"El envejecimiento del empleo en España es inasumible para una economía moderna y 'saludable'"

La economía española es quizás una de las que mayor riesgo tiene en relación al resto de Europa por la gran tasa de desempleo entre los jóvenes, índice que lideramos. La situación es bastante preocupante, y de hecho estamos asistiendo a continuas informaciones sobre la falta de perfiles para cubrir plazas en cualquier tipo de sector. Así lo demuestran los datos de la Fundación Adecco, que revelan que, por cada 100 menores de 16 años, hay 133 mayores de 64 años en situación de desempleo. Y la tendencia prevé que siga al alza.

El envejecimiento de nuestra población se va a convertir en un factor determinante en los próximos años y con especial afección al impacto sobre el mercado laboral, ya que la situación del desempleo se sitúa en U, afectando tanto a jóvenes como mayores. De hecho, el 20% de las personas que trabajan o buscan empleo en España tiene 55 años o más, frente al 12% de hace apenas una década, de manera que si continúa la tendencia, en 2030 será el 30% de la población activa. Sinceramente, inasumible para una economía moderna y “saludable”.

Del mismo modo, es curioso porque tiene un peso cada vez mayor en nuestra sociedad, pero estas personas encuentran dobles barreras a la hora de acceder al mercado laboral. En la actualidad, 562.900 profesionales que superan esta edad buscan trabajo en España y el 66% es desempleado de larga duración, cuando en el resto de la población desciende al 47%.

Este envejecimiento parece imparable y obedece a una tasa de natalidad cada vez menor, así como a un incremento de la esperanza de vida.  El pasado año, la tasa de natalidad se situó en siete nacimientos por cada 1.000 mujeres, y el número de bebés nacidos alcanzó la menor cifra de toda la serie histórica con 338.532 niños, un 39% menos que hace una década, lo que sitúa la tasa, muy por debajo del nivel de reemplazo generacional, que debería alcanzar el 2,1% para que la población se mantuviera en el tiempo sin disminuir su volumen.

Este fenómeno se explica fundamental por su relación con las sucesivas crisis que estamos viviendo, de manera que las dificultades que surgen, principalmente de índole laboral y económico, dificultan que la sociedad española pueda avanzar en políticas de natalidad basadas en la minimización de las incertidumbres. Y no podemos olvidar que esta crisis demográfica impacta en otro indicador como son las ratios de afiliados por pensionistas. El año pasado cerró con una relación cotizante-pensionista de 2,2, un dato que ha aumentado con respecto a 2020 (cuando alcanzó el 2,14), pero que aún se sitúa lejos de la tasa 2,6. Según los expertos, esto es la que necesitamos para que desaparezca el actual déficit contributivo de la Seguridad Social.

No es una simple anécdota. El énfasis por hacerlo así responde a la desproporcionada tasa de paro de nuestro país en la franja de edad de menores de 25 años, que llega a 30,18% –una lacra que Bruselas pone en el centro de los análisis sobre nuestro mercado laboral–; y a su vez los mayores de 45 años suponen el 55,9% de los parados, el mayor porcentaje de la historia.

Tienen que ser varias las medidas a adoptar, pero, sobre todo, tal y como ya venimos señalando para otras importantes cuestiones como es la educación, sanidad, integridad territorial, se hace necesario definir un acuerdo de Estado que contemple un escenario de regeneración poblacional, promoviendo políticas activas de empleo con foco en la formación y recualificación de las personas mayores de 50, e impulsar nuevos cauces de reskilling y upskilling para los jóvenes. Ahora bien, con una apreciación que considero imprescindible: la participación de los empresarios, para tener una sociedad más competitiva y menos subvencionada.