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La creciente politización de las estadísticas oficiales

“El nuevo método de desestacionalización ‘impulsará’ el dato de afiliaciones a la Seguridad Social durante los meses de ralentización económica”  El rigor y la transparencia en la presentación de las estadísticas es algo que debemos no ya agradecer, sino exigir a nuestros políticos. Y, en ese sentido, que un técnico como José Luis Escrivá llegara al frente del Ministerio de Seguridad Social parecía una buena noticia dirigida a mejorar la calidad de los datos de este organismo.   A este respecto, no cabe duda de que durante los últimos años se han introducido bastantes cambios positivos en materia de accesibilidad y tratamiento de los datos. Pero, sentado lo anterior, también es necesario constatar la creciente politización que se está haciendo de las estadísticas de la Seguridad Social.   Recordemos: hasta ahora, Escrivá venía presentando a mediados de cada mes el dato de afiliación adelantado de la primera quincena de esa mensualidad y, al mismo tiempo, efectuaba una proyección para el conjunto de los 30 días. Asimismo, Escrivá nos insistía, tanto en esas ruedas de prensa como en la presentación definitiva de las cifras de afiliación, en que el dato relevante no es el bruto sino el desestacionalizado, dado que de ese modo se podían hacer comparaciones homogéneas a lo largo del ejercicio.  El problema es que eliminar la estacionalidad no es un proceso automático, sino más bien una técnica que puede ejecutarse mejor o peor: no en vano, el propio Escrivá fue muy crítico con la desestacionalización que durante los últimos meses venía realizando el BBVA Research (llegó a acusarles de hacer el cálculo de desestacionalización “a pelo”) y que arrojaba resultados distintos a los del Ministerio.  Así, entre julio y diciembre de 2022, la desestacionalización que practicaba el Ministerio arrojaba mejores datos de afiliación que la del BBVA Research: gracias a…
Madrid, 1 de octubre de 2020.- Informes y estadísticas con datos y cifras totalmente opuestas entre sí, mensajes contradictorios y, sobre todo, incertidumbre. Es lo que se respira entre los profesionales del sector inmobiliario, según explica el consultor Eduardo Molet. “Que estamos ante una crisis, es innegable, pero mesurar su magnitud es, en estos momentos, prácticamente imposible”. Por un lado, muchos anticipan un desplome del precio (un 10% ese año) y las operaciones de compraventa, con una recuperación lenta y en un horizonte lejano, 2023. Por otro, hay expertos que aseguran que la evolución no está siendo tan negativa como se esperaba al comienzo de la pandemia. En este sentido, aseguran que el alquiler lo está notando más, con caídas importantes en grandes ciudades como consecuencia del desplome del turismo, pero las ventas y precios se mantienen más o menos estables a pesar de las circunstancias. Todos están en lo cierto, explica Molet, y esto es posible porque “los cambios en el mercado inmobiliario son lentos, los precios no suben ni bajan drásticamente de un mes para otro, y la última crisis económica evidenció esto: se acumularon caídas durante años, y aunque ya se había salido de la crisis, la vivienda aún estaba recuperándose cuando se declaró la pandemia”. No obstante, advierte, “las contradicciones no ayudan a la confianza de potenciales compradores e inversores, y pueden ser tan dañinas como las circunstancias económicas actuales”. La incertidumbre domina el mercado Mientras dure la crisis, los precios caerán una media del 1% cada mes. Esta es la previsión que hace Eduardo Molet. “No parece extremadamente grave, pero si la pandemia y la actividad económica actual se mantiene durante dos años, se acumulará un desplome en el precio del 20%, y esto son palabras mayores”. Lo único seguro, aclara el consultor, es que hay mucha…