parte de su público es extranjero, en especial de Estados Unidos.

Las instalaciones dan una muestra del cuidado por el detalle, empezando por el comedor, el jardín de los pájaros y el de la alberca, donde pasar la tarde disfrutando de las calurosas tardes de verano que se dan en Frómista.

Jardín de la Alberca

A esto se suman las actividades que organiza el propio hotel, ideadas para relajarse y vivir la naturaleza. En primer lugar, cabe destacar la contemplación del cielo nocturno, una actividad que principalmente se lleva a cabo en verano de la mano de la Fundación Starlight, de la que el hotel forma parte y, a su vez, de Orión Madrid Astroturismo. Una buena mezcla de datos curiosos, mitología y observación a través del telescopio.

Los paseos en bici son otro punto a favor. El hotel alquila bicicletas para pasear en el entorno de las calmadas aguas del Canal de Castilla. También se puede optar por el paseo en barco por el Canal.

La reflexoterapia es una técnica de masaje proveniente de Asia. Desde allí, el Eco Hotel Doña Mayor lo lleva a Frómista para erradicar el dolor de pies de todo peregrino, lo mismo que hace con el estrés de los turistas que vienen de la ciudad. Una experiencia totalmente recomendable para eliminar la tensión.

Si eso fuera poco, todavía queda dar una vuelta por el pueblo, que cuenta entre su patrimonio con tres importantes monumentos. El más digno de mención es la Iglesia de San Martín de Tours, una muestra del románico palentino que parece sacada de un cuento.

Tanto por su entorno como por esta serie de actividades, Elena Totorica es consciente de que el hotel puede dar mucho más de sí. De hecho, una de las prioridades estratégicas de esta emprendedora es lanzarse al mercado corporativo, de modo que pueda ser una alternativa para empresas. De esa forma, se trata de una nueva línea de negocio que busca aliviar la inactividad del invierno, cuando el hotel suele permanecer cerrado por la ausencia de peregrinos.

Atractivo gastronómico

Lo que completa el círculo de un viaje a Frómista es su gastronomía. Dulces, quesos, pastas, verduras y hortalizas criadas con mimo en la misma tierra donde se consumen. Ello no significa que la comida palentina sea básica. Hay opciones para todos los gustos, incluyendo la Hostería Los Palmeros. En su carta se encuentran un puñado de opciones para los entrantes, pescados, carne y postres. Todos los platos cocinados con ingredientes de primera calidad, como lomo de vaca rubia gallega, lubina o chuletillas de lechazo, una delicia autóctona. Algo similar se puede decir de la carta de vinos, que deslumbrará los paladares más exquisitos.

Lomo de vaca rubia gallega en Hostería Los Palmeros

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