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Mario Draghi

Mario Draghi, el economista que ‘salvó’ al euro, podría convertirse en presidente de Italia

Draghi podría ser elegido nuevo presidente de la república italiana antes de la normalidad democrática que volvería con las elecciones generales de la primavera de 2023 El economista Mario Draghi juró el pasado mes de febrero como nuevo primer ministro de Italia ante el jefe de Estado, Sergio Mattarella, quien le encargó formar Gobierno tras la crisis desatada por la dimisión de Giuseppe Conte el 26 de enero de 2021. Y éste puede respaldar popularmente su posición al ganar las elecciones presidenciales que tienen lugar este lunes 24 de enero de 2022. No es una decisión directa de la ciudadanía transalpina, ya que es una designación que ha recaído sobre 1.009 participantes desde el Palacio de Montecitorio, la sede de la Cámara Baja, en concreto, 630 diputados, 321 senadores y 58 delegados regionales. Sonaba Silvio Berlusconi, un bis de Sergio Mattarella o Mario Draghi, pero en el escenario político solo encaja una repetición de Matarella o Draghi siguiendo los pasos que lo llevaron a ser primer ministro. Desde el Palacio del Quirinale, sede de la presidencia de la República, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE) entre 2011 y 2019, evitó la convocatoria de elecciones anticipadas. Su objetivo principal, desde el inicio, ha sido la gestión de una pandemia que ha causado casi 90.000 muertes y la partida del Fondo de Recuperación europeo en medio de una grave crisis económica de 220.000 millones de euros que se aprobó en abril del año pasado. Sin embargo, su recorrido va mucho más allá. “Whatever it takes” hizo historia Ya desde la silla de la presidencia del BCE, Draghi revolucionó la política monetaria en la eurozona, dejando un balance muy positivo y una célebre reflexión pronunciada el 12 julio de 2012 que quedará marcada para siempre: “Durante nuestro mandato, el BCE está dispuesto…
Por Alba Puerro. Tener a un predecesor que ha hecho del “todo lo que sea necesario” su leitmotiv, y que ha implementado toda una batería de medidas anticrisis, enfocadas a inundar el mercado de dinero e incentivar que fluya el crédito (que no pare la “fiesta”), no te lo pone nada fácil. Christine Lagarde tenía todas las papeletas para decepcionar al mercado, a los inversores, a la banca… porque se había quedado sin margen de maniobra. Heredó un regalo envenenado. Mario Draghi tenía una postura muy clara de política monetaria y la llevó hasta el final. Aprobó numerosos paquetes de estímulos con miles de millones de euros para compra de deuda, acciones y activos, y bajó los tipos de interés hasta dejarlos en terreno negativo (el BCE va a prestar a los bancos al 0 % durante tres años y la facilidad de depósito de la institución es del -0,50 %, es decir, les cobra dinero por depositar su capital). Esta medida terminó por levantar ampollas en el núcleo duro del BCE. En este entorno del BCE con cada vez más posturas enfrentadas y sensación de falta de unidad, tomó el relevo Lagar[1]de. En su primera intervención ya quiso dejar claro que rechazaba seguir la estela de Draghi, cambiando el discurso de “lo que sea necesario” al “no estoy aquí para borrar primas de riesgo”. El resto del mundo ya tenía más o menos claro que ahora tocaba un mandato “hawkish”, pero no sabían hasta qué punto iban a ser duras sus medidas. Y llegó la crisis de la Covid-19 Sólo unos meses después de la toma de posesión de Lagarde, Jens Weidmann empezó a recular y pidió disculpas a Draghi por sus acusaciones al mismo por, entre otras cosas, estar poniendo en peligro la estabilidad financiera con su plan…